martes, 13 de octubre de 2009

Norma Aleandro: "Mi padre fue mi primer fan"


Hija de Pedro Aleandro, comparte anécdotas inéditas de una vida intensa.

Por: Silvina Lamazares

La anecdota de su debut . "Mi padre fue mi primer fan" Hija de Pedro Aleandro, comparte anécdotas inéditas de una vida intensa.

Los piquetes le complicaron el viaje, el público la vio llegar corriendo, la sala estará llena en una hora y media y en las penumbras del teatro comienza el tiempo de descuento para que Agosto se imponga en octubre. Pero ella, mujer de palabra, se las ingenia para generar, en la serenidad de su camarín, ese espacio protegido del vértigo que había prometido. Y la magia ocurre. No sólo detiene el tiempo, sino que lo pone de su lado para reencontrarse con la nena que fue y correr el velo de una vida que siempre supo distinguir lo íntimo de lo privado. Y es en esa intimidad donde ella, seria, regala una frase con destino de título: "No soy nada seria". Pero habrá otras, muchas, hondas, fuertes, que le quitarán el puesto. Porque una charla con Norma Aleandro es un festival de frases. Cuando hay una historia, las palabras, solitas, se sacan chispas.

"No sólo me reconozco en la que fui, sino que ésa es una niña a la que respeto mucho. No tuve una infancia muy fácil y, de los recuerdos que tengo, los buenos están ligados a mi hermana y mi abuela... De esa época conservo al payaso que llevo adentro. De chica me abría con mi familia, pero en la escuela era metida para adentro, un poco desconectada".

¿Eso te sigue pasando?

Soy sociable, pero no me atraen las fiestas. No es precisamente en cócteles o en estrenos donde me vas a ver. A veces falto hasta en los míos. No me gusta estar donde todos hacen que se conocen sólo porque comparten la profesión... todo es un gran barullo en el que no se pueden profundizar ni siquiera los buenos sentimientos.

Si pudiste sobrevivir a eso durante tantos años...

Pude sobrevivir a eso y pude sobrevivir a conservar la vida privada y que me la respetaran, porque el cierre de puertas fue claro. Y eso aconsejo siempre: si no querés que se metan en tu vida, no llames para decir 'Me robaron las alhajas' o 'la grúa me llevó el auto'. Si vos no abrís, es difícil que entren.

Hace lo que dice, Norma, y dice lo que piensa, aunque lo que piensa sea fuerte. Como cuando cuenta que su madre, María Luisa Robledo, "era una actriz extraordinaria, pero una mujer dura. A los 17 años, por ejemplo, cuando yo ensayaba Verano y humo, le dije que no quería estudiar el personaje con ella. Yo estaba experimentando con Marcelo Lavalle, un gran maestro, cosas muy diferentes. A mamá le gustó ese trabajo, pero creo que nunca pudo digerir aquello. No nos entendíamos trabajando, pero, ya grandes las dos, quiso que la dirigiera. Para conservar la paz, ella no me dirigió nunca. En cambio, mi padre fue mi primer fan".

Hija de Pedro Aleandro, hermana de María Vaner y madre de Oscar Ferrigno, integra una familia de artistas con reglas individuales: "Cuando éramos chicas, a mis padres los veíamos pocos, porque casi siempre estaban de gira por América latina. Y si se quedaban en Buenos Aires hacían dos o tres funciones por día. A nosotras nos crió la abuela Pepita, maravillosa mujer que me enseñó a vivir. Y cuando fui madre, lo que hice fue llevarlo conmigo para que durmiera en el camarín, lo mismo que él hace ahora con sus hijos".

Nació en el Palacio Vera, "un edificio bellísimo de Avenida de Mayo, aunque vivíamos en la buhardilla horrible del último piso. Era un palacio, sí, pero no era yo la princesa". De sus días con Pepita recuerda "cuando nos leía El Quijote y nos abrazaba, no sabés lo bien que abrazaba.".

Actriz enorme, debutó a los 3 años y huyó (ver La anécdota), volvió a intentar a los 6 haciendo de angelito en La pasión de Cristo, "a los 13 me rebelé y decidí dedicarme seriamente a esto. Entré a Radio del Estado, hice teatro en el atrio de la Catedral de La Plata y ahí comenzó una carrera en la que a veces pude elegir y a veces no, porque lo importante era mantener a mi hijo y pagar la luz, el gas y el alquiler. Pero nunca hice algo que fuera contra mis principios éticos". El exilio y la resistencia fueron parte del camino.

"Yo nunca bajé los brazos. Siempre me las ingenié -comparte- para seguir y vivir de esto. Debo ser la persona que más cooperativas ha armado en su vida. He armado para televisión, para teatro..."

Has volanteado...

Y tanto. He hecho escenografías, he puesto luces, he colgado faroles, he lavado el escenario, he sabido remarla.

Palabra de una mujer que no sólo sabe recordar. Básicamente, no olvida.«

Mis papás hacían Flor de durazno y mi abuela nos llevó a verlos. Fuimos de visita, pero en el camarín mi mamá me dice: 'Vas a tener que hacer de mi hija'. La nena que hacía ese papel se había enfermado. Y como mi hermana usaba anteojos porque tenía un ojito desviado, me eligieron a mí. Yo tenía 3 años y lo que veía era esto: a un señor que conocía de casa, amigo de mis padres, vestido de cura; a mi madre vestida de paisana y a mi papá, de gaucho, que me avisaba: 'Cuando mamita se cae al suelo, te agarro y luego te agarra él. ¿Te vas a dejar?'. Bueno, te la hago corta: de pronto estoy en un lugar oscuro, o sea entre bastidores, y en un lugar con mucha luz está mi madre, o sea el escenario, donde pelea con mi padre y llora. Me entran y mi mamá se cae, se queda con los ojos cerrados y empiezo a decirle 'mamá, mamita, mamá' para que se desperatara. El personaje estaba muerto, pero nadie me había explicado. De golpe oigo un ruido pavoroso que me aterra... Era el público aplaudiendo. Imaginate, una niña de 3 años que le grita desesperada a la actriz que acaba de morir es una escena dramática tremenda. Mi padre me quiere tirar por una ventana, el cura me agarra y me agarra de tal modo que se me levanta la pollera y yo muero de vergüenza porque se me ve la bombacha. Todo era un desastre. Bajan el telón, me abrazan, yo lloro y lo único que quiero es que mi abuela me rescate y me saque de ahí. No volví a un teatro por mucho tiempo".

Fuente: CLARIN

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