Por: Patrick Healy para The New York Times y Clarín
Viendo la nueva producción de Broadway de "Collected Stories", Bethany Millard se sintió transportada a una época libre y feliz en su vida, cuando vivía en Horatio Street en Greenwich Village a comienzos de los años '90. Un tipo de envidia melancólica se apoderó de ella, dijo, cuando vio a Ruth Steiner, el personaje principal, instalada en un departamento del Village con bibliotecas de más de tres metros de alto, muebles acogedores y curiosidades de buen gusto.
"En cuanto puse mis ojos en esa escenografía, pensé 'Quiero vivir ahí'", dijo Millard, integrante del directorio del Manhattan Theater Club, que produce la obra. Señaló que fue como trasladarse "a un mundo diferente en el Upper East Side" después de su casamiento.
"El departamento de Ruth era tan cálido y al mismo tiempo libresco. Hay días en que añoro esa vida intelectual del centro de la ciudad".
Codiciar propiedades es lo más parecido que tienen los neoyorquinos a un rasgo genético común, un ansia y una envidia compartidas por el metraje cuadrado y los planos de distribución de los vecinos, por las chimeneas con leña y las vistas al río. Casualmente, algunas de las muestras abiertas al público más cautivantes de estos días se realizan en los teatros de la ciudad, que esta temporada presentan más de una docena de obras y musicales importantes ambientados en departamentos de Nueva York.
Son en su mayoría espléndidos, diseñados por escenógrafos ganadores de premios Tony y se inspiran en algunos de los barrios más buscados, como el amplio loft en Williamsburg, Brooklyn, de la obra "Time Stands Still" presentada en Broadway este invierno. Y muchos están muy por encima del rango de precios de los personajes que los habitan, lo cual puede llegar a alimentar aún más la envidia del nido en los integrantes del público.
"No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve tantos espectáculos que se desarrollaran en casas de neoyorquinos", dijo John Lee Beatty, que diseñó tres de esas casas en Broadway esta temporada para "Brighton Beach Memoirs", "The Royal Family" y "Time Stands Still".
Estas fantasías inmobiliarias van más allá de los toques arquitectónicos. Nadie en el escenario se preocupa por encontrar un lugar cerca de los mejores colegios, porque en estos mundos de ficción hay pocos niños. Los vecinos no son aburridos; está el médico chistoso siempre disponible (como en el musical "Promises, Promises") o los estudiantes universitarios relativamente tranquilos (como en la obra "Next Fall"). Y las tramas no tienen tiempo para perder en caños que filtran o la falta de estacionamiento en la calle.
"En muchas de estas obras los departamentos son espacios seguros para sus personajes. Un lugar para relajarse y amar, y no para dolores de cabeza", dijo Wilson Chin, el escenógrafo de "Next Fall".
El diseño de Beatty para "The Royal Family", ambientada en el lujoso departamento del East Side de los Cavendish, un clan teatral inspirado en los Barrymore, es la más lujosa de las moradas de Broadway de esta temporada. Más modestos, aunque cómodos, fueron los espacios comprimidos de las obras del Off Broadway "This" y "The Starry Messenger", y el ambiente único de US$86,50 por mes en el Upper West Side en "Promises, Promises", que está ambientado a comienzos de los años '60.
Viviendas más apretadas, aunque con un aire hogareño y habitable, fueron las residencias de Brooklyn de los Jerome en "Brighton Beach" y los Carbone de "Panorama desde el puente", ambientadas en los '50.
De alguna manera, fuerzan un poco la credibilidad el encantador departamento 3F de "Collected Stories"sin duda una mina de oro por un alquiler moderado para el personaje de Steiner, teniendo en cuenta sus ingresos como escritora y la enorme mansión del musical "La Familia Addams", ambientado en Central Park.
En "Mr. and Mrs. Fitch" por su parte, un par de columnistas de chismes disfrutan de un "loft en dúplex suntuoso, ¿cómo diablos harán para pagarlo?", escribió Ben Brantley de The New York Times en su reseña sobre la producción.
(El escenógrafo de "Fitch", Allen Moyer, dijo que imaginó el departamento como "la ganga" donde Fitch aterrizó en los 70.) Varios de los escenógrafos de estas producciones comentaron que no aspiraban a reflejar la realidad exacta en sus representaciones de casas de Manhattan y Brooklyn, sino más bien a lograr esa especie de perturbación emocional celosa que pueden sentir los neoyorquinos por los alojamientos de sus amigos y vecinos.
