Argentina, Setiembre de 2009
No se lo propuso, pero lo está consiguiendo: hace un año y medio que Mauricio Macri escribe una página singular del grotesco criollo. Hace un año y medio que es jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Desde los tiempos en que tomó como plataforma de lanzamiento la conducción (el gerenciamiento, diría él) de uno de los clubes de fútbol más populares y de innegable raíz obrera para transformarlo en una empresa, Mauricio Macri es uno (no el único) de los continuadores de aquel estereotipo instaurado por Carlos Menem en los 90: el de hombre de negocios exitoso. El “ganador” que, sostenido por el establishment, penetra mentes interesadas y subjetividades ingenuas o simplemente desprevenidas, para consagrarse como una de las figuras protagónicas de la política argentina.
Cierto es que los 90 y su década infame han concluido, y que el cuento del “fin de la Historia” que, Fukuyama y otros gurúes neoliberales mediante, anunciaban y justificaban el mundo unipolar, se cayó por sí mismo, sin que lo empujaran. Pero quedan sus decantados; por qué negarlos si todavía los padecemos. Qué duda cabe de que Mauricio Macri es uno de ellos.
En su libro Literatura Argentina y Política, David Viñas dice que el grotesco criollo es la caricatura del orden liberal puesto en crisis cuando representantes de las grandes masas populares accedieron al gobierno a través del voto secreto, obligatorio y universal (universal para los hombres en la primera mitad del siglo XX, nos permitimos agregar). El grotesco sería el malestar de una época transformado en palabra. El maestro agrega que sus modelos reiterados provienen del sainete. El grotesco es, en definitiva, un derrotado que se embellece a través del “mito del fracaso”.
Si el malestar de ésta época tiene su expresión en la palabra de Mauricio Macri, esta época es pobre de solemnidad. Nuestro grotesco actual no se embellece a través del “mito del fracaso”, sino que se desfiguró y contrajo en el “mito del éxito”, generado durante el menemato. Y ya sabemos a qué condujo ese mito.
El grotesco tinelliano en viaje al Segundo Centenario mostró en la figura de Mauricio Macri la caricatura de un sainete neoliberal a ultranza, propuesto para la sociedad del espectáculo (como llamaba Guy Debord a los medios hegemónicos), en reemplazo de la política. Más preocupados por la performance que por lanzar propuestas, en el apoyo concreto a los candidatos a legisladores para las elecciones del 28 de junio último, ni Macri ni la cabeza de lista del Pro, Gabriela Michetti, lanzaron propuestas. Por el contrario, ellos insisten en el sonsonete de críticas del más variado tipo al gobierno nacional, al que culpabilizan de todo lo que el Pro no ha cumplido en su propia gestión. ¿Le atribuirán también responsabilidades en el vendaval destructor de políticas sociales, educativas y culturales que asola nuestra ciudad? Veamos adónde apuntan.
Los cañones de Mauricio
La gestión de Mauricio Macri en el gobierno de la ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta como jefe de su gabinete (en realidad, con ejercicio de atribuciones propias de un vicejefe de gobierno), y Hernán Lombardi en el ministerio de Cultura, continúa con una política de privatización, destrucción y vaciamiento de todo lo valioso y genuinamente popular que florece en los distintos ámbitos culturales y educacionales de Buenos Aires. Pasemos revista a algunas de las arremetidas del tsunami macrista:
Primeros blancos.
Recorte de los presupuestos destinados a las murgas. El carnaval, verdadera expresión de alegría y cultura popular, donde las diferencias entre las clases sociales quedan momentáneamente suspendidas y aflora, sobre todo, la creatividad de los jóvenes, parece molestar a la gestión Macri. Los recortes a las asignaciones que ayudaban a sostener sus gastos son continuos y asfixiantes.
Cambio de sentido a Puerto Pibes. Instaldo en un predio del barrio de Núñez, cerca del Aeroparque, esta suerte de polideportivo (tal vez casi el único en nuestra ciudad) brindó contención a chicos de familias con necesidades básicas insatisfechas: es decir, las más pobres entre las pobres. No sólo ha sido Puerto Pibes un espacio de juego y formación paa niños, sino que a la vez proporcionó una salida laboral digna a los adolescentes, rescatándolos de la marginalidad que supone el trabajo en la calle. Por año llegaron a pasar por Puerto Pibes 30 mil chicos. En 2008 la cifra se redujo a 3 mil, dentro de un plan de vaciamiento minucioso e implacable que comenzó un año y medio atrás. De las 120 camas que había, sólo quedan hoy 30. Los colchones han desaparecido, no se reponen insumos, se recortan recursos, no se llenan las vacantes que se producen en los puestos de trabajo, el suministro de gas se desvaneció en el aire. En una convivencia solidaria y afín al proyecto originario, Puerto Pibes cedió un a parcela para el funcionamiento de una escuela primaria y un jardín de infantes. Hasta que la gestión Macri decidió que buena parte del predio estuviera dedicada a la formación de los agentes de la futura policía de la ciudad. La invasión es una muestra más del desinterés y el desprecio de estos gobernantes hacia los 1,9 millones de niños, más que pobres, pobrísimos, de los 3.036.000 pibes y pibas que viven en la Capital y el Gran Buenos Aires. Se calcula que el trabajo infantil involucra a 1,5 millón y medio de chicos y chicas entre 5 y 17 años.
Abril. Amenaza de desalojo para IMPA. Pende sobre Impa, empresa recuperada por sus trabajadores, una orden de desalojo judicial que ocultaría un millonario negocio inmobiliario. Pero los trabajadores están dispuestos a resistir, amparados en el apoyo de la barriada y en que, en diciembre de 2008, la Legislatura porteña votó por unanimidad, y que el Poder Ejecutivo tiene que hacer cumplir. La pequeña empresa metalúrgica que hoy nuclea a 63 trabajadores es pionera entre las empresas recuperadas. Funciona en la calle Querandíes, en el barrio de Almagro, y desde 1998 no sólo es ejemplo de autogestión, sino también un Centro Cultural, con sus talleres de Clown, Teatro, Periodismo, de la Memoria; Sexualidad, género y violencia; Candombe; Historia Política Argentina, Video, Danza Bolivianas, Sikuris y Canto con Caja. Alberga el IMPA un Bachillerato Popular (y gratuito) para Adultos, coordinado por la Cooperativa de Educadores Populares; unos 150 alumnos esperan obtener allí su título oficial. Funciona también allí un Centro de Salud gratuito que brinda servicios a los vecinos del barrio. Del 15 al 17 de agosto funcionó en tres pisos de la fábrica la Feria de Libros Alternativa, visitada por más de 7 mil personas, muy jóvenes en su mayoría: una verdadera fiesta cultural, con entrada libre y gratuita.
Abril. Desalojo de Trivenchi. Durante ocho años el Centro Cultural Trivenchi sostuvo un trabajo independiente y autogestivo una búsqueda de crecimiento en el ámbito de la cultura popular. Durante este tiempo mas de 500 personas circulan por mes, gente de distintas clases sociales y de diferentes partes del mundo asisten a sus numerosos talleres gratuitos con la posibilidad de aprender allí diferentes disciplinas y vincularse socialmente con lenguajes y actividades artísticas, que en muchos casos otorgan una salida laboral creativa y digna. El trabajo social no es solo de las puertas hacia dentro, a partir de este grupo de militantes del arte y la cultura popular se expandió la actividad a cárceles, hospitales, villas, plazas y escuelas, dentro y fuera del país.
En el año 2003 el centro cultural sufrió un desalojo a pesar del gran apoyo de los vecinos del barrio de Villa Crespo y fue reubicado por el gobierno de la ciudad en el galpón de la calle Caseros 1712, lugar que, sin ningún tipo de subsidios, fue reacondicionado y puesto en marcha gracias al esforzado trabajo de su cooperativa y de centenares de personas que dejaron su aporte. Hoy una vez mas, este foco cultural independiente y autogestivo, se ve amenazado por quedarse en la calle y ser disuelto, ya que la gestión Macri, como ya lo hizo con otros espacios similares, envió una carta de desalojo. La cooperativa del Trivenchi, símbolo de cultura popular e independiente, está dispuesta a resitir.
Mayo. Desalojo ilegal de la Huerta Orgázmika de Caballito. Fue operado a las cinco de la mañana, sin orden de desalojo, y mediante una brutal represión, seguida de allanamiento. El 19 de mayo, en la sala donde sesionaban, 22 personas fueron detenidas y heridas; entre ellas, una mujer embarazada. La Huerta quedó arrasada después de más de siete años de trabajo, en los que se construyó un modelo antagónico al de urbe deshumanizada: Los orgázmikos construyeron un espacio de encuentro y aprendizaje de los procesos de la tierra y la Naturaleza, de proyectos autogestionados, de búsqueda de alternativas. De desalienación.
Junio. Conflictos en el San Martín y en el Colón. En la puerta y en el hall del Teatro San Martín, se produjo un acto de repudio por dos nuevos despidos en el Ballet Contemporáneo de dicha sala del gobierno porteño. La gota que colmó la paciencia de algunos fueron los recientes despidos de Wanda Ramírez, la única delegada que quedaba en el ballet, y de Pablo Fermani. Estas nuevas medidas en el complejo que dirige Kive Staiff y en el ballet a cargo de Mauricio Wainrot se suman a los siete despidos de bailarines que, en su momento, encabezaron los reclamos por las condiciones laborales en las que estaban desempeñando sus tareas.
Agosto. Violento desalojo del Centro Cultural Almagro. Deshabitado por años, el espacio de la pequeña industria metalúrgica situado en Medrano 473 fue recuperado por organizaciones sociales que se proponían darle un sentido cultural, con talleres artísticos, ayuda escolar, merendero y distintas expresiones que le insuflarían vida nueva, para beneficio de cartoneros, sus hijos y otros trabajadores en situación difícil, y de los vecinos en general. El gobierno de la ciudad ordenó su desalojo, que fue violento, pese a que la veintena de personas que resistían adentro había decidido salir en forma pacífica. Con balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta y palos, muchos palos contra los que defendían el espacio (entre ellos, integrantes de la Asamblea Popular de Almagro), la represión aplicada por la infantería de la Policía Federal dejó decenas de heridos y 13 detenidos, todos ya liberados. Un periodista de Fm La Tribu recibió dos impactos de bala de goma en la frente, Fernando Nuñez, de Radio América, sufrió escoriaciones; recibieron golpes Carlos Marrero de Radio Continental, y la compañera de Fabián Aparicio; todos ellos, junto con un cartonero, fueron trasladados al Hospital Carlos G. Durán.
Agosto. “Exorcismo Cultural” en el cine Teatro 25 de Mayo, Villa Urquiza. Llamadas por la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Villa Urquiza, distintas organizaciones sociales del barrio realizaron una “Exorcismo Cultural” en repudio a las políticas represoras implementadas por la gestión Macri en la ciudad, y al mismo tiempo, por la defensa del Cine Teatro. Hubo cortes de calle, y se leyó una proclama que comenzaba así: “¡El 25 es nuestro! – POR UN PROYECTO CULTURAL DE LOS VECINOS”. Inaugurado a fines de los años 20 con estructura edilicia y acústica que lo colocaban, en pequeña escala, a la altura del Teatro Colón, en el Cine Teatro 25 de Mayo actuaron Carlos Gardel, Agustín Magaldi, Edmundo Rivero, el pianista Bruno Gelber, Gregorio Surif, y las compañías de Olinda Bozán y Jorge Salcedo. Sucesivas crisis económicas pusieron en riesgo de demolición el 25 de Mayo, después de una última función en 1982. Por iniciativa de los vecinos se presentaron en la Legislatura dos proyectos (uno, por el diputado Rubén Campos y otro, por los diputados Daniel Bravo y Raúl Fernández); ambos solicitaban que el predio del Cine 25 de Mayo sea declarado Área de Protección Histórica, para recuperarlo como sala y convertirlo en Centro Cultural. En medio de estas gestiones, los vecinos de Villa Urquiza tomaron como una provocación que, el pasado 27 de julio, Mauricio Macri presentara en sociedad la nueva Policía Metropolitana, con asistencia del jefe designado (y ya “renunciado” por movilización popular) Jorge “Fino” Palacios, cuyo currículum vitae los vecinos recuerdan bien, y repudian. Recuerdan también que están paralizadas las obras en la Guardia del hospital Pirovano, al igual que el Polo Educativo de Saavedra; se incumple la Ley Nº 324, que contempla la situación habitacional de la Traza de la Ex AU3, y no hay programas para la población en situación de riesgo. Hoy, se quejan asambleístas y vecinos, el 25 sigue sin funcionar como cine, con una programación errática, esporádica, con el uso incoherente de sus salas para reuniones de gabinete y banquetes varios, mientras no hay producción propia ni los talleres que los vecinos necesitan. Es extensa la lista de adhesiones a la lucha de Villa Urquiza, simbolizada en su querido 25 de Mayo. Nombraremos apenas algunas: Carta Abierta Comuna 12, Colectivo Cultural Entreletras, Frente Transversal, La Cámpora, Partido comunista, Partido Humanista, Agrupación José Aricó (Partido Socialista), Partido Solidario, Espacio Scalabrini Ortiz (Partido de la Victoria), Peronismo Militante, Red K, Agrupación Zupay, Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Red Eco Alternativa, Liliana Herrero. Y siguen las firmas.
Agosto. Centro Cultural del Sur. En defensa de su continuidad, se celebró en su sede, Caseros 1750, un festival artístico, donde hubo folklore rock, tango, circo, murga. El reclamo popular incluye: a) reapertura del auditorio, clausurado en abril último “preventivamente”, sin que las autoridades comunales hay informado la fecha del comienzo de las reparaciones; b) refacción de la galería de exposiciones, que puede recibir hasta 30 personas, aunque no en su estado actual, con peligro de derrumbe; c) reapertura del taller de Tango; restitución de las horas de clase eliminadas en el taller de Folklore. “¡No al proceso de vaciamiento del Centro Cultural del Sur!” es la consigna de los cientos de vecinos asistentes.
