Todos tienen razón en parte. Pero en otro sentido ella fue un accidente, un fenómeno que sucedió en Nueva York en la primera década de un nuevo siglo. Y qué suceso. En un momento en que uno no reconocería los rostros de la gente que hace la mayor parte de la música que escuchamos, Gaga es visualmente icónica. Da vuelta completamente la página al reinado de los cabezas huecas de la década pasada, quitando del centro de la escena a mujeres que hicieron carrera reconociendo que no tenían nada que decir, como Paris Hilton y Jessica Simpson.
La presencia de Gaga introduce la idea hasta ahora impensable de que Madonna, otra chica italiana voraz, puede finalmente, realmente, verdaderamente, estar rumbo al ocaso. Su nuevo look es una apropiación del de Madonna en la época de "The Girlie Show" y "Blonde Ambition" (las cejas oscurecidas, el pelo platinado, los labios rojos) y su director de música y video, Jonas Akerlund, fue un importante colaborador de Madonna en los últimos tiempos. Pero las dos son muy distintas. Madonna no tiene sentido del humor respecto de sí misma desde los años 90, mientras que Gaga es pura diversión y juegos. En el fondo es una joven estudiante de escuela de arte, llena de optimismo y bondad, y embelesamiento infantil con el mundo burbuja. Dice que es una chica a la que le gustan chicos que se ven como chicas, pero también es una chica a la que le gusta verse como un chico o, más bien, una travesti, un chico que finge ser una chica. Hay pocas cosas que le den más placer que el persistente rumor de que es hermafrodita.
Ese es el genio de Gaga: que está dispuesta a ser una mutante, un dibujo animado. Tiene un sentido del humor apabullante, y sabe transmitir diminutos momentos surrealistas todos los días, a todo el mundo, para producirnos placer, como el gigantesco moño de pelo que se puso en la cabeza el año pasado. "Un día le dije a mi equipo creativo: «Gaultier hacía moños, hagámoslo de un modo nuevo». Ibamos y veníamos con ideas y entonces dije [chasquea los dedos]: moño de pelo." Sus videos son epifenómenos globales, como el de "Telephone", con sabor a Tarantino, sus temas lesbianos de prisión y la aparición de Beyoncé como invitada. "A Gaga no le importa tanto la parte técnica, pero se involucra en todos los aspectos creativos", apunta Akerlund. "Nos permitimos ser muy estúpidos juntos y aparecen ideas, como los anteojos de sol hechos de cigarrillos."
La historia de Gaga tiene que ver con ser joven en Nueva York. Stefani Germanotta se crió en un dúplex en el Upper West Side, en una de las manzanas eclécticas que son una mezcla de edificios de ladrillos marrón anteriores a la II Guerra, conventillos y condominios modernos. Su padre tenía una compañía que instalaba Wi-Fi en hoteles y su madre se desempeñó durante algún tiempo como vicepresidenta de Verizon. Mandaban a Gaga y a su hermana menor, Natali, de 18 años, a la Escuela del Sagrado Corazón, un centro educativo católico para niñas calle abajo del Guggenheim. "Sacred Heart era prestigiosa, pero había chicas de distintos tipos", cuenta Gaga. "Algunas eran muy ricas, otras vivían de la seguridad social y tenían becas, y algunas estaban en el medio, que era el caso de mi familia. Todo el dinero que teníamos iba a educación y a pagar la casa." Ella era una de las pocas estudiantes con un trabajo después de clase: era mesera en un restaurante. Con sus primeros sueldos se compró una cartera Gucci de 600 dólares.
Como sus padres le dijeron que se habían sacrificado por su educación, se tomó la escuela en serio desde chica. Uno de sus recuerdos infantiles favoritos es haber dado un concierto de piano en el Sacred Heart a los 8 años. A los once, iba a clases de actuación los sábados. En aquel tiempo era incipientemente Gaga: podía ser un poco demasiado dramática, malcriada, estridente, pero también podía ser una chica agradable, recordada por muchos como amable y generosa, una chica de teatro que comenzaba a expresar sus sentimientos con canciones. Fanática de Pink Floyd y The Beatles, organizó una banda de covers de rock clásico con la que se presentaba las noches de micrófono abierto en el Salón de la Fama del Upper West Side. Incluso grabó un demo de sus baladas de amor y sus padres lo regalaron en su fiesta de Sweet Sixteen [el equivalente, en los países anglófonos, a la fiesta de 15].
Para los 15, Gaga ya tenía una cédula de identidad falsa de Delaware, comprada en la calle Macdougal. También comenzó a salir con un mesero griego de 26 años que había conocido en el restaurante. Pronto tuvo su primer tatuaje: una clave de sol en la espalda. "Antes de hacer mi primer video importante, decidí convertir ese tatuaje en uno inmenso recorriéndome el costado. No podía enfrentarme al mundo con un tatuaje vulgar."
