A dos años de la muerte del pianista y arreglador platense, Omar Valente, su esencia se sigue manteniendo en los círculos más íntimos de la música popular en la Ciudad.
Nacido en 193, su largo camino con el tango lo inició en La Plata cuando perfeccionó sus estudios musicales con el maestro Eduardo Rovira. Sus dotes no se hicieron esperar y a los 19 años ya había reemplazado a Osvaldo Pugliese en clubes nocturnos con su arte.
Tocó el piano, el bandoneón, el contrabajo y se destacó como arreglador y compositor. Además de sus propias agrupaciones, el Maestro fue convocado como instrumentista por las principales orquestas de la música ciudadana: Enrique Mario Francini, Francini-Pontier, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Juan D'Arienzo, Roberto Caló y Leopoldo Federico, entre otros.
Su talento lo llevó a grabar cerca de 70 long plays y más de una docena de discos compactos que produjo en nuestro país y en Japón, donde además realizó más de 400 arreglos musicales para cantantes japoneses y montó su propio conservatorio tanguero en Tokio. Fue uno de los pioneros en llevar el tango a Japón, en donde era célebremente recibido y esperado para interpretar su música. En el marco de estas giras fue que varias generaciones de artistas platenses aprendieron a tocar el tango de su mano.
Todos sus "ahijados" artísticos lo recuerdan por su humildad y vocación. A dos años de su muerte, su esencia se sigue reproduciendo en la Ciudad de La Plata.
Fuente: El Día
Nacido en 193, su largo camino con el tango lo inició en La Plata cuando perfeccionó sus estudios musicales con el maestro Eduardo Rovira. Sus dotes no se hicieron esperar y a los 19 años ya había reemplazado a Osvaldo Pugliese en clubes nocturnos con su arte.
Tocó el piano, el bandoneón, el contrabajo y se destacó como arreglador y compositor. Además de sus propias agrupaciones, el Maestro fue convocado como instrumentista por las principales orquestas de la música ciudadana: Enrique Mario Francini, Francini-Pontier, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Juan D'Arienzo, Roberto Caló y Leopoldo Federico, entre otros.
Su talento lo llevó a grabar cerca de 70 long plays y más de una docena de discos compactos que produjo en nuestro país y en Japón, donde además realizó más de 400 arreglos musicales para cantantes japoneses y montó su propio conservatorio tanguero en Tokio. Fue uno de los pioneros en llevar el tango a Japón, en donde era célebremente recibido y esperado para interpretar su música. En el marco de estas giras fue que varias generaciones de artistas platenses aprendieron a tocar el tango de su mano.
Todos sus "ahijados" artísticos lo recuerdan por su humildad y vocación. A dos años de su muerte, su esencia se sigue reproduciendo en la Ciudad de La Plata.
Fuente: El Día
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