En una reciente entrevista publicada por Le Figaro , la Huppert aparece en su camarín, envuelta en una bata de toalla y contemplando cantidad de vestidos y zapatos muy refinados, desparramados aquí y allá. "No es que Blanche vaya a ponerse todo esto; es que estamos eligiendo: ella viste muy bien; es muy coqueta y elegante". La elección definitiva de la ropa la harán el director de la pieza, Krzysztof Warlikowski, y su vestuarista y escenógrafa, Malgorzata Szczesniak. "Hace tiempo que quería trabajar con este polaco genial -informa Isabelle-, de quien estoy lejos de haber visto todas las puestas. Pero me bastó ver su Dibuk, en Bouffes du Nord, y sus régies de ópera, Ifigenia en Táuride , de Gluck, y Parsifal , de Wagner, en la Opera de París, para desear trabajar con él."
En la Argentina se han visto casi todos los films importantes de Huppert (actriz fetiche de Claude Chabrol desde Violette Nozière, en 1978), pero su trayectoria teatral es de similar importancia. En verdad, empezó en el teatro: tras licenciarse en filosofía y letras en la Sorbona, se formó en los conservatorios de París y de Versalles, y debutó en las tablas a fines de los años 60. Ha sido protagonista, entre otros muchos títulos importantes, de Un mes en el campo , de Turgueniev; Medida por medida, de Shakespeare; Medea, de Eurípides; 4.48 Psicosis, de Sarah Kane, y Hedda Gabler, de Ibsen. Esta versión de Un tranvía ?difiere en algo del original: "Es una pieza de 1947, muy hablada -comenta Isabelle-. El traductor y adaptador Wajdi Mouawad se interna en el mundo interior de Blanche, cincela sus parlamentos de otra manera y añade fragmentos de otros libretos. Blanche es una figura trágica: Williams es un trágico, a la manera clásica, que se inspira en la mitología. Lo que debo interpretar es la divagación mental de Blanche, sin discursos, porque la escritura de Williams está justamente en las tensiones, los silencios, lo que no se expresa en palabras".
Cosa rara en el teatro francés, los actores usan micrófono. "[Eso] introduce una distancia inquietante entre nosotros y también con el público", comenta Huppert, de todos modos fascinada con la experiencia. E insiste: "No hay donde repararse; no hay lógica: Blanche divaga".
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