Incluir lo diferente
Con sus relatos, un escritor y especialista en psicomotricidad intenta concientizar y fomentar valores como la comprensión y la aceptación. La propuesta apunta a que, a través de personajes de la literatura, grandes y chicos reflexionen acerca de la discriminación.
Tanto los textos escolares como las fábulas, los cuentos infantiles y las series de televisión tienen la presencia de personas con diferencias diversas que acompañan al actor central de la trama, o, en algunos casos, suele ser la persona con discapacidad quien encarna el personaje principal.
De esta manera, el fundador del área de Psicomotricidad del servicio de Psicopatología Infanto Juvenil del Hospital Escuela General San Martín, Daniel Calmels, trabajó sobre los ejes del discapacitado como personaje de los relatos infantiles y la indiferencia e intolerancia social frente a lo diferente, para escribir su nuevo libro La discapacidad del héroe.
Este escritor, psicomotricista e investigador de temáticas del cuerpo -desde 1997 hasta la actualidad- lleva publicada una obra que incluye, entre otros títulos: Cuerpo y saber, El cuerpo en la escritura, Del sostén a la transgresión, El cuerpo cuenta, Juegos de crianza e Infancias del cuerpo.
En relación al tema de la discriminación, el autor de La discapacidad del héroe explicó la distancia que existe entre los términos discapacidad y diferente. El primero está ligado a la terminología “indicadora de discapacidades motoras, sensoriales y mentales”, mientras que diferente “es menos clínico, permite abarcar un sinnúmero de fenómenos donde prima un exceso de singularidad”. De todos modos, el escritor contó que no siempre la diferencia marca una discapacidad, y agregó que “tampoco indica una dificultad, pero se transforma en dificultad en la medida que es visualizada como un signo negativo y es rechazada”.
Esta caracterización negativa alcanza, incluso, a textos científicos y, como ejemplo, citó a una prestigiosa doctora que en un texto de 1947 discriminaba a los zurdos al definir a la “zurdez” como un “defecto de menor cuantía”.
Las reacciones
Según Calmels, otra reacción frente a la discapacidad es la indiferencia. “El no mirar, no pensar, no escuchar, ignorar, negar. En esa dirección, el autor del libro Corazón, Edmundo de Amicis, aconsejaba fingir siempre no ver a quien tenga una deformidad repugnante, ridícula”, explicó.
Por otro lado, añadió que “las semejanzas tranquilizan: un cuerpo igual al mío, un lenguaje que confirme mi lenguaje, una mirada que devuelva mi mirada, un pensamiento que responda a mi pensamiento”.
En ese sentido, la obra de Calmels observa fenómenos cotidianos y repetidos que se transparentan sin conciencia. “Tal es la fuerza de la familiaridad, que para el lector común los discapacitados de los cuentos infantiles, integrados en un programa narrativo, pasan desapercibidos, se naturalizan”, dijo el autor, y aseguró que “la lectura de este libro los pone en descubierto, y los estudia como hallazgos ocultos por su visibilidad”.
Entre los personajes de La discapacidad del héroe figuran Pulgarcito, que era un niño prematuro y diminuto, El Patito Feo, a quien su misma madre llamó “monstruo”, Dopey, el “mudito” de los siete enanitos, el niño rengo del flautista de Hamelin, y Clara, la amiga inválida de Heidi.
Sobre estos personajes, el especialista explicó que “en muchas ocasiones, el sujeto discapacitado representa en y con su cuerpo la dramática situacional, encarna con su síntoma el rol que debe cumplir”.
Además, Calmels se refirió al emblemático Soldadito de Plomo y repitió con Hans Christian Andersen la historia del artesano que fundió un cucharón de plomo y fabricó soldaditos iguales hasta que, por falta de material, el último salió con una pierna sola.
“Vivirá penurias y cuidados, será el elegido para transitar por situaciones límites, aumentará sus diferencias en relación con el resto de los iguales y su carencia le aportará una cualidad. Será para el niño un juguete sobresaliente, perdido, recuperado y alojado con cuidados”, apuntó.
