BESO FINAL FABIÁN VENA, RICKY AIELLO Y VIVIANA SACCONE, EN UNA EMOTIVA ESCENA.
Crítica "Algo en común". Tiene el eje en lo que significa la muerte de alguien querido.
Por: Eduardo Slusarczuk
En Algo en común todo ocurre en el living del departamento que Julia (Viviana Saccone) y su ex marido, Carlos, alguna vez compraron como inversión. El mismo en el que, tras su separación, Carlos convivió varios años con Fernando (Fabián Vena), su última pareja, quien lo acompañó hasta su muerte a manos del sida.
Allí, bajo una luz blanca, entre cajas y canastos que presagian mudanza, Julia se encontrará con Fernando para firmar un acuerdo que habilitará la venta de la propiedad. "A él, por ley, no le corresponde nada", le advierte Marta, su abogada y amiga (Romina Yan). Antes, Tomy (Ricky Aiello), el hijo que tuvo con Carlos, había preferido quedarse en el departamento de su tía de verdad, y así evitar cruzarse con el "tío Fernando".
Harvey Fierstein (La jaula de las locas, Hairspray) escribió Algo en común (Tidy Endings) a mediados de los '80. Por eso no sorprende que, en ese contexto, el autor y su pieza hayan sido blanco de críticas impiadosas. Como tampoco sorprendería hoy encontrar al texto fuera de tiempo. Sin embargo, hay algo en la obra que Santiago Doria repone 15 años después de su estreno porteño que la despega de su aquí y ahora.
Es que Algo en común no pontifica. Cuenta. Reconstruye dos historias de amor unidas por la vida y la muerte de Carlos, que su ex esposa, Julia, y Fernando desandan a través de un diálogo sinuoso que transita lugares, espacios, sensaciones y sentimientos que los separan, y que los unen.
En ese marco, la enfermedad es sólo un elemento más, en un texto que trasciende el golpe de efecto, y que se muestra en la puesta de Santiago Doria como un terreno fértil para el lucimiento de Saccone y Vena. Con un tono exacto, que evita estereotipos o exageraciones, ambos cargan el aire de bronca y ternura. De angustia y comprensión. Comparten y compiten por el dolor por haber perdido a quien más amaron.
Entonces, a lo largo de la pieza, el eje va de lo que significa la muerte de alguien querido al lugar que ocupa lo material en las relaciones humanas, de la necesidad de ser comprendido a los vacíos y olvidos, tantas veces intencionales, de quienes definen los límites de la legalidad.
Ubicada en 2010, Algo en común es una historia llena de lugares comunes. De pequeñas narraciones que son una, y que por obra de sus protagonistas, siguen conmoviendo. Algunas atraviesan el texto de manera fugaz. Otras, en cambio, llegan para quedarse.
Y despiertan, de la mano de un abordaje acertado, la intriga de saber qué hay más allá de un beso. El del final. El que clausura, o al menos alivia, el dolor por esa ausencia en común, que Julia, Fernando y Tomy llevarán puesto para siempre.
Fuente: Clarín
Crítica "Algo en común". Tiene el eje en lo que significa la muerte de alguien querido.
Por: Eduardo Slusarczuk
En Algo en común todo ocurre en el living del departamento que Julia (Viviana Saccone) y su ex marido, Carlos, alguna vez compraron como inversión. El mismo en el que, tras su separación, Carlos convivió varios años con Fernando (Fabián Vena), su última pareja, quien lo acompañó hasta su muerte a manos del sida.
Allí, bajo una luz blanca, entre cajas y canastos que presagian mudanza, Julia se encontrará con Fernando para firmar un acuerdo que habilitará la venta de la propiedad. "A él, por ley, no le corresponde nada", le advierte Marta, su abogada y amiga (Romina Yan). Antes, Tomy (Ricky Aiello), el hijo que tuvo con Carlos, había preferido quedarse en el departamento de su tía de verdad, y así evitar cruzarse con el "tío Fernando".
Harvey Fierstein (La jaula de las locas, Hairspray) escribió Algo en común (Tidy Endings) a mediados de los '80. Por eso no sorprende que, en ese contexto, el autor y su pieza hayan sido blanco de críticas impiadosas. Como tampoco sorprendería hoy encontrar al texto fuera de tiempo. Sin embargo, hay algo en la obra que Santiago Doria repone 15 años después de su estreno porteño que la despega de su aquí y ahora.
Es que Algo en común no pontifica. Cuenta. Reconstruye dos historias de amor unidas por la vida y la muerte de Carlos, que su ex esposa, Julia, y Fernando desandan a través de un diálogo sinuoso que transita lugares, espacios, sensaciones y sentimientos que los separan, y que los unen.
En ese marco, la enfermedad es sólo un elemento más, en un texto que trasciende el golpe de efecto, y que se muestra en la puesta de Santiago Doria como un terreno fértil para el lucimiento de Saccone y Vena. Con un tono exacto, que evita estereotipos o exageraciones, ambos cargan el aire de bronca y ternura. De angustia y comprensión. Comparten y compiten por el dolor por haber perdido a quien más amaron.
Entonces, a lo largo de la pieza, el eje va de lo que significa la muerte de alguien querido al lugar que ocupa lo material en las relaciones humanas, de la necesidad de ser comprendido a los vacíos y olvidos, tantas veces intencionales, de quienes definen los límites de la legalidad.
Ubicada en 2010, Algo en común es una historia llena de lugares comunes. De pequeñas narraciones que son una, y que por obra de sus protagonistas, siguen conmoviendo. Algunas atraviesan el texto de manera fugaz. Otras, en cambio, llegan para quedarse.
Y despiertan, de la mano de un abordaje acertado, la intriga de saber qué hay más allá de un beso. El del final. El que clausura, o al menos alivia, el dolor por esa ausencia en común, que Julia, Fernando y Tomy llevarán puesto para siempre.
Fuente: Clarín
1 comentario:
LA OBRA ES MUY BUENA PERO NO ME GUSTA EL CHICO NO LO PUEDEN COMPARAR CON CABRE.VIVIANA Y FABIAN SON DOS GENIOS
Publicar un comentario