jueves, 15 de octubre de 2009

Música para mirar

La evolución del rock latinoamericano recogida en 500 portadas de discos

La muestra "¡Mirá qué lindas!" inaugurada en Madrid reúne trabajos gráficos incluidos en álbumes de Almendra, Miranda, Babasónicos, Hilda Lizarazu, Los Amigos Invisibles y Andrés Calamaro, entre otros.

Un disco sin tapa está incompleto. Un disco con un arte en su tapa es mucho más que un disco. Afortunadamente, música e imagen hace tiempo se fusionaron estrechamente e hicieron que en las últimas décadas muchos pentagramas en clave de rock, interpretados pero también ilustrados por diseñadores y artistas, obtengan un plus: el de ser recordados por su impronta visual. Los discos, hoy, se convirtieron -a pesar de la piratería- en un fetiche para mirar y tocar, además de ser escuchados.

A contramano del arte que se exhibe en museos y galerías, el diseño de portadas de discos se cosechó con una matriz popular y accesible a todos los consumidores, en tamaño 12 x 12 cm. Y de los centenares de portadas que alcanzaron status de objetos de arte, generando estilos y marcando tendencias, quinientos realizados en las principales ciudades latinoamericanas (Santiago, Buenos Aires, México DF, San Pablo, Bogotá, Caracas, Montevideo) fueron seleccionadas para la muestra que ya comenzó a exhibirse en Madrid, llamada “¡Mira qué lindas!”.

La exhibición agrupa los diseños de tapas en temáticas, las más recurrentes tanto en las portadas de los álbumes como en las canciones de los artistas latinoamericanos.

La más nutrida es “El Túnel del tiempo” y responde a un orden cronológico, ya que muestra la evolución de la identidad del rock en América Latina desde finales de los ‘60 hasta bien entrados los ‘80.

Entre muchos otros se aprecian en esta sección los discos del uruguayo Eduardo Mateo, de los peruanos de Traffic Sound y Ghonia, pasando por los argentinos de Sui Generis y los mexicanos de la Revolución de Emilio Zapata, hasta los “ochentosos” de Soda Stereo o Los Prisioneros de Chile.

Otra temática es la inspirada en figuras de animales: perros, gatos, elefantes o peces como los que nadan en el álbum de Los Aterciopelados de Colombia o El Salmón que da nombre al álbum de Andrés Calamaro, así como el cerdo que luce la producción de los salvadoreños de Adrenalina.

El corazón, “que se ofrece, se entrega y se da” junto a las imágenes eróticas, no podía faltar como motivación.

Corazones abiertos, solitarios o aprisionados como en los álbumes Raíz, de la banda peruana Dolores Delirio; Mi vida loca, de los locales Auténticos Decadentes o Corazón rocker de la banda de punk rock mexicana Ultrasónicas.

De igual manera, bocas, pieles y cuerpos que expresan deseos se entremezclan en portadas como la de Sweet & sour. Hot y spicy, de la mexicana Ely Guerra; en Kamikaze, de los panameños Rabanes o en Leche, de Illya Kuryaki & The Valderramas.

“Una curva menos, un metro más” se titula el espacio reservado para los autos. Autos nuevos, líneas sinuosas o una estación de gasolina, decoran álbumes como los de Café Tacuba de México o Karamelo Santo de Argentina.

El campo y “la ciudad de la furia” es otro recurso al que han apelado artistas como los uruguayos de Sordromo con sus vistas recurrentes de la ciudad, que contrastan con los paisajes campestres de los argentinos de Modular, por citar un ejemplo.

En la zona dedicada a las tipografías destacan bandas como las paraguayas Orchablex y Ripe Banana Skins, cuyos diseños lúdicos y originales se complementan con las tapas de ilustraciones y collages de Nasau Zumbi de Brasil o Pernett de Colombia, entre otros artistas.

Una Julieta Venegas vestida de novia, los argentinos Soda Stereo y Virus con su “look punk”, el joven rostro de la mexicana Ximena Sariñana, la colombiana Andrea Echeverri, ya en solitario, o el carismático Juanes forman parte de la colección de “los que dan la cara”. Aquellos que dicen “Quiero salir en la portada de mi disco”, porque “mi música no es mi cara, pero el de la cara soy yo”.

Así se complementa y recrea ¡Mirá qué lindas!, una colección que de casi medio siglo de música traducido en imágenes que colgarán de las paredes de la sala Frida Kahlo, de la Casa de América en Madrid, hasta el 25 de octubre.

Fuente: Hoy

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