Foto: Tanto Disi como Ranni realizaron un éxito de crítica y público con la obra durante la temporada veraniega en Villa Carlos Paz
Esta noche, a las 21.30, se presenta en el teatro Coliseo Podestá (10 entre 46 y 47) una de las mejores comedias de los últimos tiempos, La jaula de las locas. Esta versión nacional de la genial obra de Jean Poiret, encabezada por Rodolfo Ranni y Emilio Disi, causó furor en el verano en Carlos Paz. Los protagonistas hablaron con Diagonales sobre este trabajo y anticiparon algo de lo que se verá en escena.
La obra gira en torno a la historia de amor de una pareja gay, Jorge (Ranni) y Albino (Disi), dueños del club de travestis más famoso de Saint Tropez: La jaula de las locas. Su vida se ve convulsionada cuando el hijo de Jorge decide casarse con la hija de un importante político francés. "De pronto irrumpen personajes muy conservadores y los dos son obligados a actuar de una manera inusual", explica Ranni.
–¿Cómo es el pasaje constante de lo femenino a lo masculino en una misma obra?
Rodolfo Ranni: –Eso es lo más interesante. Emilio y yo somos actores del repentismo y por ahí uno está hablando de cómo salió Boca pero entra a escena y empieza a funcionar el personaje. Y hay un momento en que el personaje empieza a funcionar solo y uno está detrás cuidando que no se desboque. Ese, realmente, es el trabajo del actor.
Emilio Disi: –Además, en cada cambio de ropa, cuando entrás hay un minuto en que la gente se empieza a reír por el vestuario. Eso te da tiempo para recomponer el personaje, tenés ese minuto en que respirás y te ponés en el personaje.
–Disi, usted hizo varios papeles femeninos, ¿que particularidad encontró en este personaje?
E.D.: –Siempre he hecho personajes de mujer como caricatura y éste no es ninguna caricatura, es en serio una mujer.
R.R.: –En realidad no es una mujer, se cree una mujer y ese también es el doble riesgo de no caer en el estereotipo.
–Pero tampoco es gay...
R.R.: –Actúa de mujer pero una mujer particular, no una mujer convencional que uno ve por la calle, entonces también es un riesgo importantísimo. De hecho Emilio está realmente maravilloso haciendo ese rol. El mío es mucho más lineal en un punto, pero el de él es muy peligroso. Por eso estamos muy atentos de que no suceda ninguna zancadilla, porque en el texto el personaje te hace ese tipo de cosas, de pronto tenés la tentación de agregar algo. Y no es así.
–¿El training que traen de la temporada en Carlos Paz, hace que el texto esté bien asentado y puedan ocuparse de otros detalles?
E.D.: –A veces, con el tiempo, donde provocaba risa una situación deja de hacerlo. Entonces lo replanteás otra vez y te das cuenta que a lo mejor le agregaste una palabra o que lo estás haciendo más rápido o más lento. Ahí, pese a estar haciendo la obra hace cinco meses, se pide un ensayo para ver qué paso con esa escena. Tenés que estar atento permanentemente, tenés que estar laburando todo el tiempo, no te podés dormir.
R.R.: –Sobre todo con la premisa que nos impusimos desde que empezamos a ensayar, que es realmente no irse del texto ni en una coma, porque creemos que ahí está el éxito de esta obra.
–Hay muchas versiones de La jaula de las locas. ¿Qué cosas la diferencian de las demás?
R.R.: –Yo creo que la seriedad con la que la hacemos, cosa que nos impusimos desde el primer ensayo. Precisamente, como hay muchas versiones y algunas no fueron realmente rigurosas con el texto, ni con la época, ni con el país donde se desarrolla la acción, de verdad quisimos diferenciarnos de eso haciéndola realmente como debe ser o, por lo menos, como nosotros creemos que debe ser la comedia: muy puntual, sin salirnos del guión.
–¿Requiere mucho esfuerzo físico esta obra?
R.R.: –Sobre todo el personaje de Emilio porque tiene muchos cambios de vestuario, yo tengo dos nada más, estoy más tranquilo en ese aspecto.
E.D.: –Pero para un actor es muy divertido. Hay dos cosas que son muy divertidas para los actores, una es el cambio de personajes, es decir hacer de mujer, de madre, de bataclana, de hombre. Y otra es la gira, hoy trabajás en un ámbito donde el escenario tiene 30 metros de ancho y al día siguiente en otro donde tiene 10 y entra la mitad de la escenografía, la hacés con micrófono inalámbrico en un lugar y en otros no entonces hay que modular distinto. Además, el que se ocupa de controlar la escenografía, las luces y el sonido es Rodolfo, que tiene que estar dos horas antes en el teatro para controlar que esté todo bien. Entonces para nosotros es como debutar todos los días, es un ejercicio actoral maravilloso. Y el trabajo tiene una carga de adrenalina extra. Te encontrás con cosas totalmente distintas. Es maravilloso.
R.R.: –No hay posibilidad de entrar en una rutina. Todos los días tienen una cosa creativa distinta relacionada con el ámbito al menos y tenés que estar muy atento a que las cosas salgan con la misma intensidad que en un escenario preparado para toda una temporada.
