jueves, 18 de febrero de 2010

"Vivimos en una época individualista"

Rubens Correa

Rubens Correa

Por esas cosas del destino o de decisiones poco acertadas, estuvo fuera del país cuando sus sueños parecían concretarse, y se quedó cuando se habían convertido en pesadilla. Como en la canción, quedó el artista.

Por Jorge Belaunzarán

Desde que los estados nacionales existen, los artistas en general y el teatro en particular se encontraron en un gran brete: decidir permanentemente entre la materialidad de la subsistencia y la autonomía creativa. Pero los estados nacionales no son lo que eran. Tampoco lo es el teatro, claro, aunque dentro de las expresiones artísticas tal vez sea la que menos cambios experimentó a través del tiempo. O mejor, para ser más precisos, la que menos atravesada se vio por la aparición de las llamadas nuevas tecnologías, esas que todo lo modifican. Un poco a lo bruto: no se puede ver teatro en internet. Así que si bien las cosas no eran lo que son, el estado en ningún momento se resignó a que la actividad teatral, más allá de la popularidad que tuviera, quedara al libre albedrío de almas artísticas. Metió manos. Algunos agradecen, otros rechiflan. Rubens Correa siempre creyó en el beneficio de la intervención estatal. Desde algún lugar se piensa que es absurdo: una máquina burocrática semejante lo único que puede hacer es matar la creatividad. Pero el ser humano tiene esas cosas, y siempre piensa que puede vencer hasta a los monstruos por él mismo creado.

"Asumí en agosto y el 21 de septiembre del 2007 pudimos reabrir el teatro con una programación de emergencia. Una programación que se hizo para terminar el tiempo entre septiembre y diciembre. Lo que me plantee junto con Claudio Gallardú, que es el subdirector, fue por un lado mantener la tradición del teatro Cervantes en el sentido de que su repertorio es casi exclusivamente teatro hispanoamericano. Eso me pareció bien mantenerlo con acento fuerte en el teatro argentino. Luego nos planteamos volver a hacer visible el teatro Cervantes en la comunidad teatral y cultural del país, y que de alguna manera la programación del Cervantes reflejara la variedad de modos, de creación, de estilos, de estéticas, de ideas alrededor de cómo y qué quiere y debe hacer el teatro. O sea que no tuviera una línea estética propia, si no que de alguna manera reflejara la variedad y riqueza del teatro argentino, que yo creo que es muy rico. Por otro lado, dentro de esta variedad traer al teatro nacional determinados fenómenos que a veces son marginales o medio marginales, para que estuvieran también acá. En ese sentido nos planteamos tres eventos. Uno fue el payaso y el circo, que es una forma relativamente marginal del teatro. Se hicieron como 33 espectáculos en tres semanas. Se programaron para en todas las salas; otro evento que fue teatro por la identidad, que nació Buenos Aires y se extendió a muchas provincias argentinas primero, y a varios países después. Y tercer evento que hicimos que tiene que ver también con una convicción que tenemos: si es un Teatro nacional , no tiene que ser un teatro de Córdoba y Libertad jeje. Entonces hicimos teatro del país y trajimos elencos de como 20 provincias. Los espectáculos fueron elegidos de la actividad independiente del interior y también vino algún teatro oficial, como el de Córdoba."
No siempre la creatividad es arte. Está claro. Y lejos de querer inmiscuirse en los asuntos del mercado del arte y del análisis del artista como mercader, la cosa es que poca duda cabe que la promoción de la creatividad es mejor que la no promoción. No porque eso redundará en más y mejores artistas. Sencillamente porque hace más amena la vida de la gente. Y para qué si no para eso, debería existir un estado en estos tiempos.

"Hay un convenio que se llama Plan Federal de Coproducción que consiste en que una provincia ponga en escena una determinada obra. Desde el Cervantes los ayudamos con un equipo integrado por directores, escenográfos, un grupo creativo básico del espectáculo; y la provincia le paga el alojamiento y la estadía durante dos meses para hacer el casting y trabajar en la puesta. Y luego la provincia está obligada a hacer una gira por el interior de la provincia o por la región durante dos meses. Y por último el Cervantes volvió a salir de gira por el país, cosa que no sucedía más o menos 20 años. En el 2008 hicimos unas 90 funciones en el interior con distintos elencos, y 15, 16 programas.

-¿Sigue provocando revuelo la llegada del Cervantes o ante tanto medio de comunicación pasó a ser un hecho más?

-En principio tropezábamos con la incredulidad, no entendían muy bien para qué los llamábamos y qué les ofrecíamos. Pero en el 2009 ya tuvimos más pedidos de los que pudimos cumplir. mas pedidos de lo que podemos llegar a cumplir. Lo mismo nos paso con el Plan Federal, tuvimos que dejar a tres esperando para el 2010.

-¿Cómo se estimula, como se mueve la maquinaria estatal?

