Zully Moreno, Mecha Ortiz y Laura Hidalgo fueron los semblantes de los 40 y 50.
Los nombres de Zulema Esther González Borbón, María Mercedes Varela Nimo o Pesea Faerman no dicen demasiado al lector. Sin embargo sus figuras brillaron delante de millones de ojos frente al lienzo iluminado de los cines de Argentina y Latinoamérica durante décadas.
Entonces, a la inversa de la producción actual, la realización de un film se iniciaba alrededor del brillo de estas actrices de sus gestos de encanto, inocencia o traición. Las actrices ganaban fortunas y el cine argentino era el puntal de exportación de celuloide para el resto de los países de habla hispana.
Y sin embargo los nombres inscriptos en sus documentos no invitan a pensar en el esplendor y el estertor de su presencia en la pantalla. Para que la palabra diva transforme el imaginario de un cuerpo necesitó pasar por más de un alambique, que, mal entendido hoy, se llamaría marketing.
No, ellas poseían más que ropa, posturas y maquillaje deslumbrante. Mucho más que cuidado obsesivo por la luz que se asentaba sobre sus rostros, esos mismos que eran el modelo de belleza de una época. Para transformarse en estrellas tuvieron que colocarse la máscara que hace al artista, la pantalla que hace a la estrella.
Se convirtieron en Zully Moreno, Mecha Ortiz y Laura Hidalgo, los semblantes del cine argentino de los 40 y 50. Su fama no se limita a un aspecto técnico -como si su carne delicada fuera víctima de una maquinaria perversa. Fuera de ese borde, que puede calcular un foquista de oficio, la química única entre el rostro de la diva y la cámara, la figura de la actriz sin colores sobre la pantalla en la oscuridad de la sala, es única e irrepetible. No hay técnica posible para producir ese plus de guiño entre el celuloide y el cuerpo transfigurado de una actriz.
Estrategias de mitificación
Su desaparición es parte de su mitificación, su glorificación en el imaginario. Tiene sentido que Greta Garbo haya desaparecido en la cumbre de su carrera, luego de filmar La mujer de las dos caras, porque su figura queda marcada siempre por su brevedad, por lo que no tiene repetición y de ninguna manera puede ser recreado. También sucedió algo así con las divas argentinas, aunque su ausencia tiene más de una arista. Zully Moreno, luego de la caída de Perón, tomó el camino del exilio y no retomó su carrera, incluso de vuelta en el país. Laura Hidalgo se retiró después de casarse con un marido que no apreciaba que su mujer fuera una imagen pública del deseo. Mecha Ortiz presenta un caso distinto. Olvidada ya en los años 60, fue rescatada -a pedido de Manuel Puig- por Leopoldo Torre Nilsson en Boquitas pintadas y Piedra libre y José Martínez Suárez en Los muchachos de antes no usaban arsénico.
Zully Moreno o la vamp en la escalera
El golpe de estado del 16 de setiembre de 1955 marcó el estertor de la carrera de Zully Moreno. Luis César Amadori, su esposo, había dado expreso apoyo al gobierno de Perón y con la caída del líder había sido encarcelado y torturado por el nuevo régimen. Ese mismo año la pareja viajó a España, donde permaneció hasta 1970, donde la estrella tuvo una intervención limitada en el cine. Participó de algunas producciones mexicanas e ibéricas, pero su aparición en la pantalla llegaría a su fin. Le ofrecieron a mediados de los 60 papeles en un film junto a Vittorio Gassman o, más adelante, en la afamada Camila, de María Luisa Bemberg. Los rechazó a todos, ya no quería mostrar su rostro ante el objetivo de la cámara. En 1970 volvió a la Argentina, un país que había cambiado profundamente, como también su cine, que había realizado transformaciones en su narración, su representación y forma de producción.
Zully Moreno había nacido en el barrio de Villa Ballester, San Martín, el 17 de octubre -vaya fecha- de 1920. En 1938, a partir de un aviso que solicitaba extras, accedió a un papel secundario en Caccedió a un papel secundario en "Cándida", de Luis Bayón Herrera, protagonizado por Niní Marshall. A partir de 1940, ya realizaba coprotagónicos en filmes como "Orquesta de señoritas", "Los martes, orquídeas", con Mirtha Legrand y "Papá tiene novia". En 1940 debutó, además en teatro junto con Tito Lusiardo, Carlos Morganti y Alberto Anchart, y su primer protagónico lo hizo en 1943 en "Stella", y luego formó pareja con Pedro López Lagar en "Apasionadamente" y "Celos".
En 1947 se casó con el director Luis César Amadori, con quien tuvo un hijo, y la ayudó en su carrera, permitiéndole elegir los papeles a interpretar, consagrándose en "Dios se lo pague" y "Nacha Regules", con Arturo de Córdova. Fue dirigida por directores importantes como Mario Soffici en "La gata", por Carlos Hugo Christensen en "La trampa", por Carlos Schlieper en "Cosas de mujer", por Ernesto Arancibia en "La mujer de las camelias" y por Lucas Demare en "Nunca te diré adiós", donde Zully se destacó.
Fue premiada como Mejor Actriz por su labor en "Nunca te diré adiós", "Dios se lo pague" y "La mujer de las camelias". Fue vestida con excelentes ejemplares de Horace Lannes, Paco Jamandreu o Jorge de las Longas y le hizo ganar mucho dinero a la productora Argentina Sono Film, uno de cuyos dueños era su marido. En 1950 filmó tres películas en México, una de ellas fue "María Montecristo", y en 1955, vinculas con el régimen peronista y siendo investigados, se exiliaron por un largo lapso en España. Su último film realizado en Argentina fue "Amor prohibido", donde actuó con Jorge Mistral y Santiago Gómez Cou, que fue filmada a mediados de los 50" y se estrenó tres años después.
En España filmó "Madrugada", por la que ganó un premio como Mejor Actriz, "Una gran señora" y "Un trono para Cristy" (filmada en 1960). En esta década se habló de su regreso a la actuación en una película dirigida por Dino Risi, pero no se concretó su participación, también fue llamada en varias ocasiones para reemplazar temporariamente a Mirtha Legrand en su programa. Después de la muerte de Amadori en 1977, dirigió el Teatro Maipo y presidió la productora Argentina Sono Film, pero luego se alejó del medio y se la veía en contadas oportunidades.
Falleció a los 79 años el 25 de diciembre de 1999 en Buenos Aires, víctima del mal de Alzheimer.
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