Fuente: El Argentino
Esta noche, a las 21.30, se presenta en el teatro Coliseo Podestá (10 entre 46 y 47) una de las mejores comedias de los últimos tiempos, La jaula de las locas. Esta versión nacional de la genial obra de Jean Poiret, encabezada por Rodolfo Ranni y Emilio Disi, causó furor en el verano en Carlos Paz. Los protagonistas hablaron con Diagonales sobre este trabajo y anticiparon algo de lo que se verá en escena.
La obra gira en torno a la historia de amor de una pareja gay, Jorge (Ranni) y Albino (Disi), dueños del club de travestis más famoso de Saint Tropez: La jaula de las locas. Su vida se ve convulsionada cuando el hijo de Jorge decide casarse con la hija de un importante político francés. "De pronto irrumpen personajes muy conservadores y los dos son obligados a actuar de una manera inusual", explica Ranni.
–¿Cómo es el pasaje constante de lo femenino a lo masculino en una misma obra?
Rodolfo Ranni: –Eso es lo más interesante. Emilio y yo somos actores del repentismo y por ahí uno está hablando de cómo salió Boca pero entra a escena y empieza a funcionar el personaje. Y hay un momento en que el personaje empieza a funcionar solo y uno está detrás cuidando que no se desboque. Ese, realmente, es el trabajo del actor.
Emilio Disi: –Además, en cada cambio de ropa, cuando entrás hay un minuto en que la gente se empieza a reír por el vestuario. Eso te da tiempo para recomponer el personaje, tenés ese minuto en que respirás y te ponés en el personaje.
–Disi, usted hizo varios papeles femeninos, ¿que particularidad encontró en este personaje?
E.D.: –Siempre he hecho personajes de mujer como caricatura y éste no es ninguna caricatura, es en serio una mujer.
R.R.: –En realidad no es una mujer, se cree una mujer y ese también es el doble riesgo de no caer en el estereotipo.
–Pero tampoco es gay...
R.R.: –Actúa de mujer pero una mujer particular, no una mujer convencional que uno ve por la calle, entonces también es un riesgo importantísimo. De hecho Emilio está realmente maravilloso haciendo ese rol. El mío es mucho más lineal en un punto, pero el de él es muy peligroso. Por eso estamos muy atentos de que no suceda ninguna zancadilla, porque en el texto el personaje te hace ese tipo de cosas, de pronto tenés la tentación de agregar algo. Y no es así.
–¿El training que traen de la temporada en Carlos Paz, hace que el texto esté bien asentado y puedan ocuparse de otros detalles?
E.D.: –A veces, con el tiempo, donde provocaba risa una situación deja de hacerlo. Entonces lo replanteás otra vez y te das cuenta que a lo mejor le agregaste una palabra o que lo estás haciendo más rápido o más lento. Ahí, pese a estar haciendo la obra hace cinco meses, se pide un ensayo para ver qué paso con esa escena. Tenés que estar atento permanentemente, tenés que estar laburando todo el tiempo, no te podés dormir.
R.R.: –Sobre todo con la premisa que nos impusimos desde que empezamos a ensayar, que es realmente no irse del texto ni en una coma, porque creemos que ahí está el éxito de esta obra.
–Hay muchas versiones de La jaula de las locas. ¿Qué cosas la diferencian de las demás?
R.R.: –Yo creo que la seriedad con la que la hacemos, cosa que nos impusimos desde el primer ensayo. Precisamente, como hay muchas versiones y algunas no fueron realmente rigurosas con el texto, ni con la época, ni con el país donde se desarrolla la acción, de verdad quisimos diferenciarnos de eso haciéndola realmente como debe ser o, por lo menos, como nosotros creemos que debe ser la comedia: muy puntual, sin salirnos del guión.
–¿Requiere mucho esfuerzo físico esta obra?
R.R.: –Sobre todo el personaje de Emilio porque tiene muchos cambios de vestuario, yo tengo dos nada más, estoy más tranquilo en ese aspecto.
E.D.: –Pero para un actor es muy divertido. Hay dos cosas que son muy divertidas para los actores, una es el cambio de personajes, es decir hacer de mujer, de madre, de bataclana, de hombre. Y otra es la gira, hoy trabajás en un ámbito donde el escenario tiene 30 metros de ancho y al día siguiente en otro donde tiene 10 y entra la mitad de la escenografía, la hacés con micrófono inalámbrico en un lugar y en otros no entonces hay que modular distinto. Además, el que se ocupa de controlar la escenografía, las luces y el sonido es Rodolfo, que tiene que estar dos horas antes en el teatro para controlar que esté todo bien. Entonces para nosotros es como debutar todos los días, es un ejercicio actoral maravilloso. Y el trabajo tiene una carga de adrenalina extra. Te encontrás con cosas totalmente distintas. Es maravilloso.
R.R.: –No hay posibilidad de entrar en una rutina. Todos los días tienen una cosa creativa distinta relacionada con el ámbito al menos y tenés que estar muy atento a que las cosas salgan con la misma intensidad que en un escenario preparado para toda una temporada.
Fuente: El Argentino
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