Agosto. Topadoras sobre la Casa Zitarrosa. En Avenida de los Constituyentes al 5700, barrio de Villa Urquiza, funcionaba el centro cultural uruguayo-argentino de ese nombre, bajo la coordinación de Cristina Zitarrosa, hermana del notable cantautor oriental. Una pequeña imprenta, un taller de pintura, un salón de exposición de obras de arte y clases de candombe recreaban algunos de las vertientes del fecundo arte rioplatense. “Fue un allanamiento sin orden previa, tiraron la puerta abajo y tuvimos que sacar todo lo que teníamos”, dijo a los medios Cristina Zitarrosa.
Setiembre. Adeudan más de dos meses de salarios a los elencos de los teatros oficiales. Hablamos del Tatro de la Ribera, el Presidente Alvear, el Regio, el Sarmiento y el San Martín. Dentro del complejo de este último, los actores que representan Marat-Sade permanecen incluso sin firmar contrato. En el caso de los actores que trabajan en los teatros dependientes del gobierno de la ciudad, no puede hablarse de “sueldos” porque se les exige que sean monotributistas, bajo el régimen de”locación de obra”; ergo, no hay convenio colectivo de trabajo. Se trata de una situación crónica que, lejos de remediar, la gestión Macri aprovecha para profundizar. Sabemos que la precarización laboral atenta contra la estabilidad, el acceso a la obra social, y a los beneficios del aguinaldo, los aumentos de salario y la jubilación. Lo que no se sabe es por qué el presupuesto de esos teatros había pasado a depender del jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larreta. Como consecuencia de la presente crisis, el manejo de ese presupuesto fue restituido a la órbita de Cultura, bajo la dirección de Hernán Lombardi. Antes de cada función, actores de los respectivos elencos leyeron un documento elaborado por el Plenario de Delegados, encuadrados en la Asociación Argentina de Actores. Hubo meses antes despidos en el Teatro San Martín por el reclamo de acceder a una obra social, una ART y mejores condiciones de trabajo. La Asociación de Actores acusó al gobierno de Macri de “minimizar o llevar a la intrascendencia la gravitación y los alcances del Complejo Teatral de Buenos Aires, mediante el retaceo y recorte de las partidas presupuestarias que le fueron asignadas”. El sindicato de Actores también denunció que el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, nunca les concedió una entrevista, a pesar de que la viene solicitando desde principios de su gestión. A todo esto se agrega la desfinanciación de PROTEATRO (Instituto para la Protección y Fomento de la Actividad Teatral no Oficial de la Ciudad de Buenos Aires). Se trata de la entidad que registra grupos teatrales estables, salas teatrales no oficiales y productoras teatrales de la Ciudad de Buenos Aires, para tramitar subsidios a la producción teatral.
Movimiento Afrocultural Bonga. Centro cultural alternativo afro, con talleres de diverso tipo, recibió orden de desalojo. El gobierno de la ciudad le ofrece, en cambio, daría el uso del CC Plaza Defensa, donde sus integrntes no podrían tener su vivienda ni llevar adelante los talleres que les permiten subsistir. Herrera 313, Barracas.
Centro Cultural Defensa. Si es cedido al Movimiento Afrocultural Bonga, quedarían afuera los trabajadores que vienen sosteniendo este el espacio desde hace diez años y quedaría candelada la programación artística prevista hasta fin de año. Defensa
535, San Telmo.
Centro Cultural Flores. Fundado y coordinado por la Asamblea de Flores, acaba de recibir el primer aviso de desalojo. Avellaneda 2177.
Casa de la Cultura Compadres del Horizonte. Con problemas de vieja data, después de la tragedia de Cromañón sufrió clausura. Gracias a no pocos sacrificios y la colaboración de los vecinos de su barrio y de Parque Patricios, se lo puso en condiciones de responder a las nuevas exigencias. Con todo, ahora han clausurado el salón en el que tocaban grupos musicales, que dejaban aportes con los que se sostenían merendero y las actividades sociales para los niñ@s del barrio. Combate de los Pozos 1983, Constitución.
Grupo de Cine Libre de Parque Rivadavia. El gobierno de la ciudad, mediante la UCEP (Unidad de Control de los Espacios Públicos) y la policía, intenta impedir que continúen las actividades culturales gratuitas que el colectivo de cine y otros artistas callejeros desarrollan en el Parque.
Octubre. En una burda maniobra legal, de llamativa celeridad, Oscar Furchi y Maximiliano Verón serán llevados a juicio los próximos 5, 6 y 7 de octubre ante el Juzgado Penal Nº 2. Ambos están imputados de “resistencia a la autoridad y destrucción de la propiedad pública”, debido a su participación en la protesta organizada el pasado 13 de marzo por medio centenar de vecinos del barrio San Cristóbal, contra el enrejado de la mítica Plaza Martín Fierro, escenario de luchas obreras en la Semana Trágica de 1919. Bajo la consigna “NO a las rejas de Macri” los vecinos marcharon al CGP más cercano, en la calle Sarandí 1263, para entrega, a modo de protesta, parte de la tela metálica perimetral con la que se intentó cercar el simbólico predio. El objetivo era defender un patrimonio cultural histórico del barrio, avasallado por la política de cierre y apropiación de espacios públicos llevada adelante por la gestión macrista. En un operativo “cerrojo”, la columna de vecinos que marchaba de manera pacífica fue interceptada por policías de civil que emprendieron una dura golpiza, auxiliados por gases, carros hidrantes y por la estratégica presencia de dos cuerpos de Infantería.
Desde hace bastante
Ley de Mecenazgo. Se impone revisarla. Es demostrativa de que el jefe de gobierno responde con fidelidad a los intereses de su clase. Se trata de una herramienta que garantiza las ganancias empresarias, en detrimento de las necesidades básicas del pueblo de Buenos Aires, y que profundiza la mercantilización de los derechos sociales conquistados por la clase trabajadora a lo largo de años de lucha. La Ley de Mecenazgo de la ciudad permite descargar impuestos sobre ingresos brutos sobre eventos culturales, y aparecer como sponsor de los mismos. Negocio redondo: no hay aporte de capital extra, y permiten que las empresas se publiciten y digiten la cultura.
