Camila Sosa Villada filma en Buenos Aires su primera película. La protagonista de “Carnes Tolendas” habla de su despegue artístico.
Beatriz Molinari
El arte teatral es una caja de resonancias. Camila Sosa Villada lo sabe porque lo vive desde que protagonizó Carnes Tolendas. En la obra encontró la síntesis entre la actriz, la poesía de García Lorca, su condición de travesti y los textos de su blog lanoviadesandro. Carnes Tolendas cerró la temporada 2009 con 75 funciones y 6.369 espectadores durante casi ocho meses de funciones ininterrumpidas en varias salas. El viernes 27 de noviembre cerró el ciclo en La Cochera, donde la obra nació asistida por Paco Giménez y bajo la dirección de María Palacios.
Después fue seleccionada para la Fiesta Nacional del Teatro 2010, en La Plata. Allí Camila hizo doble función porque se quedaba público afuera y volvió a sentir el calor de la aceptación general.
“Nos fue muy bien. Hice dos funciones y volví para acá porque filmamos temprano”, dice Camila desde Buenos Aires, donde se instaló mientras filma su primera película.
“Mi nombre llegó de boca en boca al director Javier van de Couter, que estaba haciendo el casting para su ópera prima”, dice Camila del actor y guionista de cine y televisión, autor del guión de Tumberos. Camila había sido seleccionada en el casting para un papel secundario, pero cuando el director vino a Córdoba a verla en Carnes Tolendas, le ofreció el rol principal.
“Se dieron cuenta de que era mucho más joven. Tenían ya elegida la actriz, pero les gustó mi trabajo. Parece que le serruché el piso”, bromea. Y entonces se mudó en marzo a Buenos Aires.
“El director es muy joven y talentoso. La historia es muy linda. Habla de una aldea gay que existió en Buenos Aires, detrás de la ciudad universitaria donde vivían travestis y homosexuales. La tiraron abajo en 1998”, comenta a propósito del guión de Mía, la película en la que Camila es Ale, una travesti cartonera. Ale se hace amiga de una niña de buena familia que está muy desamparada. Su mamá se suicidó. Su padre, Rodrigo de la Serna, está perdido en la vida. Es alcohólico porque no puede sobrellevar la situación.
“Filmar es una experiencia nueva para mí. El cine tiene tiempos distintos y otro tipo de satisfacción. El teatro es una satisfacción inmediata en todos los sentidos: orgánica y con el público. En el cine estás al servicio de una imagen”, dice Camila.
Cuando la actriz se instaló en Buenos Aires, se relacionó con el Centro Cultural Rojas, que tiene un área que se ocupa del tema de género. Así salió la posibilidad de hacer funciones de Carnes Tolendas, la segunda quincena de mayo.
“Termino de filmar el 15 de mayo. Después se hacen doblajes otros 15 días. Por eso aprovecho para hacer funciones. Además, quedamos seleccionadas por el Bicentenario, para el Encuentro de Estudiantes de Teatro, en junio. El festival reúne a estudiantes de teatro de todo el país”.
La cartonera de Camila es un personaje muy especial. Vive en constante melancolía porque sueña con una familia, con ser más linda, tener un trabajo mejor que el de cartonera. A veces tiene que hacer la calle, se dedica a coser y vive en una casa que es como un palacio derruido al que lleva cosas que recoge en la calle.
Para armar el personaje, Camila buscó el perfil intuitivamente. “Empezamos a enviarnos e-mails con el director. Busqué intuitivamente y propuse que Ale tuviera una mirada melancólica. Sugerí que ella vive en una constante decepción, y empezamos a ponerlo en el cuerpo. Lo bueno fue que ensayamos durante un mes y cada área (vestuario, maquillaje) trabajó para construirlo”, señala.
Buenos Aires, ¿te mata?
La actriz encontró la puerta de Buenos Aires abierta. Desde este presente laboral reflexiona. “Cuando estaba en Córdoba decía que ahí no hay oportunidades, que no hay una política cultural que nos permita vivir del arte, trabajando. Siempre hay mucho de bohemia. Me quejaba de eso. Cuando empezó a suceder Carnes Tolendas, realmente hubo un espacio para mí, entonces me quedé trunca con esa idea. Cuando me llaman para venir a Buenos Aires me enfrento con una ciudad enorme. Lo que le falta a Córdoba le sobra a Buenos Aires y viceversa. En Córdoba la gente es muy fraternal. Hay una costumbre de mantener la amistad y enriquecerla. En Buenos Aires es muy difícil porque las distancias son enormes y la gente está comprometida con otras cosas. Además, es una ciudad preparada para el turismo, entonces todo es más caro y glamoroso. A la vez, tiene algo artificial, que es fascinante. Para la gente que le gusta el teatro es fascinante ver una obra con Norma Aleandro o la de Mike Amigorena. Pero, a la vez, en Córdoba hay algo íntimo que acá no se puede dar. Hay una soledad omnipresente”.
Merello y Baigorria
Camila Sosa Villada sigue ensayando la obra sobre Tita Merello que estrenará hacia fin de año en La Cochera, en la que pone en contacto a la actriz con Billie Holiday. También participará en el Proyecto 6 x 6. En ese cruce de dramaturgos y directores, Camila protagonizará en julio El errante, los sueños del centauro, de Jorge Villegas, que es la historia de Manuel Baigorria. La actriz hará ese personaje. “Es apasionante la historia del desertor de Rosas, que se fue a vivir con los indios y se convirtió en cacique, famoso por su cicatriz en la cara”, anticipa.
Para la actriz, 2010 es consecuencia del despegue en 2009. “Mi vida cambió mucho después de Carnes Tolendas. Sucedió en La Cochera una noche de marzo. No tenía idea de que estaba asistiendo al cambio de mi vida. Leí una frase de Carlyle que dice: ‘La historia universal es el texto que estamos obligados a leer y escribir incesantemente, y en el cual también nos escriben’. Y es cierto. Todo cambió cuando María me convocó para su proyecto”, concluye.
Fuente. La Voz
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