martes, 16 de febrero de 2010

La Coca prohibida

Isabel Sarli

Las escenas censuradas de la actriz, contadas por ella misma. Sólo dos de sus 27 películas evitaron los cortes. La actriz recuerda las ridiculeces que molestaban a la censura, acá y en Estados Unidos. Y las estrategias para superarla.

Por Bruno Lazzaro

Sus películas la acreditan como el ícono sexual más importante del país. Su delantera fue considerada como “el monumento a la teta” –según el conjunto de rock Divididos en la canción “Tajo C”–. Y pese a que la mayoría de las veintisiete películas en las que fue dirigida por Armando Bo sufrieron censuras parciales –solo El fuego entre las hojas y Sabaleros evitaron los recortes–, Isabel Sarli logró lo que no muchas pudieron: trascender.

El director y crítico de cine, Diego Curubeto, exhibe en Carne sobre carne (los jueves a las 22 y los sábados a las 24 en el Malba, Figueroa Alcorta 3415) una serie de montajes que permiten descubrir escenas censuradas, fragmentos de filmes perdidos y grandes anécdotas sobre una mujer que logró –junto a Bo, su marido– cambiar los parámetros del cine local y del mundo. “¿Cuál fue su virtud?, se pregunta Curubeto. “Dicen que tenía grandes tetas. Pero no hay nadie en el mundo que haya logrado lo que ella alcanzó”. A continuación, Sarli comenta algunas de esas escenas y cuenta anécdotas desconocidas.

Problemas con el racismo

“En Favela (imagen) estaba rodeada de personas de color y me llevaba bárbaro con ellos. Pero en Estados Unidos no daba lo mismo. Eran épocas de mucho racismo y les parecía mal que compartiera escenas con negros. Una vez, a Armando le prohibieron ingresar Fiebre por la relación entre los caballos. Él les dijo que la cortaran, que no había problema. Pero ellos dijeron que ellos no cortaban ahí. Y Armando se tuvo que ir a Panamá, donde tenía un socio. Al otro día, volvió para poder entrar la película. Imaginate que Fuego recaudó un millón de dólares en una sola sala de Estados Unidos”.

Otros Horizontes

“La Columbia me dijo que debía hacer un filme en inglés para crecer. En Sudáfrica, donde hice La diosa virgen (foto), me llevé varias sopresas, pero Armando no sabía nada de inglés y no la pasaba bien. Por eso decidí volver. En India hay una escena en la que estoy en una cascada: Armando tuvo que agregar una especie de efectos visuales para evitar la censura. Hasta hizo que pusieran la música al revés. De todos modos, no se comparaba en nada con lo que fue Éxtasis tropical. La cortaron tanto que dejó de ser un largometraje y Armando le tuvo que agregar una escena en la procesión de la Virgen de Caacupé, porque sabía que yo era devota de ella”.

Encuentro con el censor

“Cuando ya no podían decir nada sobre desnudos se la agarraban con eso de la insinuación. Hasta nos llegaron a pedir que el asistente amanerado que siempre me acompañaba –el coreógrafo Adelco Lanza– fuera un poco menos afeminado porque en un momento bailaba medio raro. Armando se volvía loco por las cosas que le pedían. Pero era algo normal. Una vez fui con Armando a lo de Ramiro de la Fuente –censor de varios gobiernos–. Era un tipo asqueroso, pero no me quedó otra que acompañarlo porque Armando lo quería trompear”.

Póntela, sácatela

“Era normal que Armando me pidiera filmar la misma escena dos veces porque en un momento ya teníamos claro que nos iban a molestar con la censura. Por eso, algunas escenas las hacía vestida y otras, desnuda, como ésta de Desnuda en la arena (foto). Era una forma de adelantarnos. Nunca tuve problemas con mis películas, pero había gente que pensaba distinto. Armando siempre me decía lo mismo: “Si Palito y Sandro no cantan, defraudan a su público. Si vos no te bañás, también lo hacés”.

Una gran familia

“Con Víctor nos poníamos nerviosos cada vez que teníamos que hacer alguna escena juntos. No era fácil, pero nos reíamos mucho. Armando siempre tuvo en claro lo que hacía, por eso siempre estuve tranquila. Si él me ponía a filmar con su hijo tenía sus razones. Éramos como una gran familia. Sin embargo, Armando, ¡a veces me hacía hacer cada cosa! En Sabaleros, con Alba Mugica, peleamos sobre un lugar lleno de excremento que queda en Berazategui. El otro día me enteré que esa playa, a dónde van a parar los residuos de la capital, todavía existe. Un horror. A raíz de esa escena me agarré una hepatitis fea”.

Fuente: Veintitres

1 comentario:

Anónimo dijo...

Debo aclarar que Isabel Sarli siempre me ha caido muy bien y la considero un personaje simpático e interesante. Sin embargo, considerar al cine que ella hizo como cultural o artístico es una falacia que solamente demuestra la confusión de valores que vivimos.
Las películas de Armando Bó con Isabelita de protagonista eran lo que se llama en Estados Unidos soft porn o porno ligero. Como cine eran alucinantes, morbosas, de pésima factura y nunca pretendieron ser mas que una burda explotación del cuerpo de la Sarli. Vamos que el Sr. Bó no era Orson Welles, quizás un poco Ed Wood.