Teatro Colón. Ejemplo de los empoderamientos que habilita la Ley de Mecenazgo (aquí, asociada a la Ley de Autarquía de este teatro en particular), el Colón, símbolo de la vida cultural de los argentinos, ha sido devastado por un plan de privatización y banalización que arrastra en su torrente destructivo los talleres que le daban una autonomía y autoabastecimiento ejemplares en el mundo. Lo mismo ocurrió con sus escuelas de formación artística, auténtico semillero de talentos; donde estaban las aulas se abrirán salones para reuniones “VIP”. ¿Cómo puede ser que proyecten reemplazar salas de ensayo de las orquestas, del ballet, de talleres de producción, en confiterías, restaurants, sucursales del Banco Ciudad, tiendas de souvenirs e incluso una concesionaria de General Motors? Y qué decir de los atropellos sufridos por los trabajadores de planta, más los contratados que vienen realizando su labor por años, los técnicos de alta calificación de sus talleres, los músicos, cantantes y bailarines que sostuvieron con su arte la colocación de este coliseo entre los primeros del mundo. Fueron trasladados a otros espacios, en condiciones que no cumplen con las elementales necesidades de cada actividad, y sin el menor respeto a las condiciones laborales. El centenario del Colón, cumplido el 25 de mayo de 2008, lo encontró cerrado, tal como sigue a la fecha, desde que en octubre de 2006 clausuraron sus puertas para una “puesta en valor”, sin consultar a los trabajadores de la casa, quienes conocen bien la infraestructura del edificio. Una de las refacciones provocó una rajadura que, partiendo de uno de los subsuelos, llegó al techo, por lo que una pared fue apuntalada. La planeada privatización de las futuras producciones exigía abrir una entrada para contenedores. Bajo el gobierno de Mauricio Macri, la gestión García Caffi ordenó el traslado de 480 artistas, cantantes, pianistas, fotógrafos, camarógrafos, arquitectos, herreros, etc., etc., a destinos que poco y nada tienen que ver con su formación y la carrera desarrollada. Ejemplo de esto es el cantante lírico que, con 30 años de trayectoria, con actuaciones en los más importantes coliseos del mundo, premiado y reconocido internacionalmente, hoy entrega números a los pacientes del Hospital Alvarez. Es decir, que para ahorrarse pagar los costos (monetarios y políticos) de una indemnización, envían a un artista a realizar tareas que jamás estuvieron en su horizonte, lo que puede sumirlo en el abatimiento o llevarlo a la renuncia. Son 808 los trabajadores que aun pertenecen al Teatro Colón, o a lo que resta de él, y que se preguntan: ¿Hacía falta comprometerse con préstamos millionarios solicitados al Banco Interamericano de Desarrollo, y que pagaremos durante años los ciudadanos de esta ciudad con nuestros impuestos, sólo con el fin de destruir nuestro teatro? La proyección del Teatro excede el ámbito de la Ciudad, ya que es patrimonio de todos los argentinos. El Colón es del pueblo –diría nuestro querido y recordado Osvaldo Pugliese–, y por ello debe volver al pueblo. Ante todo, sus trabajadores deben ser respetados en sus derechos.
Escuela de Artes Manuel Belgrano. Desde fines del año pasado, sus alumnos y docentes resisten el intento de vaciamiento por parte del gobierno de la ciudad.
Idiomas y dependencia cultural. Y si de idiomas que proponen un afianzamiento de la dependencia cultural se trata, es inaceptable el plan de dictar en inglés materias como Matemática, Física y Química en el nivel secundario. La enseñanza de un idioma extranjero como materia específica es suficiente para ampliar horizontes culturales e instrumentales. En todo caso, sería interesante priorizar la enseñanza del portugués, que nos permitiría estrechar lazos con Brasil, país hermano integrante de Unasur. Habrá que ver si este proyecto se bajó o no. Entre tanto, Mauricio Macri, como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, inauguró el 28 de agosto pasado en el Teatro San Martín la 5ª Conferencia Internacional de Wikipedia, el conocidio sitio de Internet. Inició Macri su discurso en inglés, como reiterada expresión de su vasallaje cultural. Y como el inglés que utiliza resulta macarrónico, entre las presencias extranjeras circuló un rumor de risas, que llevó al mandatario a concluir sus palabras en criollo.
Cuadro de situación
En fin, lo que aquí describimos es apenas una muestra, seguramente incompleta, de un modelo que apunta al vaciamiento de espacios y programas populares, mientras se destinan este año nada menos que 317 millones de pesos a “consultorías”, se subejecutan las partidas destinadas a sostener programas sociales, culturales y educativos, se aumentan los subsidios a los sectores privados, se realizan compras directas sin licitación, y por montos importantes, y se dejan en manos de subcontratistas obras que antes realizaban trabajadores del Estado, posibilitando con estas prácticas todo tipo de negocios. A la vez, se multiplican formas de contratación que propician la fragmentación de los trabajadores, con el objetivo de de minar su capacidad de organización y lucha contra los avasallamientos. La precarización laboral atenta contra la estabilidad, el acceso a la obra social, y los beneficios del aguinaldo, los aumentos de salario y la jubilación.
Pero no todo está perdido.
Esto pasa en una Buenos Aires que asombra a los extranjeros la variedad y calidad de la vida cultural a lo largo de las cuatro estaciones del año: museos, teatros, cines, cafés literarios, recitales, galerías de arte, ferias artesanales, librerías.
La eclosión social de diciembre de 2001 marcó el fin de la “ciudad financiera” que comenzó a perfilarse en los años 90 bajo la hegemonía del modelo neoliberal. Y en plena crisis del 2002, se habló de plasmar una contracultura o cultura alternativa, a la vez como espacio y herramienta para la construcción de poder popular. Se abrieron centros culturales dentro de empresas recuperadas por los trabajadores, surgieron comisiones de cultura en las asambleas barriales nacidas de los cacerolazos del 2001, proliferaron los talleres, se multiplicaron las gestiones de teatro alternativo hecho con mínimos recursos materiales.
Por su historia lejana y reciente, y por su conformación social, Buenos Aires es una verdadera ciudad cultural, con un amplio espectro de realizaciones, no sólo en el centro del campo de la cultura, sino también (como respuesta de resistencia a las leyes del mercado), en la periferia, o fuera de los circuitos comerciales. Si sumamos las expresiones de rechazo de la política de vaciamiento de las que dimos cuenta arriba, si se organizan las voluntades y se potencian las capacidades de construcción, vamos a poder enfrentar las grotescas pretensiones macristas de vaciamiento de la cultura, para recuperar y resignificar la ciudad de Buenos Aires como espacio del pueblo. Buenos Aires, ciudad cultural e inclusiva, sin desalojos ni maltratos a los que menos tienen.
Para terminar, aunque no en forma definitiva, aquí citamos a Roque Dalton:
Juro que lo oí decir
“Salvo en una sociedad completamente justa,
Lo mejor de la vida es ser jefe”.
El espejo para el vampiro.
Para descubrir a un burócrata
plantéale un problema ideológico.
El rostro del problema
no se reflejará en el burócrata.
El rostro del burócrata
no se reflejará en el problema.
(*) Ana María Ramb es escritora y periodista. Recibió el Premio Casa de las Américas – La Habana, Cuba – en 1975 con su novela para adolescentes Renancó y los últimos huemules, escrita en coautoría con José Murillo. Fue galardonada además otras distinciones internacionales, otorgadas en México, Colombia, Costa Rica y España. Es autora y editora de varias antologías entre las que se destacan Cuentos para compartir (1993), Volar en barrilete (1997) y Pasión y coraje (I, II y III) (serie de textos sobre mujeres, 1999, 2001 y 2002).
