En el teatro La Nonna
Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona protagonizan esta comedia grotesca
Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona subirán este domingo, a las 19.30, al escenario del teatro La Nonna (3 y 47) para hacer Fuego entre mujeres, la elogiada obra que realizan de jueves a sábados en el teatro Petit Tabarís de la porteña calle Corrientes. Con una estética muy almodovariana, las tres actrices se sacan chispas en un espectáculo que además de divertir logra emocionar.
La obra cuenta la historia de tres mujeres atravesadas por una catástrofe familiar, que con humor irónico y mordaz trata temas tan cotidianos como dislocados. Además, está íntegramente musicalizada con los éxitos de Sandro, en un homenaje a uno de los máximos ídolos populares argentinos.
Escrita y dirigida por José María Muscari, este espectáculo es otro desafío del realizador de En la cama y Cash para reír desde el dolor.
Antes de la presentación del domingo, dos de las actrices de la obra, Irma Roy y Mónica Salvador, charlaron con Diagonales sobre su trabajo.
–¿La obra fue ideada como un homenaje a Sandro?
Irma Roy: –Cuando fue pensada la obra, Sandro ni siquiera estaba en la lista de espera (del Incucai) para ser transplantado. Esta obra se pensó con tanta antelación que era un legítimo homenaje en vida. Lo sorprendente fue que, por esas cosas del destino, el día que estrenamos, lo estaban velando, y eso fue muy conmovedor para nosotras.
–¿Qué elementos que refieren a Sandro tiene esta obra?
I.R.: –La música de él ilustra toda la obra y, además, en algunos momentos determina el pase de tiempo, la gente escucha la canción y se da cuenta que la acción que sigue es en otro momento. Y los
personajes son fans, la abuela incorporó el elemento a la familia, se lo pasó a la hija y la hija a su hija.
–Pero la obra no se queda en el homenaje, hay una historia detrás de eso…
Mónica Salvador: –La historia pasa por las tres generaciones, madre, hija y nieta. El director y autor José María Muscari, cuando lo ideó, pensó en el acercamiento de tres generaciones a través de una figura, como la de Sandro, que perduró a través de ellas.
I.R.: –Como dice el personaje de Mónica, es una "familia disfuncional". La abuela, esta vieja que hago yo, es una pirómana, una asesina total; la hija es alcohólica y no acepta su sexualidad, y la nena es bulímica anoréxica.
–Problemas nada sencillos…
M.S.: –Son problemas grandes, grosos. Estas tres mujeres tienen una relación muy fuerte, con diálogos muy modernos en los que está agigantado un maltrato rutinario, cotidiano y no excepcional. Es algo que ocurre hoy con los abuelos, con los padres, en el caso del personaje que hace Dalma es una chica que no se le puede poner límites, cosa que es un conflicto de los padres actuales, que no saben qué hacer, cómo poner límites. De hecho, hombres y mujeres nos dicen que se ven identificados con esto.
I.R.: –Un horror. Cada vez que viene alguien y me dice "usted es igual a mi abuela", yo digo "pobre tipa".
–¿Y todo esto es contado en clave de humor?
I.R.: –Claro, es un grotesco, entonces exacerba todo lo que pueda ser negativo. En realidad, si ves la obra más de una vez, le descubrís matices que no los ves en al primera, y descubrís que Muscari ha logrado hacer un género tan difícil como el grotesco, que es lo que está más "border", como decimos los actores, porque están de internación las tres mujeres de la historia.
M.S.: –De hecho, si hacés la segunda lectura, hay gente que la vuelve a ver y no se ríe, la segunda lectura es muy fuerte. Pero al principio, como es tanta información y en ese estilo del grotesco, uno se ríe, aunque hay gente que dice que se rió y que también se le cayó un lagrimón a la vez.
I.R.: –Nos tocan seres que te cuentan cada cosas… La otra vez, al final de la función, una muchacha se acercó y me dijo "mientras todo se reían, yo lloré como loca, mi hija es anoréxica". Y yo creí que me moría, duele porque hay gente a la que le toca de cerca. Y el personaje de Dalma es una chica bulímica-anoréxica, tiene las dos cosas, un día come sin parar y devuelve y otro no come nada, además tiene el complejo del físico, está mirándose al espejo todo el tiempo. Yo soy psicóloga social, y desde la Psicología te enseñan que, en realidad, el espejo te devuelve la imagen que tenés vos de vos mismo, no la que se proyecta.
–¿Cómo hicieron como actrices para abordar estos dos extremos que tiene la obra, el humor y el dolor?
I.R.: –Fue un sufrimiento total. Me ha costado un esfuerzo enorme abordar el personaje, creo que es de los más difíciles que me ha tocado en suerte, y la verdad es que en un momento dado estuve a punto de irme porque dije "por qué tengo que sufrir tanto si yo trabajo por placer".