Tras terminar la secundaria, Gaga se inscribió en la escuela de arte Tisch, de la Universidad de Nueva York, donde ocupó un dormitorio. Pero pronto sintió que estaba más avanzada creativamente que algunos de sus compañeros. "Cuando una aprende a pensar en términos artísticos, se puede ser autodidacta", sostiene. Para el segundo semestre les dijo a sus padres que no volvería a la facultad. Quería ser estrella de rock. Su padre aceptó pagar su alquiler por un año con la condición de que ella se volviera a inscribir en la universidad si no tenía éxito. "Dejé a mi familia, me fui al departamento más barato que pude conseguir y comí porquerías hasta que alguien estuviera dispuesto a oírme."
Gaga se mudó con un futón y un disco de Yoko Ono. En la escuela secundaria tenía claritos rubios y dejaba sueltos sus rulos, pero a partir de allí se tiñó el pelo de negro y comenzó a plancharlo. Organizó la Stefani Germanotta Band y grabó sus baladas estilo Fiona Apple en un estudio que se hallaba debajo de una tienda de bebidas en Nueva Jersey. Dice su manager de entonces, Frankie Fredericks: "Ibamos al lugar, tocábamos, nos emborrachábamos. Decía que quería tener un acuerdo de grabación de un disco para los 21". Era un objetivo lejano. Lo que faltaba casi por completo era alguna idea de cómo lograrlo. Tenía un poderoso carisma sexual, como Madonna, pero mientras ésta parece haber calculado cada paso en su búsqueda del estrellato, la historia de Gaga es en parte de deriva juvenil, de esperar un rayo en cielo sereno, de que se diera un accidente brillante. Por otra parte, Gaga tenía algo que le faltaba a Madonna: una voz realmente muy buena.
El año fuera de la universidad terminaba en marzo de 2006. Una semana antes, la Stefani Germanotta Band actuó en el Cutting Room junto con Wendy Starland, una joven cantante-compositora en el molde de Peter Gabriel. Starland había estado trabajando en canciones con Rob Fusari, un productor de 38 años que era conocido por sus éxitos para Destiny´s Child y Will Smith. Fusari mencionó a Starland que estaba interesado en encontrar una cantante para una banda. "La seguridad de Stefani se sentía en la sala -comenta Starland-. Su presencia es enorme. Y no tiene miedo. Presté atención al tono y al timbre de su voz. ¿Podía tener un registro amplio y dinámico? ¿Podía cantar suave y después golpear? Podía hacer todo eso y transmitir una energía muy poderosa."
Cuando Fusari conoció a Gaga, ella saltó a su piano. "Para ser honesto, pensé que era una John Lennon femenina. Era el talento más extraño." Stefani estuvo de acuerdo en que su nombre no iba a ser un impacto. A Fusari le gustaba cantar Radio Ga Ga, de Queen, y dice que se le ocurrió lo de Lady Gaga a partir de ahí. El éxito tiene muchos autores: Starland asegura que fue resultado de un brainstorming ["tormenta de ideas"].
Gaga no estaba interesada en la moda aún. Le gustaban las calzas y las camisetas, quizá con un hombro desnudo. "Un par de veces vino al estudio en jogging -recuerda Fusari, quien tuvo un affaire con la estrella pop- y le dije: «Prince no va a comprar helado a la esquina vestido como Chris Rock. Ahora sos una artista. Eso no se prende y se apaga»." El problema era que ella no sabía fingir: aunque quería ser una estrella, no tenía una clara idea de lo que era una estrella o hacia dónde fluían las principales tendencias de la cultura pop. Fue en ese momento cuando comenzó a estudiar seriamente: consiguió una biografía de Prince, comenzó a comprar ropa en American Apparel y se quedó embobada con la biblia del New Age, The Secret. Interpretó los comentarios de Fusari como señal de que debía acortarse las polleras y hacerlas más ajustadas, hasta que un día desaparecieron por completo. Sólo quedaba su ropa interior, a veces con calzas debajo.
Llena de confianza, Gaga estaba lista para ser transformada. La música dance resultó encajar perfectamente con su energía altamente sexual: era una artista escénica más que una simple cantante. Pero el negocio en el que buscaba lanzarse era más difícil que nunca. Los sellos exigían a los artistas "acuerdos de 360 grados". En vez de financiar las grabaciones y quedarse con los originales, querían compartir los derechos que tradicionalmente pertenecían al artista, como los de merchandising, de shows y de patrocinadores.
En 2007 Gaga se enamoró locamente de Luc Carl, un baterista de 29 años que era el gerente de un bar rockero donde conoció a Lady Starlight, una figura del Lower East Side de treinta y tantos -maquilladora Mac, DJ y artista escénica-, conocedora del rock y de la historia de los estilos. "Starlight y yo nos entendimos instantáneamente a partir de su amor por el heavy metal y mi amor por los chicos que escuchan heavy metal. En aquellos tiempos, me despertaba en mi departamento con mi novio y su pelo batido, los jeans en el piso, sus zapatillas mal olientes. Tendría puesta la camiseta sin calzoncillos. Luego él se iba a hacer la contabilidad en St. Jerome´s. Yo pasaba discos de vinilo de David Bowie y New York Dolls en mi cocina, y luego escribía canciones con Lady Starlight."