Fotografía: Facundo Miguel Nívolo y Natalia Pastor
Dibujos, imágen y diseño: Caro Butrón Avalos
No se lo propuso, pero lo está consiguiendo: hace un año y medio que Mauricio Macri escribe una página singular del grotesco criollo. Hace un año y medio que es jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Desde los tiempos en que tomó como plataforma de lanzamiento la conducción (el gerenciamiento, diría él) de uno de los clubes de fútbol más populares y de innegable raíz obrera para transformarlo en una empresa, Mauricio Macri es uno (no el único) de los continuadores de aquel estereotipo instaurado por Carlos Menem en los 90: el de hombre de negocios exitoso. El “ganador” que, sostenido por el establishment, penetra mentes interesadas y subjetividades ingenuas o simplemente desprevenidas, para consagrarse como una de las figuras protagónicas de la política argentina.
Cierto es que los 90 y su década infame han concluido, y que el cuento del “fin de la Historia” que, Fukuyama y otros gurúes neoliberales mediante, anunciaban y justificaban el mundo unipolar, se cayó por sí mismo, sin que lo empujaran. Pero quedan sus decantados; por qué negarlos si todavía los padecemos. Qué duda cabe de que Mauricio Macri es uno de ellos.
En su libro Literatura Argentina y Política, David Viñas dice que el grotesco criollo es la caricatura del orden liberal puesto en crisis cuando representantes de las grandes masas populares accedieron al gobierno a través del voto secreto, obligatorio y universal (universal para los hombres en la primera mitad del siglo XX, nos permitimos agregar). El grotesco sería el malestar de una época transformado en palabra. El maestro agrega que sus modelos reiterados provienen del sainete. El grotesco es, en definitiva, un derrotado que se embellece a través del “mito del fracaso”.
Si el malestar de ésta época tiene su expresión en la palabra de Mauricio Macri, esta época es pobre de solemnidad. Nuestro grotesco actual no se embellece a través del “mito del fracaso”, sino que se desfiguró y contrajo en el “mito del éxito”, generado durante el menemato. Y ya sabemos a qué condujo ese mito.
El grotesco tinelliano en viaje al Segundo Centenario mostró en la figura de Mauricio Macri la caricatura de un sainete neoliberal a ultranza, propuesto para la sociedad del espectáculo (como llamaba Guy Debord a los medios hegemónicos), en reemplazo de la política. Más preocupados por la performance que por lanzar propuestas, en el apoyo concreto a los candidatos a legisladores para las elecciones del 28 de junio último, ni Macri ni la cabeza de lista del Pro, Gabriela Michetti, lanzaron propuestas. Por el contrario, ellos insisten en el sonsonete de críticas del más variado tipo al gobierno nacional, al que culpabilizan de todo lo que el Pro no ha cumplido en su propia gestión. ¿Le atribuirán también responsabilidades en el vendaval destructor de políticas sociales, educativas y culturales que asola nuestra ciudad? Veamos adónde apuntan.
Los cañones de Mauricio
La gestión de Mauricio Macri en el gobierno de la ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta como jefe de su gabinete (en realidad, con ejercicio de atribuciones propias de un vicejefe de gobierno), y Hernán Lombardi en el ministerio de Cultura, continúa con una política de privatización, destrucción y vaciamiento de todo lo valioso y genuinamente popular que florece en los distintos ámbitos culturales y educacionales de Buenos Aires. Pasemos revista a algunas de las arremetidas del tsunami macrista:
Primeros blancos.
Recorte de los presupuestos destinados a las murgas. El carnaval, verdadera expresión de alegría y cultura popular, donde las diferencias entre las clases sociales quedan momentáneamente suspendidas y aflora, sobre todo, la creatividad de los jóvenes, parece molestar a la gestión Macri. Los recortes a las asignaciones que ayudaban a sostener sus gastos son continuos y asfixiantes.
Cambio de sentido a Puerto Pibes. Instaldo en un predio del barrio de Núñez, cerca del Aeroparque, esta suerte de polideportivo (tal vez casi el único en nuestra ciudad) brindó contención a chicos de familias con necesidades básicas insatisfechas: es decir, las más pobres entre las pobres. No sólo ha sido Puerto Pibes un espacio de juego y formación paa niños, sino que a la vez proporcionó una salida laboral digna a los adolescentes, rescatándolos de la marginalidad que supone el trabajo en la calle. Por año llegaron a pasar por Puerto Pibes 30 mil chicos. En 2008 la cifra se redujo a 3 mil, dentro de un plan de vaciamiento minucioso e implacable que comenzó un año y medio atrás. De las 120 camas que había, sólo quedan hoy 30. Los colchones han desaparecido, no se reponen insumos, se recortan recursos, no se llenan las vacantes que se producen en los puestos de trabajo, el suministro de gas se desvaneció en el aire. En una convivencia solidaria y afín al proyecto originario, Puerto Pibes cedió un a parcela para el funcionamiento de una escuela primaria y un jardín de infantes. Hasta que la gestión Macri decidió que buena parte del predio estuviera dedicada a la formación de los agentes de la futura policía de la ciudad. La invasión es una muestra más del desinterés y el desprecio de estos gobernantes hacia los 1,9 millones de niños, más que pobres, pobrísimos, de los 3.036.000 pibes y pibas que viven en la Capital y el Gran Buenos Aires. Se calcula que el trabajo infantil involucra a 1,5 millón y medio de chicos y chicas entre 5 y 17 años.
Abril. Amenaza de desalojo para IMPA. Pende sobre Impa, empresa recuperada por sus trabajadores, una orden de desalojo judicial que ocultaría un millonario negocio inmobiliario. Pero los trabajadores están dispuestos a resistir, amparados en el apoyo de la barriada y en que, en diciembre de 2008, la Legislatura porteña votó por unanimidad, y que el Poder Ejecutivo tiene que hacer cumplir. La pequeña empresa metalúrgica que hoy nuclea a 63 trabajadores es pionera entre las empresas recuperadas. Funciona en la calle Querandíes, en el barrio de Almagro, y desde 1998 no sólo es ejemplo de autogestión, sino también un Centro Cultural, con sus talleres de Clown, Teatro, Periodismo, de la Memoria; Sexualidad, género y violencia; Candombe; Historia Política Argentina, Video, Danza Bolivianas, Sikuris y Canto con Caja. Alberga el IMPA un Bachillerato Popular (y gratuito) para Adultos, coordinado por la Cooperativa de Educadores Populares; unos 150 alumnos esperan obtener allí su título oficial. Funciona también allí un Centro de Salud gratuito que brinda servicios a los vecinos del barrio. Del 15 al 17 de agosto funcionó en tres pisos de la fábrica la Feria de Libros Alternativa, visitada por más de 7 mil personas, muy jóvenes en su mayoría: una verdadera fiesta cultural, con entrada libre y gratuita.
