Que la apertura sea el Robin Hood de Ridley Scott es un dato anecdótico frente a la promesa de grandes películas y cineastas que supone la competencia oficial y sobre todo la sección Un Certain Regard, revalorizada por el director Thierry Frémaux.
Por Luciano Monteagudo
Desde Cannes
Cuando el venerable reloj que preside la entrada del Hotel Carlton y organiza las horas de la Riviera francesa marque hoy las 19.15 dará comienzo –con el estreno mundial del Robin Hood de Ridley Scott, protagonizado por Russell Crowe– una nueva edición del Festival de Cannes, la número 63, este año bajo la amenaza de las persistentes cenizas del volcán islandés, que siguen complicando el tránsito aéreo en Europa. Al margen de esa fuerza de la naturaleza (que aquí los cinéfilos no pueden dejar de asociar al volcán de Stromboli, el clásico de Roberto Rossellini), la programación del festival más importante del calendario cinematográfico internacional tiene, en los papeles al menos, una programación de excelencia, con una constelación de directores de primer nivel y una importante presencia argentina en varias secciones (ver recuadro).
Es verdad que en la competencia por la Palma de Oro no hay ninguna película nacional, pero en la sección Un Certain Regard (Una Cierta Mirada), que también forma parte del programa oficial y que tiene su propia competencia, con un jurado presidido por la realizadora francesa Claire Denis, hay dos títulos argentinos a falta de uno: Carancho, el poderoso film noir de Pablo Trapero protagonizado por Ricardo Darín y Martina Gusmán, y Los labios, desprejuiciada y feliz cruza de documental y ficción codirigida por Santiago Loza e Iván Fund, premiada unas semanas atrás en el Bafici.
Lo curioso es que este año, más que nunca, Un Certain Regard funciona como una suerte de competencia oficial paralela, con títulos y directores que poco tiempo atrás nadie hubiera dudado en encontrar en carrera por la Palma. Por caso, el mismo día (el lunes 17) y compartiendo sección y sala con el Carancho de Trapero, se verá nada menos que Film Socialisme, la nueva película de Jean-Luc Godard, su primer largometraje en seis años, “una sinfonía en tres movimientos”, según el propio director, que convocó a un elenco excéntrico, por decir lo menos, encabezado por el filósofo francés Alain Badiou y por la cantante y poeta punk Patti Smith.
También en Una Cierta Mirada brillan otros nombres de primer nivel, como el del centenario realizador portugués Manoel de Oliveira, que presenta O Estranho Caso de Angélica, un film espectral, de atmósfera fantástica, inspirado en un episodio vivido por el propio Oliveira medio siglo atrás y que se inscribiría en su particular concepción del cine: “O cinema é sempre um fantasma da realidade”. El cine oriental tiene en esta misma sección a dos de sus principales nombres, fundamentales en la vanguardia del cine contemporáneo. El chino Jia Zhang-ke (Platform, The World, Still Life) trae I Wish I Knew, un documental sobre la ciudad de Shanghai, en el que regresa a su obsesivo tema de siempre, los drásticos y velocísimos cambios en la sociedad china, que él suele reflejar, paradójicamente, con un estilo pausado, apto para la reflexión. Por su parte, el coreano Hong Sang-soo, cabeza de fila de la nouvelle vague de su país, viene con Ha Ha Ha, otro de sus pequeños cuentos morales, inspirado (como Like You Know It All, vista en el último Bafici) en el mundillo del cine, al que suele mirar con una mezcla de humor e impiedad.
El cine rumano, cada vez más afianzado en el circuito de festivales, también pisa fuerte en Un Certain Regard. Uno de sus directores más talentosos y el primero en alcanzar un reconocimiento internacional, Cristi Puiu, autor de La noche del señor Lazarescu, una obra maestra premiada en esta misma sección cuatro años atrás, se presenta con Aurora, “la historia de un hombre que llega al límite de lo que significa un ser humano y que sigue su destino hasta las últimas consecuencias”, en palabras del propio director. Y Radu Muntean, a quien los seguidores del Bafici recordarán por la minimalista Boogie, trae otra historia de un hombre en una situación límite, Tuesday, After Christmas, donde el protagonista, antes de la noche de Navidad, debe tomar una decisión con respecto a las dos mujeres a las que ama.
A estos nombres se suman también los del canadiense Xavier Dolan (apenas 21 años, revelación de la Quincena de los Realizadores del año pasado por J’ai tue ma mere) y el alemán Christoph Hochhausler (uno de los pioneros de la llamada “Escuela de Berlín”), por lo cual Una Cierta Mirada se perfila como un programa central en el universo de Cannes. Ya el año pasado, en un esfuerzo por revalorizar esta sección, el director artístico de Cannes, Thierry Frémaux, programó varias de las películas que terminaron convirtiéndose en films esenciales de la temporada (Independencia, de Raya Martin; Politist, adjectiv, de Corneliu Porumboiu; Iréne, de Alain Cavalier) y ahora parece ir por más.
No es que a la Competencia Oficial le falten nombres, precisamente. El tailandés Apichatpong Weerasethakul (“Joe” para los amigos), el magistral cineasta de Tropical Malady y Syndroms and a Century, figura clave de la vanguardia más radical, trae Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives, que expandiría el tema de las reencarnaciones que ya vibra en toda su obra previa. El gran Takeshi Kitano, a su vez, propone Outrage, que se anticipa como un regreso a las fuentes del director japonés, la historia del enfrentamiento entre dos bandas yakuza, que tiene al propio Beat Takeshi como el único capaz de ponerle fin.
El iraní Abbas Kiarostami vuelve al concurso oficial de Cannes (donde ya ganó la Palma de Oro en 1997 por El sabor de la cereza) con Copie conforme, una coproducción con Francia, protagonizada por Juliette Binoche y rodada en escenarios naturales de la Toscana, en Italia. Otro reincidente en Cannes, el británico Mike Leigh, también premiado con la Palma (por Secretos y mentiras, en 1996), regresa a la Croisette con Another Year, protagonizada por dos de sus intérpretes favoritos, Jim Broadbent e Imelda Staunton. Y el coreano Lee Chang Dong, que tres años atrás deslumbró aquí en Cannes con Secret Sunshine, ahora vuelve con Poetry, la historia de una anciana que debe enfrentar la responsabilidad de lidiar con su nieto adolescente, involucrado en un crimen.
Un agregado de último minuto al concurso fue Route Irish, de Ken Loach, la historia de la rivalidad de dos ex combatientes británicos en Irak que ahora lucran como contratistas privados en lo que antes fue su campo de batalla. Este es el tercer largo de Loach en la competencia de Cannes de los últimos cinco años, donde ya obtuvo la Palma de Oro por El viento que acaricia el prado, en el 2006.
Fuente: Página 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario