M, el impostor. Intérpretes: Martín Bossi, Vivian El Jaber, Lorena Risso, Maia Escandarani, María Merolla, María Laura Cattalini, Carla Lanzi, Marcela Gualteri, Leandro Heredia y Martín Marín. Coreografía: Rodrigo Cristófaro y Vanesa García Millán. Vestuario: Mabel Rodríguez y Ana Sans. Luces: Héctor Aguilera. Puesta en escena y dirección: Ana Sans y Manuel Wirzt. Productor general: Diego Djeredjian. En el Broadway 2. Duración: 110 minutos.
Nuestra opinión: buena
Martín Bossi es una de las figuras mediáticas que más ha crecido en los últimos tiempos, a partir de sus imitaciones en el programa de Tinelli. Pero su popularidad no se debe a escándalos ni a vulgaridades sino a su habilidad para transformarse y su talento como cantante.
Era el momento justo como para tener un show propio, y a juzgar por los números, le va muy bien. El público que concurre al Broadway a ver a Bossi es, en su mayoría, aquel que lo conoce de la televisión. Está predispuesto a divertirse sin más pretensiones que verlo hacer las mismas imitaciones que desarrolla en la TV. Pero afortunadamente, Bossi les da más que eso. Y fue astuto. No hizo lo de la mayoría: dirigirse a sí mismo. Llamó a una esteta como Ana Sans y a un conocedor del show, como Manuel Wirzt. Entre ambos logran un music hall ameno -al servicio de una figura, lógicamente- con momentos muy logrados. A su vez, son destacables las hábiles coreografías diseñadas por Cristófaro y García Millán.
Los cuadros principales están dedicados a figuras musicales como Chayanne, Sandro, Joaquín Sabina, Fito Páez o Charly García, pero es en los pequeños momentos en los que más se destaca. como aquel en el que, ante la intimidad de un espejo, apenas se maquilla y, con gestos e inflexiones de voz delinea perfectamente a dos contrapuntos: Cristina Fernández y Mauricio Macri, por un lado; y Ricardo Fort y Zulma Lobato por otro. Lo mejor, sin dudas. A su vez, está acompañado por un solvente elenco, en el que se destaca Vivian El Jaber, en una composición espléndida, como madre.
Tal vez la falta de síntesis en muchos cuadros enturbie la integridad del music hall y revele un evidente exceso de ego de Bossi que podría matizarse con una mayor participación del elenco.
Fuente: La Nación
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