Abril. Desalojo de Trivenchi. Durante ocho años el Centro Cultural Trivenchi sostuvo un trabajo independiente y autogestivo una búsqueda de crecimiento en el ámbito de la cultura popular. Durante este tiempo mas de 500 personas circulan por mes, gente de distintas clases sociales y de diferentes partes del mundo asisten a sus numerosos talleres gratuitos con la posibilidad de aprender allí diferentes disciplinas y vincularse socialmente con lenguajes y actividades artísticas, que en muchos casos otorgan una salida laboral creativa y digna. El trabajo social no es solo de las puertas hacia dentro, a partir de este grupo de militantes del arte y la cultura popular se expandió la actividad a cárceles, hospitales, villas, plazas y escuelas, dentro y fuera del país.
En el año 2003 el centro cultural sufrió un desalojo a pesar del gran apoyo de los vecinos del barrio de Villa Crespo y fue reubicado por el gobierno de la ciudad en el galpón de la calle Caseros 1712, lugar que, sin ningún tipo de subsidios, fue reacondicionado y puesto en marcha gracias al esforzado trabajo de su cooperativa y de centenares de personas que dejaron su aporte. Hoy una vez mas, este foco cultural independiente y autogestivo, se ve amenazado por quedarse en la calle y ser disuelto, ya que la gestión Macri, como ya lo hizo con otros espacios similares, envió una carta de desalojo. La cooperativa del Trivenchi, símbolo de cultura popular e independiente, está dispuesta a resitir.
Mayo. Desalojo ilegal de la Huerta Orgázmika de Caballito. Fue operado a las cinco de la mañana, sin orden de desalojo, y mediante una brutal represión, seguida de allanamiento. El 19 de mayo, en la sala donde sesionaban, 22 personas fueron detenidas y heridas; entre ellas, una mujer embarazada. La Huerta quedó arrasada después de más de siete años de trabajo, en los que se construyó un modelo antagónico al de urbe deshumanizada: Los orgázmikos construyeron un espacio de encuentro y aprendizaje de los procesos de la tierra y la Naturaleza, de proyectos autogestionados, de búsqueda de alternativas. De desalienación.
Junio. Conflictos en el San Martín y en el Colón. En la puerta y en el hall del Teatro San Martín, se produjo un acto de repudio por dos nuevos despidos en el Ballet Contemporáneo de dicha sala del gobierno porteño. La gota que colmó la paciencia de algunos fueron los recientes despidos de Wanda Ramírez, la única delegada que quedaba en el ballet, y de Pablo Fermani. Estas nuevas medidas en el complejo que dirige Kive Staiff y en el ballet a cargo de Mauricio Wainrot se suman a los siete despidos de bailarines que, en su momento, encabezaron los reclamos por las condiciones laborales en las que estaban desempeñando sus tareas.
Agosto. Violento desalojo del Centro Cultural Almagro. Deshabitado por años, el espacio de la pequeña industria metalúrgica situado en Medrano 473 fue recuperado por organizaciones sociales que se proponían darle un sentido cultural, con talleres artísticos, ayuda escolar, merendero y distintas expresiones que le insuflarían vida nueva, para beneficio de cartoneros, sus hijos y otros trabajadores en situación difícil, y de los vecinos en general. El gobierno de la ciudad ordenó su desalojo, que fue violento, pese a que la veintena de personas que resistían adentro había decidido salir en forma pacífica. Con balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta y palos, muchos palos contra los que defendían el espacio (entre ellos, integrantes de la Asamblea Popular de Almagro), la represión aplicada por la infantería de la Policía Federal dejó decenas de heridos y 13 detenidos, todos ya liberados. Un periodista de Fm La Tribu recibió dos impactos de bala de goma en la frente, Fernando Nuñez, de Radio América, sufrió escoriaciones; recibieron golpes Carlos Marrero de Radio Continental, y la compañera de Fabián Aparicio; todos ellos, junto con un cartonero, fueron trasladados al Hospital Carlos G. Durán.
Agosto. “Exorcismo Cultural” en el cine Teatro 25 de Mayo, Villa Urquiza. Llamadas por la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Villa Urquiza, distintas organizaciones sociales del barrio realizaron una “Exorcismo Cultural” en repudio a las políticas represoras implementadas por la gestión Macri en la ciudad, y al mismo tiempo, por la defensa del Cine Teatro. Hubo cortes de calle, y se leyó una proclama que comenzaba así: “¡El 25 es nuestro! – POR UN PROYECTO CULTURAL DE LOS VECINOS”. Inaugurado a fines de los años 20 con estructura edilicia y acústica que lo colocaban, en pequeña escala, a la altura del Teatro Colón, en el Cine Teatro 25 de Mayo actuaron Carlos Gardel, Agustín Magaldi, Edmundo Rivero, el pianista Bruno Gelber, Gregorio Surif, y las compañías de Olinda Bozán y Jorge Salcedo. Sucesivas crisis económicas pusieron en riesgo de demolición el 25 de Mayo, después de una última función en 1982. Por iniciativa de los vecinos se presentaron en la Legislatura dos proyectos (uno, por el diputado Rubén Campos y otro, por los diputados Daniel Bravo y Raúl Fernández); ambos solicitaban que el predio del Cine 25 de Mayo sea declarado Área de Protección Histórica, para recuperarlo como sala y convertirlo en Centro Cultural. En medio de estas gestiones, los vecinos de Villa Urquiza tomaron como una provocación que, el pasado 27 de julio, Mauricio Macri presentara en sociedad la nueva Policía Metropolitana, con asistencia del jefe designado (y ya “renunciado” por movilización popular) Jorge “Fino” Palacios, cuyo currículum vitae los vecinos recuerdan bien, y repudian. Recuerdan también que están paralizadas las obras en la Guardia del hospital Pirovano, al igual que el Polo Educativo de Saavedra; se incumple la Ley Nº 324, que contempla la situación habitacional de la Traza de la Ex AU3, y no hay programas para la población en situación de riesgo. Hoy, se quejan asambleístas y vecinos, el 25 sigue sin funcionar como cine, con una programación errática, esporádica, con el uso incoherente de sus salas para reuniones de gabinete y banquetes varios, mientras no hay producción propia ni los talleres que los vecinos necesitan. Es extensa la lista de adhesiones a la lucha de Villa Urquiza, simbolizada en su querido 25 de Mayo. Nombraremos apenas algunas: Carta Abierta Comuna 12, Colectivo Cultural Entreletras, Frente Transversal, La Cámpora, Partido comunista, Partido Humanista, Agrupación José Aricó (Partido Socialista), Partido Solidario, Espacio Scalabrini Ortiz (Partido de la Victoria), Peronismo Militante, Red K, Agrupación Zupay, Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Red Eco Alternativa, Liliana Herrero. Y siguen las firmas.
Agosto. Centro Cultural del Sur. En defensa de su continuidad, se celebró en su sede, Caseros 1750, un festival artístico, donde hubo folklore rock, tango, circo, murga. El reclamo popular incluye: a) reapertura del auditorio, clausurado en abril último “preventivamente”, sin que las autoridades comunales hay informado la fecha del comienzo de las reparaciones; b) refacción de la galería de exposiciones, que puede recibir hasta 30 personas, aunque no en su estado actual, con peligro de derrumbe; c) reapertura del taller de Tango; restitución de las horas de clase eliminadas en el taller de Folklore. “¡No al proceso de vaciamiento del Centro Cultural del Sur!” es la consigna de los cientos de vecinos asistentes.