Gaga comenzó tocando sus canciones con Starlight en lugares chicos y a danzar à gogo bajo una lámpara roja, vestida con una bikini y los guantes negros sin dedos de Luc Carl. Bailando, tomando píldoras para adelgazar y comiendo una vez al día, finalmente logró perder peso, cuenta una amiga. Pero Fusari apareció de nuevo en escena en la primavera de 2007, cuando supo que su amigo Vincent Herbert, un "buscavidas con mayúscula", había hecho un acuerdo con Interscope para contratar nuevos artistas. Luego de escuchar un par de canciones, Jimmy Iovine, el jefe de ese sello, se paró y dijo: "Probemos con esto". Gaga estaba preocupada de que no la creyeran lo suficientemente linda para ser cantante. La pusieron a componer temas para las Pussycat Dolls y Britney Spears.
Una tarde, Brendan Sullivan, DJ del canal VH1, le contó del trabajo de Andy Warhol Before and after . Se fue al Metropolitan Museum y se paró delante del cuadro. Compró libros sobre Warhol, lo que la ayudó a entender el sentido de su propia travesía, al mismo tiempo que le proveyó un nuevo vocabulario para hablar de sus creaciones. "Esos libros se convirtieron en su biblia -comenta su amiga Darian Darling-. Los marcaba con una lapicera." Para Warhol, el estrellato es una forma de arte en sí mismo, y las imágenes vacías y vívidas, uno de sus recursos más importantes. La persona detrás de la máscara podía ser aparentemente tan dulce y común como Stefani Germanotta y, de todos modos, ser inmensa. Antes de conocer a Warhol, pertenecía a la categoría general de chica rockera. El la liberó para que se reinventara, se expandiera, convirtiéndose en un espectáculo.
Mientras componía Just Dance, Gaga trató de ampliar su superficie, rehaciendo su estilo como una reina rubia de la era espacial. Comenzó a trabajar seriamente con una coreógrafa, a usar su ropa disco alocada en todas partes. También dio un paso importante en lo personal: terminó finalmente con Carl. Tenía el corazón destrozado, pero esta era su nueva vida. Sus allegados dicen que no se ha enamorado desde entonces y que el asesinato ritual de sus amantes en sus últimos tres videos está relacionado con esta ruptura.
Gaga, liberada, tampoco sentía que necesitaba expresar su sexualidad de un modo típicamente femenino y se obsesionó con la androginia, con el aspecto de Liza Minnelli. Comenzó a usar sus anteojos oscuros redondos y sus pelucas, y repetía sus palabras sabias. "Es como si hubiese estado gritando y ahora susurro y todos se acercan para escucharme -dice-. Tuve que gritar tanto tiempo porque sólo me daban cinco minutos, pero ahora tengo quince. Andy dijo que uno solamente necesita quince minutos." Incluso armó su propia "fábrica", la Casa de Gaga. Están Akerlund; su manager, Troy Carter; el equipo central del estilista Nicola Formichetti y su principal colaborador, Matt Williams, al que llama "Dada".
Con el video de Paparazzi (2009) -arrojada desde el techo de su mansión por su novio, renace como un robot de la película Metropolis, de Fritz Lang- se convirtió en la preferida del mundo de la alta moda. Gaga tenía algunas piezas de archivo de Tierry Mugler, pero después de Paparazzi todo cambió. Todos los diseñadores del mundo le mandaban imágenes por e-mail.
Este verano Gaga irá por los Estados Unidos con su tour de estadios, una de las pocas estrellas pop que puede llenar lugares tan grandes hoy. Gastó mucho para lograrlo. Su gira lleva perdidos unos US$ 3 millones, según fuentes de la industria, porque se niega a reducir la calidad en aspecto alguno. Pero pronto llegarán las ganancias. "La gente de Gaga sabe exactamente en qué fecha de este verano boreal comenzará a ganar, y ganará mucho", asegura una fuente. Con su acuerdo de 360 grados, Lady Gaga no es tan dueña de Lady Gaga como uno podría pensar. Esencialmente es un negocio conjunto de Iovine; del CEO de Universal Music, Doug Morris, y del jefe de ediciones de Sony/ATV, Marty Bandier.
En estos tiempos Gaga ya no habla mucho de Warhol: habita plenamente el rol que creó. "Quiere ser loca, hacer declaraciones, hacer arte, canalizar el pasado, experimentar con el arte escénico, probar de todo", dice el fotógrafo David LaChapelle, su colaborador. Sigue siendo demasiado dramática, hablando de monstruos o tratando maliciosamente de presagiar su caída cubriéndose en sangre y colgándose de una soga en los Video Music Awards.
Es un ascenso improbable, un nombre improbable y una imagen totalmente irreal. ¿Pero qué es la realidad? "Creo que todos pueden hacer lo que yo estoy haciendo", apunta Gaga, extendiendo los brazos. "Todos pueden acceder a las partes de sí mismos que son grandes. Yo, a fin de cuentas, sólo soy una chica de Nueva York que decidió hacerlo. ¡Hay que dominar el mundo! ¿Qué sentido tiene la vida si uno no la domina?"
Fuente: revista@lanacion.com.ar
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