NO CONVENCIONAL. Las obras fueron presentadas en la exposición "Esa boca tan grande"El grupo "Mondongo", que las realizó con galletitas y fiambres en 2004, niega los problemas.
Por: Marina Oybin
Conservar obras con materiales orgánicos no es tarea sencilla. El británico Damien Hirst, una de las estrellas con más luz del arte contemporáneo, lo sabe bien. En 2006 tuvo que buscar un tiburón para reemplazar al primero, de cuatro metros de longitud, que se había descompuesto en "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo", obra vendida en 12 millones de dólares al multimillonario Steven A. Cohen, en 2004.
Cazar en Australia al depredador, transportarlo en un buque de carga a Inglaterra, y luego inyectarle 200 jeringas con formaldehído fue un trabajo complejo. Puso el foco en la conservación de las obras cuando el arte se mete con materiales no convencionales.
En nuestras pampas, las obras con galletitas y fiambres presentadas en la muestra "Esa boca tan grande", del reconocido grupo Mondongo Juliana Laffitte, Manuel Mendanha y Agustina Picasso fueron salvadas de la descomposición. En absoluto secreto, el trabajo de restauración se realizó en 2004. Ahora, por primera vez, el galerista Daniel Maman y el escultor y restaurador de las piezas Pablo Irrgang aceptaron conversar con Clarín sobre las obras del grupo que les vendió retratos a los Reyes de España. Antes de la muestra, "Mendanha se llevó algunas piezas que tenían gusanos y luego las trajo nuevamente a la galería.
Eso ocurrió dos veces. Cuando lo llamaba para avisarle se enojaba, decía que no podía ser, pero los gusanos salían de la obra", recuerda Hugo Bocciardo, empleado de la galería Maman. Al poco tiempo de inaugurada la muestra, "una gran cantidad de obras se estaban desintegrando", dice Maman.
"Llamé a las personas que ya habían comprado trabajos para devolverles el dinero costaban entre 5.000 y 15.000 dólares o, si preferían, les ofrecí hacerme cargo del costo de la restauración", afirma Maman. Y agrega: "Ya se había cortado el vínculo con los Mondongo. Yo no podía permitir que la obra se disintegrara: no estaba vendiendo arte efímero. Todos los compradores aceptaron la restauración. Pero hay gente que no me compró a mí y le pasó lo mismo: están muy enojados".
Clarín consultó a Mondongo sobre la restauración de las obras. "Eso es una ridiculez. Nosotros no nos enteramos de eso. Nunca tuvimos problemas con las obras", disparó Juliana Laffitte. También lo negó Agustina Picasso: "Nunca hubo ningún problema con las obras". Y concluyó: "Si este es el tema no hay más conversación".
¿Qué tenían las obras? "Se estaban apolillando, porque entre las galletitas había polillas que se las comían. También tenían gusanos y larvas", explica el restaurador, y agrega: "Las obras se estaban deteriorando muy rápido: las que estaban hechas con fiambre chorreaban grasa". El problema, admite el especialista, fue la técnica utilizada: "Se nota que fueron mal asesorados: habría que haber usado una resina epoxi en lugar de resina poliéster. Y tendrían que haber sellado herméticamente todo el material perecedero: es la clave para que no entre en contacto con el aire y se preserve".
¿Cómo se hizo la restauración? Irrgang, junto con sus socias Cristina Galera y Florencia Botindari, limpió las piezas y aplicó la nueva resina. No tuvieron contacto con los integrantes de Mondongo porque en ese momento "Maman estaba peleado con ellos".
La pregunta es cómo quedaron las obras. Inés Díaz, quien compró una trabajo con galletitas de la serie erótica en 5.000 dólares, reconoce que aunque quedó muy bien, no volvería a comprar obras de Mondongo con material no perdurable". El empresario y coleccionista César Curi y Viviana Novelle (cada uno se llevó dos obras) dicen que quedaron muy conformes con la restauración. "Fue desagradable descubrir que las galletitas se desgranaban: uno compra algo con la expectativa de que dure en el tiempo", afirma Curi.
Fuente: Revista Ñ
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