Agosto. Topadoras sobre la Casa Zitarrosa. En Avenida de los Constituyentes al 5700, barrio de Villa Urquiza, funcionaba el centro cultural uruguayo-argentino de ese nombre, bajo la coordinación de Cristina Zitarrosa, hermana del notable cantautor oriental. Una pequeña imprenta, un taller de pintura, un salón de exposición de obras de arte y clases de candombe recreaban algunos de las vertientes del fecundo arte rioplatense. “Fue un allanamiento sin orden previa, tiraron la puerta abajo y tuvimos que sacar todo lo que teníamos”, dijo a los medios Cristina Zitarrosa.
Setiembre. Adeudan más de dos meses de salarios a los elencos de los teatros oficiales. Hablamos del Tatro de la Ribera, el Presidente Alvear, el Regio, el Sarmiento y el San Martín. Dentro del complejo de este último, los actores que representan Marat-Sade permanecen incluso sin firmar contrato. En el caso de los actores que trabajan en los teatros dependientes del gobierno de la ciudad, no puede hablarse de “sueldos” porque se les exige que sean monotributistas, bajo el régimen de”locación de obra”; ergo, no hay convenio colectivo de trabajo. Se trata de una situación crónica que, lejos de remediar, la gestión Macri aprovecha para profundizar. Sabemos que la precarización laboral atenta contra la estabilidad, el acceso a la obra social, y a los beneficios del aguinaldo, los aumentos de salario y la jubilación. Lo que no se sabe es por qué el presupuesto de esos teatros había pasado a depender del jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larreta. Como consecuencia de la presente crisis, el manejo de ese presupuesto fue restituido a la órbita de Cultura, bajo la dirección de Hernán Lombardi. Antes de cada función, actores de los respectivos elencos leyeron un documento elaborado por el Plenario de Delegados, encuadrados en la Asociación Argentina de Actores. Hubo meses antes despidos en el Teatro San Martín por el reclamo de acceder a una obra social, una ART y mejores condiciones de trabajo. La Asociación de Actores acusó al gobierno de Macri de “minimizar o llevar a la intrascendencia la gravitación y los alcances del Complejo Teatral de Buenos Aires, mediante el retaceo y recorte de las partidas presupuestarias que le fueron asignadas”. El sindicato de Actores también denunció que el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, nunca les concedió una entrevista, a pesar de que la viene solicitando desde principios de su gestión. A todo esto se agrega la desfinanciación de PROTEATRO (Instituto para la Protección y Fomento de la Actividad Teatral no Oficial de la Ciudad de Buenos Aires). Se trata de la entidad que registra grupos teatrales estables, salas teatrales no oficiales y productoras teatrales de la Ciudad de Buenos Aires, para tramitar subsidios a la producción teatral.
Movimiento Afrocultural Bonga. Centro cultural alternativo afro, con talleres de diverso tipo, recibió orden de desalojo. El gobierno de la ciudad le ofrece, en cambio, daría el uso del CC Plaza Defensa, donde sus integrntes no podrían tener su vivienda ni llevar adelante los talleres que les permiten subsistir. Herrera 313, Barracas.
Centro Cultural Defensa. Si es cedido al Movimiento Afrocultural Bonga, quedarían afuera los trabajadores que vienen sosteniendo este el espacio desde hace diez años y quedaría candelada la programación artística prevista hasta fin de año. Defensa
535, San Telmo.
Centro Cultural Flores. Fundado y coordinado por la Asamblea de Flores, acaba de recibir el primer aviso de desalojo. Avellaneda 2177.
Casa de la Cultura Compadres del Horizonte. Con problemas de vieja data, después de la tragedia de Cromañón sufrió clausura. Gracias a no pocos sacrificios y la colaboración de los vecinos de su barrio y de Parque Patricios, se lo puso en condiciones de responder a las nuevas exigencias. Con todo, ahora han clausurado el salón en el que tocaban grupos musicales, que dejaban aportes con los que se sostenían merendero y las actividades sociales para los niñ@s del barrio. Combate de los Pozos 1983, Constitución.
Grupo de Cine Libre de Parque Rivadavia. El gobierno de la ciudad, mediante la UCEP (Unidad de Control de los Espacios Públicos) y la policía, intenta impedir que continúen las actividades culturales gratuitas que el colectivo de cine y otros artistas callejeros desarrollan en el Parque.
Octubre. En una burda maniobra legal, de llamativa celeridad, Oscar Furchi y Maximiliano Verón serán llevados a juicio los próximos 5, 6 y 7 de octubre ante el Juzgado Penal Nº 2. Ambos están imputados de “resistencia a la autoridad y destrucción de la propiedad pública”, debido a su participación en la protesta organizada el pasado 13 de marzo por medio centenar de vecinos del barrio San Cristóbal, contra el enrejado de la mítica Plaza Martín Fierro, escenario de luchas obreras en la Semana Trágica de 1919. Bajo la consigna “NO a las rejas de Macri” los vecinos marcharon al CGP más cercano, en la calle Sarandí 1263, para entrega, a modo de protesta, parte de la tela metálica perimetral con la que se intentó cercar el simbólico predio. El objetivo era defender un patrimonio cultural histórico del barrio, avasallado por la política de cierre y apropiación de espacios públicos llevada adelante por la gestión macrista. En un operativo “cerrojo”, la columna de vecinos que marchaba de manera pacífica fue interceptada por policías de civil que emprendieron una dura golpiza, auxiliados por gases, carros hidrantes y por la estratégica presencia de dos cuerpos de Infantería.
Desde hace bastante
Ley de Mecenazgo. Se impone revisarla. Es demostrativa de que el jefe de gobierno responde con fidelidad a los intereses de su clase. Se trata de una herramienta que garantiza las ganancias empresarias, en detrimento de las necesidades básicas del pueblo de Buenos Aires, y que profundiza la mercantilización de los derechos sociales conquistados por la clase trabajadora a lo largo de años de lucha. La Ley de Mecenazgo de la ciudad permite descargar impuestos sobre ingresos brutos sobre eventos culturales, y aparecer como sponsor de los mismos. Negocio redondo: no hay aporte de capital extra, y permiten que las empresas se publiciten y digiten la cultura.