"Terminé queriendo crear el ideal bohemio romántico de una casa del West Village", dijo Santo Loquasto, que creó el departamento de "Collected Stories" para la producción del Manhattan Theater Club, y que ha trabajado en varias películas de Woody Allen. "Parte del milagro del teatro es que la gente se sienta atraída por una ambientación que le evoque reacciones fuertes, buenas o malas." Para "Collected Stories", Loquasto tuvo que crear un departamento del Village donde Ruth, una aclamada cuentista, llevaba viviendo 31 años. Además de centenares de libros, desde "Las olas" de Virginia Woolf, y "París era ayer" de Janet Flanner hasta "El Judaísmo y la nueva mujer" de Sally Priesand, Loquasto salpicó las paredes y las bibliotecas con fotos de Susan Sontag y Samuel Beckett, grabados de Matisse y John Piper, y postales artísticas de librerías de museos. Adquirió un atractivo diván y sillas de cocina de roble en miniatura de Gloria Paul Antiques en Nyack, Nueva York; una lámpara de bronce de una feria americana; una docena de plantas para adornar dos ventanales; y coloridos azulejos campestres franceses para la pared de la cocina, que apenas son visibles para el público. El incómodo archivero de gran tamaño junto a la puerta es un regalo: aquí vive una neoyorquina sin espacio para guardar.
No solamente se exhiben casas cómodas, sino también espacios idealizados donde los neoyorquinos trabajan, como el estudio en el Bowery de los años 50 del pintor Mark Rothko en la obra "Red" en Broadway.
Después de ver una reciente función de "Red", Wade Schaming, un estudiante de posgrado de la Facultad de Artes Visuales, dijo que sintió una mezcla de envidia e incredulidad respecto del cavernoso taller de Rothko, donde el artista tiene un montón de espacio para emprender una serie de enormes murales. Schaming, por el contrario, trabaja en un estudio de 4 x 3 metros en la facultad, donde crea esculturas, dibujos y otras obras utilizando principalmente materiales encontrados y recolectados.
"A mí, como artista no establecido, me pareció poco realista al principio que me presentaran un taller con semejante espacio en Manhattan", dijo Schaming.
"Pero terminó sirviéndome de inspiración si uno tiene la pasión y el impulso y el ego y la ambición para crear arte, en la vida es posible llegar al punto de conseguir el espacio para crear una obra de semejante escala". "Aunque no sé si necesariamente será en Manhattan. Es más probable que sea en Brooklyn." Christopher Oram dijo que basó su escenografía para "Red" en el espacio enorme y multipropósito que tenía Rothko dentro de una vieja YMCA, en el 222 de Bowery "cuando era un callejón de mala fama no la joya inmobiliaria que Bowery es ahora".
"Varios artistas que vieron la obra dijeron lo increíble que es estar dentro del teatro en la butaca, oler el quemador de gas, sentir la pintura y la iluminación específica que requería Rothko", dijo Oram. "Creo que cuando alguien ve la obra, se siente estimulado por el proceso de la creación. Algún día, me gustaría tener un espacio así de grande para trabajar".
Viendo la nueva producción de Broadway de "Collected Stories", Bethany Millard se sintió transportada a una época libre y feliz en su vida, cuando vivía en Horatio Street en Greenwich Village a comienzos de los años '90. Un tipo de envidia melancólica se apoderó de ella, dijo, cuando vio a Ruth Steiner, el personaje principal, instalada en un departamento del Village con bibliotecas de más de tres metros de alto, muebles acogedores y curiosidades de buen gusto.
"En cuanto puse mis ojos en esa escenografía, pensé 'Quiero vivir ahí'", dijo Millard, integrante del directorio del Manhattan Theater Club, que produce la obra. Señaló que fue como trasladarse "a un mundo diferente en el Upper East Side" después de su casamiento.
"El departamento de Ruth era tan cálido y al mismo tiempo libresco. Hay días en que añoro esa vida intelectual del centro de la ciudad".
Codiciar propiedades es lo más parecido que tienen los neoyorquinos a un rasgo genético común, un ansia y una envidia compartidas por el metraje cuadrado y los planos de distribución de los vecinos, por las chimeneas con leña y las vistas al río. Casualmente, algunas de las muestras abiertas al público más cautivantes de estos días se realizan en los teatros de la ciudad, que esta temporada presentan más de una docena de obras y musicales importantes ambientados en departamentos de Nueva York.
Son en su mayoría espléndidos, diseñados por escenógrafos ganadores de premios Tony y se inspiran en algunos de los barrios más buscados, como el amplio loft en Williamsburg, Brooklyn, de la obra "Time Stands Still" presentada en Broadway este invierno. Y muchos están muy por encima del rango de precios de los personajes que los habitan, lo cual puede llegar a alimentar aún más la envidia del nido en los integrantes del público.
"No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve tantos espectáculos que se desarrollaran en casas de neoyorquinos", dijo John Lee Beatty, que diseñó tres de esas casas en Broadway esta temporada para "Brighton Beach Memoirs", "The Royal Family" y "Time Stands Still".
Estas fantasías inmobiliarias van más allá de los toques arquitectónicos. Nadie en el escenario se preocupa por encontrar un lugar cerca de los mejores colegios, porque en estos mundos de ficción hay pocos niños. Los vecinos no son aburridos; está el médico chistoso siempre disponible (como en el musical "Promises, Promises") o los estudiantes universitarios relativamente tranquilos (como en la obra "Next Fall"). Y las tramas no tienen tiempo para perder en caños que filtran o la falta de estacionamiento en la calle.
