El tercer disco de Guillermo Alonso -de aquí en mas Coiffeur- sorprendió a todos aquellos que seguían de cerca su carrera. Su lanzamiento dejó en claro que la línea folk que popularizó su nombre en el circuito indie se había complejizado. En El tonel de las Danaides -su último álbum- su habitual y despojada fórmula acústica compartió protagonismo con cadencias instrumentales más complejas. Viola, violoncello, oboe, corno y piano se sumaron a su solitario proyecto, formando una pequeña orquesta de cámara. Añadiendo arreglos de cuerdas y alejándose cada vez más del rock, Coiffeur propone un ambicioso (y bienlogrado) viaje de dimensiones mitológicas a través de las doce canciones, variadamente instrumentadas, que componen esta intrigante placa. Semejante apuesta modificó sus presentaciones en vivo: hoy el trovador apuesta al trío, sin perder el carácter profundo e intimista que destacó su música.
-¿Qué se espera para el concierto de esta noche?
-En formato de trío, tocaremos casi todos los temas del último disco. También podrá escucharse algo de los anteriores. Esperamos generar un buen feedback entre el público y nosotros.
-Tenés una relación bastante especial con nuestra ciudad...
-Sí, me gusta La Plata. La considero un lugar muy especial. Fue uno de los primeros lugares donde toqué en vivo. Además de parecerme una ciudad muy linda, tiene una escuela de la canción bastante importante. Siempre es alentador tocar allí.
-Actualmente, tu música se aleja un poco del folk y se acerca más a la música de cámara ¿Como comenzó este cambio?
-Un poco por algunos discos que escuché. También venía pensando acercarme a lo sinfónico. Hace un tiempo estudié en el Conservatorio. Siempre me costó mucho lidiar con la burocracia académica. Si bien lo abandoné, y no me pareció un lugar muy estimulante, rescaté cierta información. Creo que algo de eso quedó rebotando en mi cabeza y después sirvió. En este disco se sumó un poco todo esto.
-Y así llegamos a El tonel de las Danaides, un álbum que comienza a llamar la atención desde su título mitológico. ¿Cómo llegaste a semejante elección?
-Cuando terminé con No es (su álbum anterior) tuve una especie de clarividencia que me indicó que debía comenzar un viraje. Me sentía medio estancado en algunos aspectos musicales, y ahí comencé a indagar en cosas nuevas. Esa búsqueda se extendió por muchos lugares, entre ellos la lectura. Me topé con un libro que mencionaba la historia de las Danaides. Además de gustarme la sonoridad de la palabra, sentí que el mito representaba claramente lo que yo sentía en aquel momento. El imaginario del disco cuadraba perfecto con el mito.
-Con el correr de tus discos, ¿cambiaron los estímulos que te inspiran al componer?
-El primer disco fue un acto de inconsciencia tan grande… bueno, en realidad todos los discos lo son. Primero me zambullí a grabar mi primer CD y después fui incorporando cosas en el camino. Claro que los estímulos van cambiando, como la observación de uno. Uno permanentemente va incorporando e ignorando los elementos que lo rodean.
-¿Y que estímulos enumerarías?
Uno puede mencionar las cosas obvias. Todo lo que tiene que ver con la lectura, el cine, la música, el teatro, la pintura. Las cosas básicas, a las que uno recurre. Pero yo siento que tiene que ver que lo que realmente importa es la actitud en la que uno se posiciona frente a todo eso. Mi postura es de alerta constante. Cualquier cosa puede llevarme a una reflexión.
Federico Valenti
El mito de las Danaides y la cultura contemporánea
Cuenta la leyenda que los hermanos Dánao y Egipto engendraron 50 hijos cada uno.
Dánao tuvo cincuenta mujeres, que fueron llamadas las Danaides. Las constantes disputas que mantenían entre ellas parecieron finalizar al resolver casar su descendencia entre sí. Después de celebrar las bodas con un gran banquete, Dánao le dio en secreto a cada una de sus hijas una daga, haciéndoles prometer que darían muerte a sus esposos durante la noche. Una vez llevada a cabo la matanza, los jueces del infierno encontraron a las Danaides culpables de los asesinatos. Fueron condenadas por Júpiter a llevar agua continuamente a un tonel sin fondo, por toda la eternidad. El mito de las Danaides describe metafóricamente algo que no tiene fin. Dicha historia, además de ser retratada por pintores como John William Waterhouse (ver imagen) fue utilizada por teóricos de la psicología como Freud o Lacan para explicar el deseo y el principio del placer
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