–Además, siempre hizo heroínas y ahora le toca un personaje así…
M.S.: –Igual, no contemos el final, pero termina siendo la heroína…
I.R.: –Lo genial de la historia es que han descubierto en mí una veta cómica. Parece ser que yo soy graciosa en la vida real, en el trato cotidiano soy divertida, y nunca me había tocado en suerte un personaje que se aviniera tanto a mí misma, pero como yo no me pego, no me proyecto en esa imagen, me sorprendieron las críticas que descubrieron la faceta de comicidad mía como actriz.
–Es difícil imaginarse en una misma obra a Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona. ¿Cómo hicieron para ensamblar tres personalidades actorales tan distintas?
I.R.: –Eso es lo que trató de ensamblar Muscari. Incluso, él nos convocó porque no teníamos nada que ver una con otra.
M.S.: –Muscari rompe esquemas, es un desafiador.
I.R.: –Mi hija (la también actriz Carolina Papaleo) me dijo, "mamá tenés que hacer esta obra porque entre una estructurada como vos y un transgresor como Muscari, algo va a salir". Y salió esto.
M.S.: Muscari es un tipo muy creativo, muy talentoso, tiene 28 obras estrenadas.
I.R.: Es el Lope de Vega moderno.
–¿Cómo fue trabajar bajo la dirección de Muscari?
I.R.: –Es muy exigente. Con su aparente bondad, te exprime al máximo. Es un muchacho que todos los días viene y te agrega letra. Un día le dije, "pará porque me va a dar un ataque", si no “duermo” la letra yo no sé cuánto sé. Fue muy duro.
M.S.: –Era muy preciso, por eso los ensayos toman un tiempo récord. Sabe lo que quiere, sabe lo que te va a pedir, sabe por dónde tenés que estar, ahora lo que le pase por dentro al personaje es problema tuyo; cuanto más artesano sos de la escena, más trabajás entre lo que te pide y el hecho de que el personaje no pierda la vida, porque Muscari también rompe la estructura de la "cuarta pared", hablamos con el público y volvemos a la escena. Como actores nos ha costado mucho, quizás a Dalma, al ser más jovencita y estar más desestructurada, le costó menos, generacionalmente yo estoy más estructurada. Pero la verdad es que finalmente se logró este encastre entre las tres.
I.R.: –Incluso las críticas dicen que se ve el esfuerzo interpretativo que cada una de nosotras nos vemos obligadas a hacer bajo la batuta de este muchacho que es implacable.
Fuente: Diagonales
Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona protagonizan esta comedia grotesca
Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona subirán este domingo, a las 19.30, al escenario del teatro La Nonna (3 y 47) para hacer Fuego entre mujeres, la elogiada obra que realizan de jueves a sábados en el teatro Petit Tabarís de la porteña calle Corrientes. Con una estética muy almodovariana, las tres actrices se sacan chispas en un espectáculo que además de divertir logra emocionar.
La obra cuenta la historia de tres mujeres atravesadas por una catástrofe familiar, que con humor irónico y mordaz trata temas tan cotidianos como dislocados. Además, está íntegramente musicalizada con los éxitos de Sandro, en un homenaje a uno de los máximos ídolos populares argentinos.
Escrita y dirigida por José María Muscari, este espectáculo es otro desafío del realizador de En la cama y Cash para reír desde el dolor.
Antes de la presentación del domingo, dos de las actrices de la obra, Irma Roy y Mónica Salvador, charlaron con Diagonales sobre su trabajo.
–¿La obra fue ideada como un homenaje a Sandro?
Irma Roy: –Cuando fue pensada la obra, Sandro ni siquiera estaba en la lista de espera (del Incucai) para ser transplantado. Esta obra se pensó con tanta antelación que era un legítimo homenaje en vida. Lo sorprendente fue que, por esas cosas del destino, el día que estrenamos, lo estaban velando, y eso fue muy conmovedor para nosotras.
–¿Qué elementos que refieren a Sandro tiene esta obra?
I.R.: –La música de él ilustra toda la obra y, además, en algunos momentos determina el pase de tiempo, la gente escucha la canción y se da cuenta que la acción que sigue es en otro momento. Y los
personajes son fans, la abuela incorporó el elemento a la familia, se lo pasó a la hija y la hija a su hija.
–Pero la obra no se queda en el homenaje, hay una historia detrás de eso…
Mónica Salvador: –La historia pasa por las tres generaciones, madre, hija y nieta. El director y autor José María Muscari, cuando lo ideó, pensó en el acercamiento de tres generaciones a través de una figura, como la de Sandro, que perduró a través de ellas.
I.R.: –Como dice el personaje de Mónica, es una "familia disfuncional". La abuela, esta vieja que hago yo, es una pirómana, una asesina total; la hija es alcohólica y no acepta su sexualidad, y la nena es bulímica anoréxica.