La identificación con los personajes
Así como el niño se identifica con personajes poderosos, lo hace también con los que están en desventaja. “Con el personaje desvalido, con el expulsado injustamente, el marginado por algún rasgo diferente. En este caso, la identificación con el diferente se realiza sobre un conjunto de personajes protagonistas de relatos jerarquizados y puestos en circulación”, sintetizó.
A su vez, agregó que esto es imposible hoy con los personajes mecanizados, debido a que están “dotados de poderes sobrenaturales y accesorios de alta tecnología, en la cual la falta reside en el retraso tecnológico o en el agotamiento energético. No es frecuente encontrar un héroe carente de atributos para enfrentar los contratiempos, como el Soldadito de Plomo”.
Para Calmels, el exceso de palabras para nombrar lo diferente “advierte de la complejidad del tema: discapacidad, anomalía, anormalidad, fenómeno, incapacidad, rareza, deformidad, invalidez, debilidad, inhabilidad, perturbación, minusvalía, trastorno, subnormalidad son sólo algunas”, y subrayó que “lo que escapa a la norma no sólo queda fuera del canon y de la medida, sino que al mismo tiempo queda fuera del lenguaje”.
En ese sentido, el escritor opinó que la tolerancia a lo diferente “se arma hoy con el modelo de la caricatura, la exageración de algunos rasgos sobre un fondo de normalidad. Y cuando la figura no se adapta al canon es cuando sobreviene el rechazo.
Por último, el experto también dijo que “una sociedad formada en la consideración de lo diferente como impropio y del otro como ajeno forma personas incapaces de hacerse cargo de lo que producen como comunidad”.
La sociedad, según Calmels, no debería tener como tarea “integrar al discapacitado”, sino dejar de marginarlo. “De expropiarles derechos que su condición humana le asigna, entre ellos el de trabajar. El derecho al ejercicio a un trabajo digno, es una de las claves, no sólo de la integración social, sino de la producción social”, finalizó
Fuente: Hoy
Con sus relatos, un escritor y especialista en psicomotricidad intenta concientizar y fomentar valores como la comprensión y la aceptación. La propuesta apunta a que, a través de personajes de la literatura, grandes y chicos reflexionen acerca de la discriminación.
Tanto los textos escolares como las fábulas, los cuentos infantiles y las series de televisión tienen la presencia de personas con diferencias diversas que acompañan al actor central de la trama, o, en algunos casos, suele ser la persona con discapacidad quien encarna el personaje principal.
De esta manera, el fundador del área de Psicomotricidad del servicio de Psicopatología Infanto Juvenil del Hospital Escuela General San Martín, Daniel Calmels, trabajó sobre los ejes del discapacitado como personaje de los relatos infantiles y la indiferencia e intolerancia social frente a lo diferente, para escribir su nuevo libro La discapacidad del héroe.
Este escritor, psicomotricista e investigador de temáticas del cuerpo -desde 1997 hasta la actualidad- lleva publicada una obra que incluye, entre otros títulos: Cuerpo y saber, El cuerpo en la escritura, Del sostén a la transgresión, El cuerpo cuenta, Juegos de crianza e Infancias del cuerpo.
En relación al tema de la discriminación, el autor de La discapacidad del héroe explicó la distancia que existe entre los términos discapacidad y diferente. El primero está ligado a la terminología “indicadora de discapacidades motoras, sensoriales y mentales”, mientras que diferente “es menos clínico, permite abarcar un sinnúmero de fenómenos donde prima un exceso de singularidad”. De todos modos, el escritor contó que no siempre la diferencia marca una discapacidad, y agregó que “tampoco indica una dificultad, pero se transforma en dificultad en la medida que es visualizada como un signo negativo y es rechazada”.
Esta caracterización negativa alcanza, incluso, a textos científicos y, como ejemplo, citó a una prestigiosa doctora que en un texto de 1947 discriminaba a los zurdos al definir a la “zurdez” como un “defecto de menor cuantía”.
