Cartelera porteña
La obra de Jorge Palaz en el teatro Del Nudo
Tres amigos de "toda la vida" idean un proyecto para "tener una esperanza" y de esa manera intentan ayudar a un cuarto que se quedó sordo. Mario Alarcón, Héctor Giovine, Miguel Ángel Martínez y Jorge Ochoa van en busca de El audífono, título de la obra que protagonizan en la porteña sala Del Nudo (Corrientes 1551).
El autor y director de la pieza, Jorge Palaz, convocó a estos cuatro actores para contar la historia de Ernesto, un cantor de tangos (interpretado por Martínez) que llora cada vez que entona "Los mareados", pero que lamentablemente perdió la audición. También está Barilatti (Giovine), un pianista aficionado que pretende convencer a Mingo (Alarcón) y al Tano (Ochoa) de conformar una cooperativa de trabajo que para generar espectáculos de tango, en donde ellos sean los músicos y Ernesto ponga su voz.
Los tres hombres van planificando cómo darle forma a la apuesta, si es que consiguen que el cantor obtenga un audífono a través del Pami y aunque al comienzo el Tano (empleado de Correo) y Mingo (ex vendedor de Terrabusi) se sienten ajenos al "mundo del espectáculo", luego el entusiasmo se apodera de ellos y ponen sus fuerzas en la iniciativa.
"Sin esta esperanza nos tendríamos que poner las pantuflas para siempre", es la frase motivadora que utiliza el entusiasta Barilatti para emprender la cruzada destinada a obtener el audífono y, además, para sacar de la depresión a Ernesto, que supo ser una figura reconocida de la música.
En una plaza como escenario principal, los tres amigos se echan a "volar" y se preparan para armar su productora, conseguir auspiciantes, tramitar el audífono y ayudar a Ernesto, sumándolo al proyecto. Las cosas no le resultan fáciles porque "a nuestra edad están prohibidas las ilusiones", según reflexiona Mingo, pero como sentencia el dicho, "la unión hace la fuerza", y los jubilados van avanzando de a poco.
Una vez obtenido el preciado audífono y cuando todo parece encaminarse, Ernesto recibe una oferta laboral para sumarse a una orquesta de Tango impulsada por el municipio de Avellaneda y el plan de los amigos vuelve a tambalear.
El desenlace es para ver y no para contar, en una historia que se presenta como un "canto a la vida" y que saben llevar adelante los cuatro actores protagonistas, que se destacan en sus roles.
Fuente: Diagonales
La obra de Jorge Palaz en el teatro Del Nudo
Tres amigos de "toda la vida" idean un proyecto para "tener una esperanza" y de esa manera intentan ayudar a un cuarto que se quedó sordo. Mario Alarcón, Héctor Giovine, Miguel Ángel Martínez y Jorge Ochoa van en busca de El audífono, título de la obra que protagonizan en la porteña sala Del Nudo (Corrientes 1551).
El autor y director de la pieza, Jorge Palaz, convocó a estos cuatro actores para contar la historia de Ernesto, un cantor de tangos (interpretado por Martínez) que llora cada vez que entona "Los mareados", pero que lamentablemente perdió la audición. También está Barilatti (Giovine), un pianista aficionado que pretende convencer a Mingo (Alarcón) y al Tano (Ochoa) de conformar una cooperativa de trabajo que para generar espectáculos de tango, en donde ellos sean los músicos y Ernesto ponga su voz.
Los tres hombres van planificando cómo darle forma a la apuesta, si es que consiguen que el cantor obtenga un audífono a través del Pami y aunque al comienzo el Tano (empleado de Correo) y Mingo (ex vendedor de Terrabusi) se sienten ajenos al "mundo del espectáculo", luego el entusiasmo se apodera de ellos y ponen sus fuerzas en la iniciativa.
"Sin esta esperanza nos tendríamos que poner las pantuflas para siempre", es la frase motivadora que utiliza el entusiasta Barilatti para emprender la cruzada destinada a obtener el audífono y, además, para sacar de la depresión a Ernesto, que supo ser una figura reconocida de la música.
En una plaza como escenario principal, los tres amigos se echan a "volar" y se preparan para armar su productora, conseguir auspiciantes, tramitar el audífono y ayudar a Ernesto, sumándolo al proyecto. Las cosas no le resultan fáciles porque "a nuestra edad están prohibidas las ilusiones", según reflexiona Mingo, pero como sentencia el dicho, "la unión hace la fuerza", y los jubilados van avanzando de a poco.
Una vez obtenido el preciado audífono y cuando todo parece encaminarse, Ernesto recibe una oferta laboral para sumarse a una orquesta de Tango impulsada por el municipio de Avellaneda y el plan de los amigos vuelve a tambalear.
El desenlace es para ver y no para contar, en una historia que se presenta como un "canto a la vida" y que saben llevar adelante los cuatro actores protagonistas, que se destacan en sus roles.
Fuente: Diagonales
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