domingo, 2 de mayo de 2010

Aspectos de un mundo autoritario

Un genuino e inquietante trabajo en equipo, comandado por Diego Cosin

Los que volar no saben
. Autor: Hisham El-Naggar. Intérpretes: María Heller, Alejandro Gennuso, Antonia De Michelis, Román Puente. Marina Rouco y Robert Cox. Vestuario: Alejandro Gennuso y Román Puente. Maquillaje: Fernando Castillos. Asistentes de dirección: Carolina Ghío y Eugenia Sacca. Director asistente: Juan Cosín. Dirección: Diego Cosín. En Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556). Domingos, a las 20.30. Duración: 80 minutos.

Nuestra opinión: Buena

Un viejo castillo. Una familia que vive encerrada en él, casi escondida del mundo exterior. Cada personaje parece salido de una foto difusa. La imagen deformante no permite distinguir exactamente quiénes y cómo son. Pero están ahí, perdidos en sus propios ideales y en sus propios vicios. Preparan, desde hace años, un acto que parece ser la única justificación de sus existencias. La locura ha terminado de apoderarse de ellos y los ha tornado de un patetismo extremo. Son muy peligrosos, es cierto, cuando se devela el móvil de una acción que sólo busca dar aliento a un nuevo dictador que conduzca los designios del mundo.

El texto de Hishan El-Naggar expone una trama sorprendente y, a la vez, expresa cierta ingenuidad ideológica. Pero su humor es muy ácido y eso lo torna divertido, entretenido. El juego al que conduce a sus personajes es mucho y ellos deben sobreponerse a unas rutinas dislocadas que, continuamente, revelarán un grado más de sus existencias exaltadas.

Homogeneidad

El director Diego Cosín compone un friso absurdo, con buen ritmo, deteniéndose en las particularidades y excentricidades de cada personaje. Casi caricaturas, ellos transitan por el espacio reinventando situaciones disparatadas pero que, en verdad, muestran una severa complejidad. Esos seres cargan con una pasión destructora. Y no solo se dañan entre ellos sino que, apuntan a escapar de su encierro para multiplicarse en una sociedad a la que miran desde una historia pasada, discriminatoria, cruel, que atemoriza.

En lo interpretativo, el elenco muestra una homogeneidad destacable. Claro que algunos personajes resultan más atractivos que otros, como el de la Marchesa (interpretado por Antonia de Michelis) o Freddy (a cargo de Robert Cox). Lo cierto es que se impone allí un genuino trabajo de equipo que recrea con buenos resultados un material que inquieta por su punto de partida y organización.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

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