Las reacciones
Según Calmels, otra reacción frente a la discapacidad es la indiferencia. “El no mirar, no pensar, no escuchar, ignorar, negar. En esa dirección, el autor del libro Corazón, Edmundo de Amicis, aconsejaba fingir siempre no ver a quien tenga una deformidad repugnante, ridícula”, explicó.
Por otro lado, añadió que “las semejanzas tranquilizan: un cuerpo igual al mío, un lenguaje que confirme mi lenguaje, una mirada que devuelva mi mirada, un pensamiento que responda a mi pensamiento”.
En ese sentido, la obra de Calmels observa fenómenos cotidianos y repetidos que se transparentan sin conciencia. “Tal es la fuerza de la familiaridad, que para el lector común los discapacitados de los cuentos infantiles, integrados en un programa narrativo, pasan desapercibidos, se naturalizan”, dijo el autor, y aseguró que “la lectura de este libro los pone en descubierto, y los estudia como hallazgos ocultos por su visibilidad”.
Entre los personajes de La discapacidad del héroe figuran Pulgarcito, que era un niño prematuro y diminuto, El Patito Feo, a quien su misma madre llamó “monstruo”, Dopey, el “mudito” de los siete enanitos, el niño rengo del flautista de Hamelin, y Clara, la amiga inválida de Heidi.
Sobre estos personajes, el especialista explicó que “en muchas ocasiones, el sujeto discapacitado representa en y con su cuerpo la dramática situacional, encarna con su síntoma el rol que debe cumplir”.
Además, Calmels se refirió al emblemático Soldadito de Plomo y repitió con Hans Christian Andersen la historia del artesano que fundió un cucharón de plomo y fabricó soldaditos iguales hasta que, por falta de material, el último salió con una pierna sola.
“Vivirá penurias y cuidados, será el elegido para transitar por situaciones límites, aumentará sus diferencias en relación con el resto de los iguales y su carencia le aportará una cualidad. Será para el niño un juguete sobresaliente, perdido, recuperado y alojado con cuidados”, apuntó.
La identificación con los personajes
Así como el niño se identifica con personajes poderosos, lo hace también con los que están en desventaja. “Con el personaje desvalido, con el expulsado injustamente, el marginado por algún rasgo diferente. En este caso, la identificación con el diferente se realiza sobre un conjunto de personajes protagonistas de relatos jerarquizados y puestos en circulación”, sintetizó.
A su vez, agregó que esto es imposible hoy con los personajes mecanizados, debido a que están “dotados de poderes sobrenaturales y accesorios de alta tecnología, en la cual la falta reside en el retraso tecnológico o en el agotamiento energético. No es frecuente encontrar un héroe carente de atributos para enfrentar los contratiempos, como el Soldadito de Plomo”.
Para Calmels, el exceso de palabras para nombrar lo diferente “advierte de la complejidad del tema: discapacidad, anomalía, anormalidad, fenómeno, incapacidad, rareza, deformidad, invalidez, debilidad, inhabilidad, perturbación, minusvalía, trastorno, subnormalidad son sólo algunas”, y subrayó que “lo que escapa a la norma no sólo queda fuera del canon y de la medida, sino que al mismo tiempo queda fuera del lenguaje”.
En ese sentido, el escritor opinó que la tolerancia a lo diferente “se arma hoy con el modelo de la caricatura, la exageración de algunos rasgos sobre un fondo de normalidad. Y cuando la figura no se adapta al canon es cuando sobreviene el rechazo.
Por último, el experto también dijo que “una sociedad formada en la consideración de lo diferente como impropio y del otro como ajeno forma personas incapaces de hacerse cargo de lo que producen como comunidad”.
La sociedad, según Calmels, no debería tener como tarea “integrar al discapacitado”, sino dejar de marginarlo. “De expropiarles derechos que su condición humana le asigna, entre ellos el de trabajar. El derecho al ejercicio a un trabajo digno, es una de las claves, no sólo de la integración social, sino de la producción social”, finalizó
Fuente: Hoy
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