lunes, 3 de mayo de 2010

Adjunto en periodismo, Gastón Guglielmmo es el primer preso en enseñar en la UNLP

Inclusión en la Universidad

“Empecé a preferir leer a estar drogado”

Acaso el encierro le dio a Gastón Guglielmmo, de 35 años, lo que el Estado y la sociedad no pudieron o no supieron darle: la chance de estudiar, descubrir sus pasiones, reconciliarse con su autoestima y convertirse hoy en la primera persona del sistema universitario del país que, estando privada de su libertad, se desempeña como ayudante de una cátedra en la facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Faltaba poco para que Gastón finalice la cursada de Análisis de la Información, en 2009, cuando el titular de la materia, Jorge Castro, lo apartó del aula y le dijo: “Tengo que hablar con vos”. Gastón sintió un escalofrío, y se preocupó. Tuvieron que pasar 10 interminables minutos para que llegara el alivio: “Tenés buen rendimiento, mostrás un gran compromiso con el estudio, ¿qué te parece si te propongo como ayudante de cátedra?, oyó de su interlocutor.

El joven de 35 años, que en el encierro ya rindió 11 materias de la carrera de Periodismo y Comunicación Social con un promedio de 9 y que, paralelamente, estudia la licenciatura en Historia que dicta la facultad de Humanidades, no dudó: “Si, por supuesto”, contestó. De inmediato, elevaron una nota al juzgado para que le dieran el permiso para trasladarse de la Unidad Nº 45 de Melchor Romero, en La Plata, donde cumple su condena, a la facultad de Periodismo.

Hoy enfrenta a una veintena de alumnos en el aula 9 de la facultad del Bosque. “Al principio me sentía un poco incómodo”, reconoció, “pero ahora siento que puedo hacer aportes coherentes, porque estoy seguro de lo que sé”, agregó.

Historia de vida. Gastón es oriundo de Lomas del Mirador, en la Provincia de Buenos Aires. Fue detenido en 2002 y alojado en la cárcel de Devoto. Su único capital académico era la primaria, completa. Como la gran mayoría de los detenidos, empezó a estudiar para acceder a mejores condiciones de encierro. Eligió la carrera de Sociología, pero pronto despertó en él un interés que ignoraba que tenía: su gusto por la historia. De a poco, fue cambiando sus momentos de ocio por largas horas en la biblioteca y esa pasión lo llevó más lejos todavía: nació en él un repentino interés por la vida política y social del país: “Me fui dando cuenta de que me gustaba mucho leer libros de historia y de política y empecé a interesarme por lo que pasa al país”, señaló.

Cuando empezaron a trasladarlo de unidad en unidad, solicitó a la Justicia que le dieran un destino donde poder estudiar. Fue así que terminó en la de Melchor Romero, donde eligió cursar periodismo, para en un futuro, convertirse en Planificador Social, una de las orientaciones que ofrece la carrera. Luego inició sus estudios en Historia.

Hoy, siente que la materia que dicta junto a Jorge Castro (Análisis de la información) "está buenísima y es muy importante".

–¿Qué posibilidades le brindó el estudio?

–Otro panorama de las cosas. Más allá de que pienso que estoy mal condenado, es real que tenía una vida desordenada, equivocada, de la cual estoy totalmente arrepentido. Lamentablemente, tuve que pasar por esta situación para darme cuenta y me arrepiento de no haber agarrado los libros antes. Además, me di cuenta de que se pueden lograr cosas de otras maneras, que uno es capaz. Hasta quedar detenido, era adicto a la marihuana y, a través del estudio, la dejé, de un día para otro. Quería estar fresco, pilas para comprender las cosas. Empecé a preferir leer un libro a estar drogado.

Gastón tiene una seguridad envidiable sobre lo que quiere para su futuro: “Me quiero recibir y trabajar de esto. Tengo pensado seguir Planificación Social y, pese a que Periodismo es mi prioridad, también quiero terminar Historia”.

–¿Cómo se prepara para dar la clase?

–Pongo mucho empeño y compromiso en la cursada, porque para mí es importantísimo. Leo los textos que tenemos que dar a los alumnos. Ahora Jorge me va a dar temas para profundizar y exponer frente a la clase.

–¿Qué análisis hace de los medios hoy?

–Los medios tiene que cambiar la forma de informar. No me gusta cómo se plantea el tema de la inseguridad. Yo veo la tele y los pibes están muy perdidos. Pero qué se puede esperar de un chico que nació en una familia que nunca tuvo trabajo, que no pudo ir a la escuela… Es un problema social que no se soluciona con más penas. Cuando informan sobre un delito, donde mataron a alguien, los medios van y le preguntan a los familiares. Obviamente van a pedir que los maten a todos o suban las penas. Pero es un problema de exclusión y falta de contención. En los últimos 15 años, se reformó 47 veces el Código Penal. Las cifras indican que en 1997 había 200 mil delitos al año. En 2009, la cifra llegó a 500 mil.

Gastón se niega a convertirse en ejemplo para los demás, pero acepta dar un consejo: “A los chicos” (por sus compañeros detenidos) les sugiere “que estudien” y que “no aflojen” ante las adversidades adentro y fuera de la cárcel. “Tenés que tener mucha voluntad y seguridad de lo que querés”, sostiene.

Eran casi las 21 y el camión de traslado lo esperaba afuera de la facultad. Gastón debía regresar al penal de Melchor Romero. En 7 días, volverá a respirar el aire de la ciudad, cuando ensaye, frente a los alumnos, algunas herramientas para que los futuros comunicadores nunca caigan presos de la información.

Fuente: Diagonales

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