domingo, 21 de febrero de 2010

En la huella de Shakespeare

El académico y escritor teatral Stephen Greenblatt Foto:RICK FRIEDMAN / CORBIS

El crítico Stephen Greenblatt cuenta cómo recreó Cardenio , obra perdida del autor de Mucho ruido y pocas nueces

Por Pablo Maurette
Para LA NACION - Chapel Hill, Carolina del Norte, 2010

Stephen Greenblatt (1943) es, sin duda, uno de los más grandes conocedores de la obra de William Shakespeare. Durante los años 70 y 80 en la Universidad de California, Berkeley, junto con Michel Foucault, desarrolló y popularizó el neohistoricismo en la crítica literaria. El neohistoricismo es en, gran medida, una reacción contra el estructuralismo y propone volver a la minucia histórica. Sus cultores consideran que las obras literarias son agentes históricos relevantes y que ni la historia ni la literatura son impermeables la una frente a la otra. Desde 1997 Greenblatt es profesor de literatura inglesa en la Universidad de Harvard. En su último libro, Will in the World (2004), el crítico ensaya una biografía de Shakespeare a partir de su obra. Su nuevo proyecto, Cardenio , es la reescritura de una obra perdida de Shakespeare.

Durante su reciente visita a la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, y luego de la presentación de su nuevo proyecto ante una nutrida audiencia de estudiantes, profesores y curiosos, Greenblatt recibió a adncultura.

-¿De dónde surgió la idea de escribir o de reescribir Cardenio?

-Me interesa particularmente Shakespeare y, en especial, algo que llamo movilidad cultural, la transmisión y transformación de materiales culturales a través del espacio y del tiempo. Me interesa desde hace muchos años rastrear ese proceso de transformación en la obra de Shakespeare pues, como todos saben, él casi siempre se basa en historias que saca de algún otro lado. Me interesa también crear maneras experimentales de teorizar y de describir la movilidad en nuestra propia cultura. Hace algunos años di con la magnífica obra de un dramaturgo estadounidense contemporáneo, Charles Mee. Mee es un astuto cultor del reciclaje cultural, particularmente dotado para comprender la carga originaria del material que toma para luego mover en nuevas e inesperadas direcciones. Una de sus obras me fascinó especialmente, Big Love , que Mee creó a partir de fragmentos azarosos de obras griegas clásicas perdidas. Me puse en contacto con él y le propuse que me permitiera asistir de cerca durante todo el proceso de creación de una obra de teatro. Durante años he estudiado la movilización creativa de materiales y energías culturales en Shakespeare, ¡pero todo eso sucedió hace cuatrocientos años! Quería presenciar algo similar de cerca. Acababa de recibir una generosa beca, tenía dinero, pero a Mee no le interesó la idea de una remuneración y mucho menos la de ser observado mientras trabajaba. En cambio, me propuso que le llevara una idea y que, si le gustaba, escribiría una obra conmigo.

-De modo que Mee se resistió a convertirse en un objeto de estudio y, en cambio, lo impulsó a usted a convertirse en dramaturgo. ¿Por qué se le ocurrió Cardenio?

-Bueno, para un shakesperiano, la elección fue bastante obvia: le propuse que escribiéramos una versión moderna de esa obra perdida que Shakespeare escribió en colaboración con el joven John Fletcher, a quien, al parecer, Shakespeare hacia el final de su carrera había elegido como su sucesor. Dos de sus colaboraciones, Enrique VIII y Los dos nobles caballeros , han sobrevivido, pero Cardenio , representada en varias ocasiones en 1613, no. Las razones de su desaparición son desconocidas, pero el hecho de que haya desaparecido no debe sorprendernos en absoluto. Sólo una pequeña fracción de las obras de teatro representadas en Inglaterra en los siglos XVI y XVII ha llegado hasta nuestros días. La mitad de las piezas de Shakespeare, incluyendo obras maestras como Macbeth , Antonio y Cleopatra , La tempestad , habrían de seguro sucumbido al olvido de no ser por John Heminges y Henry Condell, dos amigos de Shakespeare, que editaron el primer folio con las obras de su amigo en 1623, siete años después de su muerte.

-Cardenio, sin embargo, fue incluida por un librero en el Registro de Impresiones en 1653, por ende sabemos que circulaba a mediados del siglo XVII.

-En efecto, sin embargo no se conservan copias. En 1728 un empresario teatral y dramaturgo llamado Lewis Theobald anunció que había encontrado el manuscrito de la obra perdida de Shakespeare y Fletcher y, basándose en él, compuso Doble falsedad o los Amantes desgraciados , que se presentó con éxito en Drury Lane en repetidas ocasiones. El texto de Theobald se conserva, pero el preciado manuscrito shakesperiano pereció trágicamente en un incendio en la biblioteca del teatro de Covent Garden en 1808.

-¿Hasta qué punto cree usted que esa versión es fiel a la original de Shakespeare y Fletcher?

-La versión de Theobald nos da una muy buena idea de la trama de la obra perdida. Shakespeare y Fletcher, evidentemente, se basaron en la historia de Cardenio, tal y como aparece en la primera parte del Quijote . La novela de Cervantes se tradujo al inglés asombrosamente rápido y hacia 1613 era el bocadillo de la escena literaria londinense. La historia es una típica tragicomedia renacentista y trata sobre la amistad entre dos hombres que se rompe por una traición sexual: uno de los temas favoritos de Shakespeare.

-Para volver a la versión suya y de Mee...

-Sí, claro, Charles Mee y yo empezamos a trabajar juntos para componer una versión moderna de esta obra. Nuestra comedia, titulada Cardenio , tiene como escenario la Umbría y los personajes son casi todos jóvenes estadounidenses. Utilizamos técnicas shakesperianas, como la de la obra dentro de la obra, y nos basamos en el texto de Cervantes. La pieza se produjo hace un año en el American Repertory Theater, en Cambridge, Massachusetts. Pero, dado que me interesaba experimentar con la movilidad, me puse en contacto con varias compañías teatrales en diversas partes del mundo y las invité a que tomaran la obra, la adaptaran a sus diversas culturas y la representaran. Ha habido ya producciones en japonés (en Yokohama), bengalí (en Calcuta), croata (en Zagreb), español (en Madrid) y portugués (en San Pablo). Me encantaría que la obra llegase a Buenos Aires, de modo que invito a dramaturgos y compañías de teatro a que se pongan en contacto conmigo.

Fuente: La Nación

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