jueves, 13 de agosto de 2009

Graffiti argentino: de los muros porteños al mundo

Por Belén Papa Orfano

En los últimos años, la presencia de arte callejero en barrios como Palermo, San Telmo, Colegiales y Barracas - último en sumarse a la movida tras la proliferación de los centros de diseño - transformó sus calles en galerías al aire libre donde nadie acude a ver una obra, pero todos involuntariamente la ven. Esas mismas piezas son consideradas por un mercado extranjero como verdaderas obras de arte argentinas por las que pagan, por ahora, cientos de dólares, pero que prometen elevar sus precios en sintonía con el crecimiento del mercado internacional de arte callejero.

En Buenos Aires la galería Hollywood in Cambodia es la única que se dedica a exponer piezas de artistas especializados en graffiti. Funciona en Palermo, en el primer piso de un bar. Son dos habitaciones y un patio donde los artistas hacen el mismo trabajo que realizarían en frentes o fachadas de casas, pero sobre las paredes del lugar. Al igual que los principales museos del mundo, la galería cuenta con su tienda donde los artistas, expositores o no, dejan sus obras en formato de serigrafía, madera o papel para ser vendidas a cambio de una comisión del 20% sobre el precio de venta.

"Las obras que tenemos nos la dejan los artistas en consignación. Hay obras de gente que nunca expuso que igual nos deja cosas porque acá nos conocemos todos. Incluso artistas de afuera, por ejemplo de Brasil. Saben que existe el lugar; es otro punto de venta, nos mandan un paquete, colgamos serigrafías o cuadros, están todos acá a la venta", detalla GG, artista callejero y miembro de Bs As Stencil, uno de los tres colectivos artísticos que, junto a Malatesta y Run don't walk, que llevan adelante el lugar ubicado en la calle Thames 1885.

Los principales compradores son extranjeros: estadounidenses, brasileños y, especialmente, europeos. "Las cosas le gustan y los precios para ellos son muy baratos. En Europa ya consideran a las obras de artistas de street art como arte", explica GG y agrega que, entre los interesados también hay coleccionistas "que están a tono con el pulso del mundo". ¿Está de moda el arte callejero en el extranjero? "Si, completamente. Nosotros vendemos afuera más que acá".

A diferencia de los artistas de Hollywood in Cambodia que reconocen que no se dedican al arte callejero "para hacernos ricos", en Europa la tendencia marca otra cosa. Las más prestigiosas casas de subastas han comenzado a dedicarles un párrafo aparte. El año pasado la casa Bonhams adjudicó por 72.000 euros una obra de Nick Walter, y por 83.000 euros otra de Adam Neate. Pero sin dudas, el que se lleva el primer puesto es el misterioso Banksy. En 2007, este artista inglés, al cual no se le conoce el rostro y mantiene su identidad en el más anonimato, embolsó 102.000 libras esterlinas por tres de sus trabajos que salieron a subasta a través de la prestigiosa casa Sotheby's. Hoy, el museo de Bristol, su supuesta ciudad natal -no hay precisiones, todo alrededor de Banksy es misterio- inclusive le dedica una exposición al niño mimado del lugar.

¿Cuánto sale una pieza de arte callejero argentino? "Depende del mercado", explica GG. "Acá tengo obras mías que están $300, $500 o $3000. Para mi valen $25.000 porque a mi me gusta lo que hago. Si tuviese que ponerlo un precio sin importarme le pongo ese, pero después no vendo ninguno. Tiene que ver con el mercado". Ovbiamente, la comparación con el principal referente mundial es inevitable: "Banksy en Londres vende a 100.000 libras una pieza. Quizás la técnica es la misma que está usando "Run don't walk" en un cuadro que está ahí", dispara GG.

Uno de los trabajos más conocidos de Bs As Stencil fue un stencil -técnica que utiliza una plantilla con la forma que se le quiere dar a la imagen- de George W. Bush al que le agregaron orejas de Mickey Mouse y el juego de palabras "Disney War" (traducido al español, "Guerra de Disney"). La imagen dio la vuelta al mundo tras su aparición en una pared del centro porteño al tiempo que el ex presidente norteamericano invadía Irak. Sin embargo GG sostiene que los compradores no buscan en su mayoría obras politizadas. "Tiene que ver con la pieza en si. No importa el mensaje", y pone como ejemplo su obra más difundida. "Nadie nos compró una reproducción. Nadie quiere tener a Bush colgando de una pared. Está bueno para la calle, para expresar una idea", remarca.

A nivel local, los graffiteros han logrado plasmar su arte dentro de las casas de varios argentinos. Se trata de personas que quieren que una o varias paredes de su hogar luzcan decoradas con arte callejero. Lo más pedido son livings. "Es lo mismo que te compren una obra. Es alguien que está reconociendo lo que haces". Entre los trabajos más extraños que le ha tocado a GG figura la decoración del cuarto de un niño de tres años. "Hicimos toda una guarda muy linda con diferentes stencils y colores tranquilos". También hay quienes acuden a los artistas callejeros para decorar los frentes de sus comercios, como es el caso del Post Bar, que funciona debajo de la galería.

Desde hace diez años que en el país el graffiti viene ganando la calle y llamando la atención del mercado europeo y de a poco el argentino. Los artistas lo saben y aprovechan cada instancia, sin prejuicios, para difundir sus trabajos. GG lo resume bien: "el arte callejero es lo que hacemos siempre. Que se lo empiece a considerar me cae bien. Yo no tengo ningún problema en ir y mostrar lo que hago, mientras no me pongas condiciones. Y si nos dicen que no, meteremos la pintura en el bolso y nos daremos la vuelta. Es lo que hacemos, no lo puedo cambiar"

Fuente: Ambito

No hay comentarios: