jueves, 13 de agosto de 2009

El curso natural

Música - Aimee Mann

El jueves 13 de agosto se presenta en el Grand Rex una de las cantantes más significativas de la actualidad, representante de un estilo propio del que hay pocos referentes. Canciones nobles con más de una letra demoledora, su voz se anuncia con la naturalidad de una lluvia.
Por Jorge Belaunzarán

No querer pertenecer es tan legítimo como querer hacerlo. Para el sentido común, es más costoso. Para Aimee Mann, simplemente una cuestión natural. Probablemente no podría haber hecho otra cosa que dedicarse a hacer las canciones que le gustaban, en el tiempo que ella quisiera, fuera éste veloz o lento para parámetros que no eran los suyos. Nunca se quejó ni se vanaglorió de tal elección. Acaso jamás se la haya planteado como una elección. Hay veces que sólo se puede seguir un camino. No por eso su vida resultó más dificultosa que la del resto de sus congéneres nacidos en Richmond, Virginia, este de Estados Unidos. Tampoco menos. Fue una más entre miles de chicas. Y no grabó tempranamente como lo suelen hacer las figuras de la canción de su país, siempre presuroso en conseguir estrellas que brillen más que las anteriores sin importar cuántas queman en el camino y sin averiguar si vieron brillar en su esplendor a cada una de ellas. Así que Mann comenzó a hacerse un camino, como buena chica tímida, en un grupo. 'Til Tuesday se llamó la banda en la que según mandaba el punk de los 80 ella aparecía con los pelos bien parados y bien teñidos de un rubio casi blanco. El grupo tuvo canciones entrañables, de esas medio dulzonas y melancólicas típicas del género, de las que Welcome Home, segundo álbum del grupo, está lleno.


Podría decirse que la falta de apuro en grabar, la falta de apuro en pensar en el futuro fue lo que llevó al grupo, y especialmente a su cantante, Mann, a formar parte de lo que se llama músicos de culto. Así, mientras el grunge ganaba terreno y amenazaba con copar todo el rock y lo que se presentara delante, Mann y su gente hicieron un disco más, Everything's Differente Now, y se separaron. Es que así como el grupo vio influida su génesis a partir de un romance entre Jules Shear (guitarrista de la banda) y Mann, el final de su ciclo de vida también. Mayoritariamente compuesto por Mann, Everything's... es un lamento de despedida. Eso fue en 1988. Y les trajo problemas con la discográfica. Recién en 1993 Mann pudo publicar su primer trabajo solista: Whtaever, con hits como 4th of July o Stupid Thing. Mann comenzaba a llamar la atención sobre lo que una década de atolondrada carrera por el éxito individual y una globalización sólo beneficiosa para los menos débiles comenzaba a hacer estragos en las estructuras emocionales de las personas. Si su percepción no fallaba y la primavera comandada por Bill Clinton terminaba más rápido de lo esperado para convertirse en una compulsión a la fiesta dilapidadora, entonces sus canciones podían hacer una película.


Caso bastante original en el mundo del arte, fueron sus canciones las que hicieron posible un film como Magnolia y no Magnolia las que hicieron posibles sus canciones. Desgarradores, tristes, gran descripción de la desolación en la que quedaba el mundo luego de una década de jactancia liberal, puede leerse en el tono y las letras de esa banda original de sonido y en varias escenas del film la catástrofe que se avecinaba si no se cambiaba a tiempo. Sí, una vez más, se habla con el resultado puesto. En este caso, más que para aprehender la historia, para valorar en su justa dimensión a una artista que eligió el camino de andar sin fijarse metas, sin más objetivos que disfrutar del paisaje
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Fuente: asterisco

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