lunes, 10 de mayo de 2010

Orson Welles y su Citizen Q

Era un hombre que no creía en nada. Solo creía en su personalidad. ¡Terriblemente cínico! Pero la gente no podía dejar de quererlo. Provocaba una gran admiración", declaró alguna vez Orson Welles sobre su emblemático personaje Charles Foster Kane, protagonista de la película Citizen Kane, y no fueron pocos quienes creyeron que esas palabras podían tranquilamente adaptarse a la propia figura del artista.

Flavio Mogetta

Welles nació en Wisconsin (Estados Unidos) el 6 de mayo de 1915 y las pruebas de su talento pueden rastrearse en distintos medios: televisión, radio, teatro y hasta en la televisión. Él fue el responsable de llevar al mundo radiofónico, el 30 de octubre de 1938, la invasión marciana a la Tierra propuesta por otro Welles, el británico Hebert G. con su narración La guerra delos mundos, en una dramatización que conmocionó a toda la sociedad norteamericana.

Orson Welles era el dueño de un gran talento pero, sin embargo, siempre tuvo grandes problemas para llevar a buen puerto sus proyectos. Con la notable excepción de Citizen Kane, en el resto de sus obras tuvo problemas con los productores, que no le dieron el dinero y/o la libertad que el creía necesaria, no confiaron en sus proyectos o modificaron su montaje de autor.

Algo de eso ocurrió con su inacabada versión cinematográfica de Don Quixhot, basada en la novela de Miguel de Cervantes Saavedra, que el realizador comenzó a filmar en 1957 y cuyo rodaje se extendió hasta 1973. De ese proyecto protagonizado por Francisco Reiguera (Don Quijote), Akim Tamiroff (Sancho Panza), Patty McCormack (Dulcinea) y Orson Welles (narrador), se conservan cuarenta minutos de película editados y doblados por el director en la Filmoteca Española en Madrid y otros rollos del film en poder del italiano Mauro Bonnani en Roma.

Don Quixhot surgió como un especial de media hora para televisión, en el que el propio Welles contaba la historia del Quijote a una niña, introduciendo al personaje en el mundo moderno. Sin embargo, el proyecto comenzó a crecer en su mente y, según afirmaba el propio Welles parafraseando a Cervantes, "los personajes cobraron demasiada importancia y se le fueron de las manos". Ahí empezaron los problemas, porque a él se le escapó de las manos el presupuesto y el dinero que poseía para culminar el rodaje. La plata que poseía para hacer el especial se acabó durante el comienzo del rodaje en México, y el resto lo tuvo que financiar de su propio bolsillo, tal como sucedió en Othello (1952). Y su modo de recabar fondos era actuando en películas baratas y filmando por encargo de vez en cuando para la televisión. El rodaje continuó a lo largo de varios años, en Italia y España, y cada vez que conseguía algo dinero. Para que le rindiera aún más, lo optimizaba minimizando el equipo técnico y artístico y los costos de producción. La historia construida por el artista norteamericano entrecruza continuamente la realidad y la ficción, y sumerge al caballero y su escudero en ambos mundos.

Un año después del comienzo del rodaje, Welles fue entrevistado por André Bazin y Charles Bitsch para la revista Cahiers du Cinéma (nº 84, junio de 1958). El reportaje paseó por todos los proyectos que tenía abiertos el artista, entre ellos, el sueño de plasmar cinematográficamente la novela de Cervantes.

–¿Su Don Quijote se divide en tres episodios?

–No, eso no es verdad. La película está en uno solo.

–¿Se trata de un moderno Don Quijote?

–Sí, en cierto modo. El anacronismo de Don Quijote y su época perdió todo efecto ahora, porque las diferencias entre los siglos XIV y XVI no son muy claras para las personas. Este anacronismo es, entonces, simplemente traducido en términos modernos: Don Quijote y Sancho Panza aparecen en el segundo volumen de Cervantes.

Así que, cuando ambos llegan algún lugar, la gente siempre dice: "¡Adelante! Éstos son Don Quijote y Sancho Panza: hemos leído el libro sobre ellos". Cervantes les dio una dimensión de entretenimiento, como si fueran dos seres de ficción y más real que la vida misma. Mi Don Quijote y Sancho Panza tienen como base la obra de Cervantes, pero son contemporáneos.

–¿La película dura una hora y media?

–Una hora y quince minutos en este momento. Una hora y media cuando esté terminada y cuando se haya disparado la escena con la bomba–H.

–¿Fue filmada más rápido que una película normal?

–No, no es más rápido, pero fue realizada con un grado de libertad que no encontrarían en las producciones normales, porque se hizo sin cortar, sin un hilo narrativo, sin una sinopsis. Es por esto que es tan emocionante, porque es una improvisación real, la historia, los pequeños incidentes, todo fue improvisado.
Son cosas que se encontró en un segundo, en un destello de inspiración, pero después de haber ensayado Cervantes durante cuatro semanas. Ensayamos todas las escenas de Cervantes, como si se fueran a rodar. Se trata de una copia de seguridad de la improvisación de estos ensayos, por la memoria de los personajes.
Es una película muda.

–¿Por qué eligió este método de improvisación?

–Porque nunca lo había hecho: es la única razón. No me resultaba difícil inventar una razón, una razón estética, según la cual una película debe ser rodada en esta manera y decir que no hay otra manera de hacer cine, etc. Pero la verdadera razón es que es un método de filmación que nunca había practicado, pero sí sabía que ciertas películas mudas se habían hecho así. También estaba seguro de que esta historia sería más fresca y más interesante si era realmente improvisada, y lo es, estoy seguro. Por supuesto, se necesita tener una total confianza en los actores: es un método muy especial de trabajar, prácticamente imposible para las películas comerciales.

–Este método de trabajo, sin duda limita su investigación plástica y, de este punto de vista: ¿Su Don Quijote es muy diferente a otras de sus películas?

–No, en absoluto. Es muy estilizada, mucho más que todo lo que he hecho hasta ahora, estilizada en las composiciones, en el uso de lentes. Orson Welles nunca pudo finalizar este proyecto que, en 1992 fue terminado por Jess Franco bajo el nombre Don Quijote de Orson Welles, aunque el resultado final no fue demasiado alentador.

Fuente: Diagonales

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