Entusiasmado, informado y ocupado: así se mostró Pedro Pablo García Caffi, en una cena que el jueves último compartió con un pequeño grupo de periodistas a los que el director del Teatro Colón invitó, principalmente, para darle al Ballet Estable el empuje que la compañía bien merece; en este caso, a través de sus talentos más jóvenes. Y además de esa bandera que agitó cada vez que pudo (la de los bailarines, con la que puso énfasis en la necesidad de que el público conociera y se identificara con los artistas que son el presente), en la sobremesa, García Caffi puso de manifiesto otros estandartes artísticos que, con la vuelta a casa, pretende instaurar. Por ejemplo, la inclusión de una obra de la segunda mitad del siglo XX en cada programación anual de ópera. En realidad, aseguró que ya tiene contrato firmado para la apertura de la temporada lírica 2011, que correrá por cuenta de La Fura dels Baus. Los catalanes traerán su versión de la tragedia bufa Le Grand Macabre (música de Ligeti y libreto de Ghelderode), que concibieron el año pasado y tiene en el centro de la escena una muñeca de 17 metros. Gran sorpresa.
Lo de "entusiasmado" para nada viene a significar que a Caffi se lo haya notado liviano. Por el contrario, tal vez por la informalidad del encuentro, en la variedad de temas por los que discurrió la charla, el director matizó expectativa con preocupación y tranquilidad con inquietud. Lo de informado es porque pudo dar respuesta con soltura a temas de muy variada índole: administrativos (conoce del difícil problema de la jubilación, que involucra a casi la mitad del Ballet Estable, y se manifestó resuelto a renovar el plantel, aunque sea con contratos temporarios), políticos (habló de la confianza en sus decisiones, que siente por parte de Mauricio Macri), estructurales (apuesta a una mayor integración con el Instituto Superior de Arte), económicos (hasta aquí, la recaudación de 26,7 millones de pesos por venta de abonos sería récord, según observó) y relativas a la obra (es interesante, si llegara a desarrollarse, el concepto de que el Salón Dorado no sea un mero espacio ornamental). Y cuando apareció un García Caffi, digamos, desinformado, fue con toda intencionalidad: no quiere ni enterarse de la movida que el gobierno porteño está montando puertas afuera para la transmisión callejera de la gala de reapertura del 24 de mayo, porque le basta con estar en cada cuestión que se refiere al interior, que son muchas.
Pero el encuentro y el brindis anteriores a la picada fueron por el Ballet. Por eso mismo, en torno de la mesa estuvieron Lidia Segni, directora de la compañía, y cuatro de los jóvenes artistas (Federico Fernández, Nadia Muzyca, Natalia Pelayo y Gerardo Wyss), que en junio llevarán a escena los roles protagónicos de Manon. (Juan Pablo Ledo y Rosana Pérez completan los tres repartos.) Se trata del estreno para la casa del famoso drama de Kenneth MacMillan, que vino a reponer el coreógrafo inglés Karl Burnett, también presente en la cena. Sencillamente, como razones de su personal elección de estos seis artistas, Burnett consideró: "Ellos son quienes MacMillan hubiera escogido, si estuviera vivo y aquí". Contundente.
Fuente: La Nación
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