"En muchas de estas obras los departamentos son espacios seguros para sus personajes. Un lugar para relajarse y amar, y no para dolores de cabeza", dijo Wilson Chin, el escenógrafo de "Next Fall".
El diseño de Beatty para "The Royal Family", ambientada en el lujoso departamento del East Side de los Cavendish, un clan teatral inspirado en los Barrymore, es la más lujosa de las moradas de Broadway de esta temporada. Más modestos, aunque cómodos, fueron los espacios comprimidos de las obras del Off Broadway "This" y "The Starry Messenger", y el ambiente único de US$86,50 por mes en el Upper West Side en "Promises, Promises", que está ambientado a comienzos de los años '60.
Viviendas más apretadas, aunque con un aire hogareño y habitable, fueron las residencias de Brooklyn de los Jerome en "Brighton Beach" y los Carbone de "Panorama desde el puente", ambientadas en los '50.
De alguna manera, fuerzan un poco la credibilidad el encantador departamento 3F de "Collected Stories"sin duda una mina de oro por un alquiler moderado para el personaje de Steiner, teniendo en cuenta sus ingresos como escritora y la enorme mansión del musical "La Familia Addams", ambientado en Central Park.
En "Mr. and Mrs. Fitch" por su parte, un par de columnistas de chismes disfrutan de un "loft en dúplex suntuoso, ¿cómo diablos harán para pagarlo?", escribió Ben Brantley de The New York Times en su reseña sobre la producción.
(El escenógrafo de "Fitch", Allen Moyer, dijo que imaginó el departamento como "la ganga" donde Fitch aterrizó en los 70.) Varios de los escenógrafos de estas producciones comentaron que no aspiraban a reflejar la realidad exacta en sus representaciones de casas de Manhattan y Brooklyn, sino más bien a lograr esa especie de perturbación emocional celosa que pueden sentir los neoyorquinos por los alojamientos de sus amigos y vecinos.
"Terminé queriendo crear el ideal bohemio romántico de una casa del West Village", dijo Santo Loquasto, que creó el departamento de "Collected Stories" para la producción del Manhattan Theater Club, y que ha trabajado en varias películas de Woody Allen. "Parte del milagro del teatro es que la gente se sienta atraída por una ambientación que le evoque reacciones fuertes, buenas o malas." Para "Collected Stories", Loquasto tuvo que crear un departamento del Village donde Ruth, una aclamada cuentista, llevaba viviendo 31 años. Además de centenares de libros, desde "Las olas" de Virginia Woolf, y "París era ayer" de Janet Flanner hasta "El Judaísmo y la nueva mujer" de Sally Priesand, Loquasto salpicó las paredes y las bibliotecas con fotos de Susan Sontag y Samuel Beckett, grabados de Matisse y John Piper, y postales artísticas de librerías de museos. Adquirió un atractivo diván y sillas de cocina de roble en miniatura de Gloria Paul Antiques en Nyack, Nueva York; una lámpara de bronce de una feria americana; una docena de plantas para adornar dos ventanales; y coloridos azulejos campestres franceses para la pared de la cocina, que apenas son visibles para el público. El incómodo archivero de gran tamaño junto a la puerta es un regalo: aquí vive una neoyorquina sin espacio para guardar.
No solamente se exhiben casas cómodas, sino también espacios idealizados donde los neoyorquinos trabajan, como el estudio en el Bowery de los años 50 del pintor Mark Rothko en la obra "Red" en Broadway.
Después de ver una reciente función de "Red", Wade Schaming, un estudiante de posgrado de la Facultad de Artes Visuales, dijo que sintió una mezcla de envidia e incredulidad respecto del cavernoso taller de Rothko, donde el artista tiene un montón de espacio para emprender una serie de enormes murales. Schaming, por el contrario, trabaja en un estudio de 4 x 3 metros en la facultad, donde crea esculturas, dibujos y otras obras utilizando principalmente materiales encontrados y recolectados.
"A mí, como artista no establecido, me pareció poco realista al principio que me presentaran un taller con semejante espacio en Manhattan", dijo Schaming.
"Pero terminó sirviéndome de inspiración si uno tiene la pasión y el impulso y el ego y la ambición para crear arte, en la vida es posible llegar al punto de conseguir el espacio para crear una obra de semejante escala". "Aunque no sé si necesariamente será en Manhattan. Es más probable que sea en Brooklyn." Christopher Oram dijo que basó su escenografía para "Red" en el espacio enorme y multipropósito que tenía Rothko dentro de una vieja YMCA, en el 222 de Bowery "cuando era un callejón de mala fama no la joya inmobiliaria que Bowery es ahora".
"Varios artistas que vieron la obra dijeron lo increíble que es estar dentro del teatro en la butaca, oler el quemador de gas, sentir la pintura y la iluminación específica que requería Rothko", dijo Oram. "Creo que cuando alguien ve la obra, se siente estimulado por el proceso de la creación. Algún día, me gustaría tener un espacio así de grande para trabajar".
Fuente: Revista Ñ
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