lunes, 18 de enero de 2010

La estética de Renata Schussheim, en el Maipo

Splendor, de Oscar Araiz, Renata Schussheim y Jean-François Casanovas. Intérpretes: Jean-François Casanovas, Javier Bazán, Ignacio González Cano y Marco Chaves. Diseño de vestuario: Renata Schussheim. Coreografía: Oscar Araiz. Diseño de luces: Roberto Traferri. Dirección: Oscar Araiz y Renata Schussheim. En el Maipo Club. Duración: 65 minutos.
Nuestra opinión: buena

La metamorfosis que transforma a una crisálida en una mariposa es el estilo que ha desarrollado Jean-François Casanovas en sus espectáculos. Es un sello distintivo. Como si fuera un mago que extrae de una galera una serie de personajes míticos, no con el ánimo de parodiarlos, sino como un simple acto de amor con el que trata de rescatar fisonomías del pasado.

Con fonomímicas, coreografías, canciones, Casanovas se mantiene fiel a sí mismo. Pero en este espectáculo hay una vuelta a los orígenes, que el propio artista reveló en los anticipos del espectáculo, en su reencuentro con Araiz y con Schussheim.

La hechura estética es una impronta muy acendrada en estas producciones, diseño que se distingue por el uso de máscaras, pelucas muy elaboradas, un vestuario suntuoso de brillos y lentejuelas, estolas y plumas en los tocados.

En este resultado, mucho tiene que ver la mano de Renata Schussheim por la elección de los diseños, así como por la combinación de colores y de telas.

Un estilo definido de actuación, muy acentuado en los movimientos y en la composición gestual, complementa una hechura que tiene mucho de glamour, de sensualidad, de encanto y de fascinación.

Algunos de los números en esta oportunidad se distinguen por las coreografías, diseñadas por Araiz, tanto para el protagonista como para el resto del elenco, y en la sucesión de sketches sobresalen las recreaciones de Silvina Bullrich o de María Félix, respaldadas en fonomímicas muy bien elaboradas que parecen rescatar las voces originales. Y se puede decir que, en esta oportunidad, el protagonista también canta con su propia voz.

Al hablar de metamorfosis, se hace referencia a la transformación que se produce entre un personaje y otro, y ésta adquiere preeminencia cuando la mutación se realiza en escena a la vista del público con la ayuda de los servidores. La precisión es tan aceitada que casi no hay lapsos en blanco.

Como es habitual, hay un trabajo impecable en la resolución visual de este espectáculo, pero en cuanto a los contenidos queda la impresión de que falta un ingrediente original y renovador.

Susana Freire
Fuente: La Nación

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