miércoles, 3 de febrero de 2010

Las estrellas del Impresionismo de la Fundación Mapfre superan ya los 60.000 visitantes

La Fundación Mapfre, que inauguró el pasado 15 de enero la exposición, 'Impresionismo. Un nuevo renacimiento', que recorre la historia de este movimiento artístico a través de las grandes obras procedentes del Musée d'Orsay y de la mano de maestros como Manet, Monet, Renoir, Sisley, Pisarro o Cézanne, ha alcanzado ya la cifra de 60.328 visitantes, según datos facilitados por la Fundación a Europa Press.

MADRID | Europa Press

En total se exhiben 90 piezas, la mayoría de las cuales no han sido nunca antes vistas en España. La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 22 de abril y se revela como una de las grandes exposiciones de la temporada.

El recorrido de la muestra se inicia y termina con Manet, el gran "maestro vertebrador" y pintor del movimiento, según explicó el director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo.

Las obras de Manet retoman las lecciones de Goya y Velázquez y, como ellos, sus creaciones nacen con la aspiración de perdurar en los Museos. 'El pífano' es, sin duda, la obra que mejor resume la complejidad artística de este artista y una de las grandes estrellas de la muestra, según indicó el presidente del Musée d'Orsay, Guy Cogeval.

VISIÓN GLOBAL DEL IMPRESIONISMO

Manet y el año 1874, son los puntos vertebradores de esta muestra que pretende ofrecer una visión global del Impresionismo, un movimiento artístico que cambió la percepción de la modernidad. Mientras que el año 1874 fue relevante porque se celebró la primera exposición del grupo Impresionista en París y porque fue el año de la fundación del Museo de Luxemburgo.

Por su parte, Monet se presenta como el artista más virtuoso, con obras como La gare Saint-Lazare, Les regates à Argenteuil o La rue Montorgueil: Las grandes series fluviales sobre el Sena en Argenteuil, en Vetheuil, en Champrosay, que pintaron de forma coetánea Monet y Renoir plasman a la perfección a técnica impresionista, las pinceladas pequeñas y vibrantes que permiten captar el continuo devenir de los efectos atmosféricos.

Frente a la fuerza de Monet, Renoir aparece como un artista más sensual, más delicado en sus retratos, quizás por las sutiles irisaciones de su paleta veneciana, que se muestran con esplendor en obras como El Columpio.

Por otra parte, Pisarro y Cézanne enfatizan la solidez estructural de los elementos de sus obras. Cézanne aprendió junto a Pisarro lo que significaba el impresionismo. Su complicidad se muestra al comparar obras como La casa del ahorcado de Cézanne y Los tejados rojos, de Pisarro, que muestran una composición muy similar.

Frente a la renovación estilística de Monet, Renoir o Cézanne, Degas representa la renovación del clasicismo. Su modernidad no se apoya en una pincelada vibrante o en la planitud del lienzo, sino en una estética fragmentaria, que le permite crear la ilusión de representar un instante de la vida moderna.

La exposición se cierra con las últimas obras de Manet, que demuestran su triunfo absoluto con obras de corte político, como el Retrato de Georges Clemenceau. Pero, a su vez, el gran pintor revolucionario reina en los salones mundanos, como muestra 'La mujer de los abanicos' - retrato de la excéntrica Nina de Callias - o el Retrato de Stéphane Mallarmé. 'La clase de danza' (1876), de Edgard Degas cierra esta fantástica muestra.

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