sábado, 30 de mayo de 2009

Los títeres cuentan la historia de Pinocho

El encuentro con el "padre". En una participación especial, Jorge Rivera López presenta un Gepetto cálido y amable; la puesta tiene una amplia interacción entre títeres y actores

En la versión de Luis Rivera López, los personajes narran el descubrimiento que hace el muñeco de madera del mundo adulto

Por Ruth Mehl

Pinocho. Versión en títeres por Luis Rivera López de la obra de Carlos Collodi. Actores titiriteros: Diego Ferrari, Diego Suárez y Mónica Felippa. Actor invitado: Jorge Rivera López. Diseño plástico: Alejandro Mateo. Música: Daniel García. Vestuario: Mónica Navarro. Títeres y escenografía: Marcelo Fernández, Julieta Rivera López, Juan Castillo y Andrés Manzoco. Dirección general: Luis Rivera López y Sergio Rower. Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, Corrientes 1660. Sábados y domingos, a las 15. ( En vacaciones, a las 15 y 17). Desde 30 pesos.
Nuestra opinión: buena

Condensar la novela de Carlos Collodi a un espectáculo de una hora, es, sin duda una tarea muy difícil, especialmente por la cantidad de historias y personajes que animan los numerosos episodios de las aventuras del famoso muñeco.

Luis Rivera López busca la síntesis simplificando en extremo la línea argumental (lo que podría llamarse la historia personal de Pinocho ) e intercalando algunos episodios menos conocidos que presentan un mundo de delirios y sátiras con las que se denuncian aspectos oscuros e injustos de la sociedad.

Por otra parte, elige las canciones para que sus textos hagan los comentarios y reflexiones sobre los temas morales que se plantean, ya sea denunciando la corrupción, o destacando el valor del arte, y del teatro en especial.

El nacimiento

La obra, en definitiva, trata del paso acelerado de un muñeco tallado en madera mágica hacia la comprensión del mundo humano adulto, con sus riesgos, y a su vez, el afecto que crece entre él y su "papá" artesano. También está planteada una transformación de Gepetto, que de carpintero pasa a ser titiritero y a recorrer el mundo.

La estética es la que le conocemos a Libertablas: una amplia utilización de técnicas titiriteras, grandes muñecos, y un trabajo de interactuación entre títeres y actores, con minuciosa manipulación. Jorge Rivera López presenta un Gepetto, cálido, amable, y Diego Ferrari aporta una vigorosa caracterización del titiritero ambicioso y manipulador que ambiciona apoderarse de Pinocho.

El Hada Azul, a cargo de Mónica Felippa, hace de presentadora y narradora y, a veces, maneja títeres o interviene en la acción. Por momentos, se ve algo fuera de contexto, en parte por el vestuario y la escenografía que la acompañan y que no coinciden con la línea sugerida por el resto de los elementos visuales de la obra.

Un momento muy logrado, donde se hace presente la poesía, tiene lugar cuando el muñeco despierta, o sea que el tronco cobra vida: el trabajo con la calle de luz negra logra la ilusión y eso se percibe en la platea como un acontecimiento mágico. También conmueve la transformación final de Pinocho, en la que el titiritero Diego Suárez entrega el muñeco para vestirse de el personaje. En ambos casos la acción es muy significativa, y no necesita de muchas explicaciones.

Fuente: La Nación

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