Teatro Colón. Ejemplo de los empoderamientos que habilita la Ley de Mecenazgo (aquí, asociada a la Ley de Autarquía de este teatro en particular), el Colón, símbolo de la vida cultural de los argentinos, ha sido devastado por un plan de privatización y banalización que arrastra en su torrente destructivo los talleres que le daban una autonomía y autoabastecimiento ejemplares en el mundo. Lo mismo ocurrió con sus escuelas de formación artística, auténtico semillero de talentos; donde estaban las aulas se abrirán salones para reuniones “VIP”. ¿Cómo puede ser que proyecten reemplazar salas de ensayo de las orquestas, del ballet, de talleres de producción, en confiterías, restaurants, sucursales del Banco Ciudad, tiendas de souvenirs e incluso una concesionaria de General Motors? Y qué decir de los atropellos sufridos por los trabajadores de planta, más los contratados que vienen realizando su labor por años, los técnicos de alta calificación de sus talleres, los músicos, cantantes y bailarines que sostuvieron con su arte la colocación de este coliseo entre los primeros del mundo. Fueron trasladados a otros espacios, en condiciones que no cumplen con las elementales necesidades de cada actividad, y sin el menor respeto a las condiciones laborales. El centenario del Colón, cumplido el 25 de mayo de 2008, lo encontró cerrado, tal como sigue a la fecha, desde que en octubre de 2006 clausuraron sus puertas para una “puesta en valor”, sin consultar a los trabajadores de la casa, quienes conocen bien la infraestructura del edificio. Una de las refacciones provocó una rajadura que, partiendo de uno de los subsuelos, llegó al techo, por lo que una pared fue apuntalada. La planeada privatización de las futuras producciones exigía abrir una entrada para contenedores. Bajo el gobierno de Mauricio Macri, la gestión García Caffi ordenó el traslado de 480 artistas, cantantes, pianistas, fotógrafos, camarógrafos, arquitectos, herreros, etc., etc., a destinos que poco y nada tienen que ver con su formación y la carrera desarrollada. Ejemplo de esto es el cantante lírico que, con 30 años de trayectoria, con actuaciones en los más importantes coliseos del mundo, premiado y reconocido internacionalmente, hoy entrega números a los pacientes del Hospital Alvarez. Es decir, que para ahorrarse pagar los costos (monetarios y políticos) de una indemnización, envían a un artista a realizar tareas que jamás estuvieron en su horizonte, lo que puede sumirlo en el abatimiento o llevarlo a la renuncia. Son 808 los trabajadores que aun pertenecen al Teatro Colón, o a lo que resta de él, y que se preguntan: ¿Hacía falta comprometerse con préstamos millionarios solicitados al Banco Interamericano de Desarrollo, y que pagaremos durante años los ciudadanos de esta ciudad con nuestros impuestos, sólo con el fin de destruir nuestro teatro? La proyección del Teatro excede el ámbito de la Ciudad, ya que es patrimonio de todos los argentinos. El Colón es del pueblo –diría nuestro querido y recordado Osvaldo Pugliese–, y por ello debe volver al pueblo. Ante todo, sus trabajadores deben ser respetados en sus derechos.
Escuela de Artes Manuel Belgrano. Desde fines del año pasado, sus alumnos y docentes resisten el intento de vaciamiento por parte del gobierno de la ciudad.
Idiomas y dependencia cultural. Y si de idiomas que proponen un afianzamiento de la dependencia cultural se trata, es inaceptable el plan de dictar en inglés materias como Matemática, Física y Química en el nivel secundario. La enseñanza de un idioma extranjero como materia específica es suficiente para ampliar horizontes culturales e instrumentales. En todo caso, sería interesante priorizar la enseñanza del portugués, que nos permitiría estrechar lazos con Brasil, país hermano integrante de Unasur. Habrá que ver si este proyecto se bajó o no. Entre tanto, Mauricio Macri, como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, inauguró el 28 de agosto pasado en el Teatro San Martín la 5ª Conferencia Internacional de Wikipedia, el conocidio sitio de Internet. Inició Macri su discurso en inglés, como reiterada expresión de su vasallaje cultural. Y como el inglés que utiliza resulta macarrónico, entre las presencias extranjeras circuló un rumor de risas, que llevó al mandatario a concluir sus palabras en criollo.
Cuadro de situación
En fin, lo que aquí describimos es apenas una muestra, seguramente incompleta, de un modelo que apunta al vaciamiento de espacios y programas populares, mientras se destinan este año nada menos que 317 millones de pesos a “consultorías”, se subejecutan las partidas destinadas a sostener programas sociales, culturales y educativos, se aumentan los subsidios a los sectores privados, se realizan compras directas sin licitación, y por montos importantes, y se dejan en manos de subcontratistas obras que antes realizaban trabajadores del Estado, posibilitando con estas prácticas todo tipo de negocios. A la vez, se multiplican formas de contratación que propician la fragmentación de los trabajadores, con el objetivo de de minar su capacidad de organización y lucha contra los avasallamientos. La precarización laboral atenta contra la estabilidad, el acceso a la obra social, y los beneficios del aguinaldo, los aumentos de salario y la jubilación.
Pero no todo está perdido.
Esto pasa en una Buenos Aires que asombra a los extranjeros la variedad y calidad de la vida cultural a lo largo de las cuatro estaciones del año: museos, teatros, cines, cafés literarios, recitales, galerías de arte, ferias artesanales, librerías.
La eclosión social de diciembre de 2001 marcó el fin de la “ciudad financiera” que comenzó a perfilarse en los años 90 bajo la hegemonía del modelo neoliberal. Y en plena crisis del 2002, se habló de plasmar una contracultura o cultura alternativa, a la vez como espacio y herramienta para la construcción de poder popular. Se abrieron centros culturales dentro de empresas recuperadas por los trabajadores, surgieron comisiones de cultura en las asambleas barriales nacidas de los cacerolazos del 2001, proliferaron los talleres, se multiplicaron las gestiones de teatro alternativo hecho con mínimos recursos materiales.
Por su historia lejana y reciente, y por su conformación social, Buenos Aires es una verdadera ciudad cultural, con un amplio espectro de realizaciones, no sólo en el centro del campo de la cultura, sino también (como respuesta de resistencia a las leyes del mercado), en la periferia, o fuera de los circuitos comerciales. Si sumamos las expresiones de rechazo de la política de vaciamiento de las que dimos cuenta arriba, si se organizan las voluntades y se potencian las capacidades de construcción, vamos a poder enfrentar las grotescas pretensiones macristas de vaciamiento de la cultura, para recuperar y resignificar la ciudad de Buenos Aires como espacio del pueblo. Buenos Aires, ciudad cultural e inclusiva, sin desalojos ni maltratos a los que menos tienen.
Para terminar, aunque no en forma definitiva, aquí citamos a Roque Dalton:
Juro que lo oí decir
“Salvo en una sociedad completamente justa,
Lo mejor de la vida es ser jefe”.
El espejo para el vampiro.
Para descubrir a un burócrata
plantéale un problema ideológico.
El rostro del problema
no se reflejará en el burócrata.
El rostro del burócrata
no se reflejará en el problema.
(*) Ana María Ramb es escritora y periodista. Recibió el Premio Casa de las Américas – La Habana, Cuba – en 1975 con su novela para adolescentes Renancó y los últimos huemules, escrita en coautoría con José Murillo. Fue galardonada además otras distinciones internacionales, otorgadas en México, Colombia, Costa Rica y España. Es autora y editora de varias antologías entre las que se destacan Cuentos para compartir (1993), Volar en barrilete (1997) y Pasión y coraje (I, II y III) (serie de textos sobre mujeres, 1999, 2001 y 2002).
Fotografía: Facundo Miguel Nívolo y Natalia Pastor
Dibujos, imágen y diseño: Caro Butrón Avalos
Material realizado por RED ECO.
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