domingo, 24 de mayo de 2009

Un intenso y ajustado Trovatore

EXPRESIVIDAD HAYDEE DABUSTI Y GUSTAVO LOPEZ MANZITTI, LA SOLVENTE PAREJA PROTAGONICA.

La popular obra de Giuseppe Verdi subió en La Plata con una notable producción escénica y musical.

Por: Federico Monjeau

Suele decirse que en Il trovatore casi todo lo importante sucede fuera de la escena; de hecho, la ópera sería incomprensible sin el largo racconto de Ferrando (personificado en esta representación por Ricardo Ortale), que insume la totalidad del primer cuadro.

Los siete cuadros siguientes no presentan una conexión inmediata, sino que se desarrollan en lugares y tiempos relativamente distantes. La puesta en escena de Marcelo Perusso (responsable también de la escenografía y la iluminación) reúne con eficacia la natural dispersión de la ópera; primero, al llevar los cuatro actos a dos de cuatro escenas cada uno, con un único intervalo; segundo, al crear diferentes paisajes o exteriores con agilidad y economía, manteniendo una misma plataforma central (una escalinata elevada sobre un promontorio); la escena, expresiva y liviana al mismo tiempo, pasa de los románticos bosques invernales a los soleados campamentos de gitanos con unos pocos objetos que suben y bajan -aunque en penumbras- a la vista del público. La cualidad plástica de la escena se refuerza con algunas composiciones que quedan congeladas desde el inicio mismo de la obra, o con ciertas visiones espectrales que tienen el efecto de una composición pictórica. El enfoque dramático no introduce variantes y se atiene a las formas tradicionales, pero está bien llevado.

La parte musical no es menos lograda. La función del estreno debió sortear un imprevisto: el decisivo rol del Conde de Luna empezó encarnado por el barítono Luis Gaeta, quien sólo pudo hacer el segundo cuadro de la obra; en el cuarto lo reemplazó hasta el final Luciano Garay (miembro del segundo reparto). El cambio no sorprendió, ya que desde la primera nota se notó que Gaeta estaba fuera de forma. En fin, Garay salió al ruedo y asumió su parte con maestría. El tenor Gustavo López Manzitti llevó el exigido rol protagónico con solvencia y una inteligente administración de recursos. Leonora estuvo a cargo de Haydée Dabusti, de muy buen desempeño general más allá de alguna nota calada y un par de agudos destimbrados. Alejandra Malvino fue de menor a mayor, hasta lograr una desgarradora Azucena. El Coro dirigido por Miguel Martínez tuvo una actuación irreprochable. La orquesta sonó muy ajustada, especialmente en la cuerda y las maderas. Carlos Vieu cuidó los detalles y el balance general.

Fuente: Clarín

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