Ovación y cariño acaparó a manos llena el remontaje de “Malasangre o las mil y una noches del poeta”, a 19 años de su estreno, en 1991. Sin la ferocidad artística del maduro elenco original, al público del 2010 le llegaron las reverberaciones de una obra de sonidos y colores múltiples, mezcla de energía física y pasión desbordante, esa que se asocia al corazón. O cuando el movimiento sugiere colores y sonidos, la música logra verse y resuenan las tonalidades del vestuario.
Teatro y poesía recorrieron la Plaza de la Constitución mientras más de una veintena de actores, bailarines y músicos de la compañía Teatro del Silencio, de Mauricio Celedón, contaba aspectos universales de la biografía de Arthur Rimbaud (1854-1891). En la partida del Festival Santiago a Mil, a través de la pantomima y la danza contemporánea, renacía el poeta francés, irreverente, innovador y que se lo vive todo en poco tiempo: la infancia junto a una madre castradora, el apoyo desinteresado del profesor, el vínculo con la lucha popular, la relación homosexual con el escritor Paul Verlaine, su paso y deserción por la milicia, los viajes al África como traficante de armas…
Arte en la plaza
En el amplio espacio escénico con forma de copa que se dibujó en la plaza destacó la energía y fortaleza del elenco, sobre todo el gesto corporal que identifica a cada personaje, patentado por Celedón (palmas que cortan el aire a la altura de la cabeza, piernas en rebote asimétrico, velocidad y fuerza corporal); mientras las coreografías, especialmente la escena callejera con la represión al pueblo, hacen el contrapunto a los sólidos personajes individuales.
El nuevo elenco, constituido en tres meses de trabajo, entregó el perfil global tanto en sus valores estructurales como en los más delicados. La música, creada y dirigida por Jorge Martínez, llenó el ambiente con sonoridades que acompañaron la evolución interna y externa de los personajes. Fundamental fue el aporte de Ricardo Gaete al traspasar al elenco la técnica del mimo corporal dramático, un recurso bien administrado por el elenco y fundamental en la obra.
Aunque se pueden anotar algunos problemas -iluminación inadecuada, que impide valorar en detalle algunas escenas; falta un par de líneas para orientar al público-, este nuevo montaje estuvo a la altura de lo que representa una de las obras más hermosas y apasionantes del teatro chileno.
(Ma. 5 Peñalolén; Ju. 7, Talca; Sá. 9, Parque La Castrina de San Joaquín; Lunes 11, Lo Prado; Mi. 13 y Ju. 14, Estadio Municipal de Pedro Aguirre Cerda; Ma. 26, La Granja. 21:30. Entrada libre).
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