–Problemas nada sencillos…
M.S.: –Son problemas grandes, grosos. Estas tres mujeres tienen una relación muy fuerte, con diálogos muy modernos en los que está agigantado un maltrato rutinario, cotidiano y no excepcional. Es algo que ocurre hoy con los abuelos, con los padres, en el caso del personaje que hace Dalma es una chica que no se le puede poner límites, cosa que es un conflicto de los padres actuales, que no saben qué hacer, cómo poner límites. De hecho, hombres y mujeres nos dicen que se ven identificados con esto.
I.R.: –Un horror. Cada vez que viene alguien y me dice "usted es igual a mi abuela", yo digo "pobre tipa".
–¿Y todo esto es contado en clave de humor?
I.R.: –Claro, es un grotesco, entonces exacerba todo lo que pueda ser negativo. En realidad, si ves la obra más de una vez, le descubrís matices que no los ves en al primera, y descubrís que Muscari ha logrado hacer un género tan difícil como el grotesco, que es lo que está más "border", como decimos los actores, porque están de internación las tres mujeres de la historia.
M.S.: –De hecho, si hacés la segunda lectura, hay gente que la vuelve a ver y no se ríe, la segunda lectura es muy fuerte. Pero al principio, como es tanta información y en ese estilo del grotesco, uno se ríe, aunque hay gente que dice que se rió y que también se le cayó un lagrimón a la vez.
I.R.: –Nos tocan seres que te cuentan cada cosas… La otra vez, al final de la función, una muchacha se acercó y me dijo "mientras todo se reían, yo lloré como loca, mi hija es anoréxica". Y yo creí que me moría, duele porque hay gente a la que le toca de cerca. Y el personaje de Dalma es una chica bulímica-anoréxica, tiene las dos cosas, un día come sin parar y devuelve y otro no come nada, además tiene el complejo del físico, está mirándose al espejo todo el tiempo. Yo soy psicóloga social, y desde la Psicología te enseñan que, en realidad, el espejo te devuelve la imagen que tenés vos de vos mismo, no la que se proyecta.
–¿Cómo hicieron como actrices para abordar estos dos extremos que tiene la obra, el humor y el dolor?
I.R.: –Fue un sufrimiento total. Me ha costado un esfuerzo enorme abordar el personaje, creo que es de los más difíciles que me ha tocado en suerte, y la verdad es que en un momento dado estuve a punto de irme porque dije "por qué tengo que sufrir tanto si yo trabajo por placer".
–Además, siempre hizo heroínas y ahora le toca un personaje así…
M.S.: –Igual, no contemos el final, pero termina siendo la heroína…
I.R.: –Lo genial de la historia es que han descubierto en mí una veta cómica. Parece ser que yo soy graciosa en la vida real, en el trato cotidiano soy divertida, y nunca me había tocado en suerte un personaje que se aviniera tanto a mí misma, pero como yo no me pego, no me proyecto en esa imagen, me sorprendieron las críticas que descubrieron la faceta de comicidad mía como actriz.
–Es difícil imaginarse en una misma obra a Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona. ¿Cómo hicieron para ensamblar tres personalidades actorales tan distintas?
I.R.: –Eso es lo que trató de ensamblar Muscari. Incluso, él nos convocó porque no teníamos nada que ver una con otra.
M.S.: –Muscari rompe esquemas, es un desafiador.
I.R.: –Mi hija (la también actriz Carolina Papaleo) me dijo, "mamá tenés que hacer esta obra porque entre una estructurada como vos y un transgresor como Muscari, algo va a salir". Y salió esto.
M.S.: Muscari es un tipo muy creativo, muy talentoso, tiene 28 obras estrenadas.
I.R.: Es el Lope de Vega moderno.
–¿Cómo fue trabajar bajo la dirección de Muscari?
I.R.: –Es muy exigente. Con su aparente bondad, te exprime al máximo. Es un muchacho que todos los días viene y te agrega letra. Un día le dije, "pará porque me va a dar un ataque", si no “duermo” la letra yo no sé cuánto sé. Fue muy duro.
M.S.: –Era muy preciso, por eso los ensayos toman un tiempo récord. Sabe lo que quiere, sabe lo que te va a pedir, sabe por dónde tenés que estar, ahora lo que le pase por dentro al personaje es problema tuyo; cuanto más artesano sos de la escena, más trabajás entre lo que te pide y el hecho de que el personaje no pierda la vida, porque Muscari también rompe la estructura de la "cuarta pared", hablamos con el público y volvemos a la escena. Como actores nos ha costado mucho, quizás a Dalma, al ser más jovencita y estar más desestructurada, le costó menos, generacionalmente yo estoy más estructurada. Pero la verdad es que finalmente se logró este encastre entre las tres.
I.R.: –Incluso las críticas dicen que se ve el esfuerzo interpretativo que cada una de nosotras nos vemos obligadas a hacer bajo la batuta de este muchacho que es implacable.
Fuente: Diagonales
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