-El estado argentino es bastante raro en América Latina: estimula la actividad independiente. Y esto es un merito del Estado y un mérito de la gente del teatro. El Instituto Nacional del Teatro y su correlato en la ciudad, Pro Teatro, que son entidades públicas, se dedican a apoyar al teatro independiente, a la autogestión artística, diría. No a los teatros comerciales, si no a los de artistas que autogestionan su proyectos, que es el modo mas común funcionamiento. Y en cantidad y en inquietud artística el teatro independiente ha dado muestras de renovación a lo largo del tiempo. Desde su nacimiento 1930 con la fundación del Teatro del Pueblo por Barleta, rápidamente se convierte en un movimiento amplio de muchos grupos. Después fue variando con el tiempo. Esa modalidad de los grupos estables terminó por el año 70, pero se sigue llamando teatro independiente porque es un teatro básico, que es autogestionado por artistas, no hay empresarios en el medio aunque algunos teatros independientes son pequeñas empresas. Pero ningún teatro independiente le da ganancias al dueño. Por ahí puede vivir de eso, pero nada más. Creo que ese movimiento del teatro independiente que fue muy fuerte y lo sigue siendo dejó una enseñanza de autogestión que no tiene casi ningún país del mundo. Porque los teatros eran independientes de los empresarios y del Estado, por eso se llamaban independientes. Entonces el actor argentino cuando tiene ganas de hacer algo, aun actores conocidos, lo hacen. Y ahora tienen el apoyo del Instituto, que existe desde 1998. Pero desde 1930 hasta 1998 era a pulmón. Y de alguna manera cuando decía que queríamos reflejar la variedad de modos de creación del teatro argentino, un poco hablamos de que para mi todo eso es teatro: no es el oficial ni el extraoficial, ni nada, es teatro argentino. Por eso trajimos el Festival de clauns, por eso tenemos siempre proyectos. Lo que nosotros buscamos es que en la programación las obras que no se parezcan a las otras.

-Los artistas que visitan Argentina se sorprenden de la actividad teatral que tiene, especialmente Buenos Aires. Al mismo tiempo, el argentino y el porteño en particular, se ve a sí mismo como un individuales. Pero el teatro es, sí o sí, una actividad grupal. ¿Ve contradicción en estos puntos de vista, o cree que en algún lugar se concilian?

-No se si el argentino es individualista, creo que vivimos en una época individualista, producto de toda la corriente neoliberal, que dañó la posición ideológica de los políticos en los últimos años. Pero los mismos argentinos en la década del 70 no eran tan individualistas, y había un pensamiento colectivo, social y la búsqueda de un mundo mejor. Hubo errores que llevaron al desastre, digamos. Pero no sé si es individualista. Estamos individualistas, je, je, ¿viste que acá hay diferencia entre ser y estar?

-Sí.

-En el ingles no. Pero acá hubo una prédica tremenda si uno la piensa. Desde que si sos segundo sos perdedor en adelante, una prédica que le metió en la cabeza a la gente mucho miedo. Pero bueno, no creo que sea individualista. Yo no lo soy.

-Alguna vez dijo que era como un hermano mayor de esa generación.

-Y claro, yo en esa época tenía 40 años. Pero estuve todo ese tiempo junto con las nuevas generaciones.

-¿Pensaba que desde el arte se podía cambiar el mundo? ¿O algo parecido?

-Sí , sí, totalmente. A ver, porque lo de hermano mayor me dejó pensando. Creo que la gran masacre se produjo mucho en sectores mas jóvenes, pero hubo muchas víctimas, muchos perseguidos y muchos exiliados de mi edad. Sólo que me parece que éramos como los mayores de esa movida, que en general era de gente joven. Pero de hecho a mi casa fueron a buscarme, y vivo de casualidad, porque llegué y vi luz y dije: si yo vivo solo, jeje. Mi mujer de esa época era Lucrecia, pero no vivíamos juntos aunque venía a dormir a casa. Así que me fui a lo de un compañero de un grupo que tenía entonces. Y vaya a saber por qué me vinieron a buscar. Digo, porque estaba en la agenda de alguien o por que había firmado algo, o había hecho alguna declaración, o porque venía de una larga gira por el exterior donde habíamos estado en varios países socialistas, o porque recibíamos mucha correspondencia. No sé por qué fue. Sé que fueron tres veces a la casa y yo estaba encaprichado en volver porque venía de esa larga gira con la que estuvimos cuatro años afuera y no me bancaba más el extranjero y por eso me volví en el '75, cuando todo el mundo me decía no vuelvas. Y en el '76, cuando me vinieron a buscar, todo el mundo decía andate y por actos de locura que uno tiene, decís no, no me voy a ir. Y no me fui. Actué con otro nombre, je, je, pero seguí haciendo teatro.

Fuente: Asterisco

No hay comentarios: