DANZA: ENTREVISTA A YAMILA UZORSKISEn "Instrumento de cuerdas", que ofrece en el Borges, vuelve a trabajar sobre la danza y las artes plásticas.
Por: Laura Falcoff
La coreógrafa y artista plástica Yamila Uzorskis se encuentra presentando en el Centro Cultural Borges una obra titulada Instrumento de cuerdas. Allí, Uzorskis fusiona la danza y las artes plásticas, planteando el cuerpo como un volumen escultórico que se desplaza y se modifica al atravesar el espacio escénico. Va los domingos a las 17 en el Centro Borges.
¿Qué te llevó a este encuentro de la danza con las artes plásticas?
Podría decir que todo. En la infancia no sabía por qué cosa iba a decidirme. A los 18, me incliné por las artes plásticas, tuve una beca de un año en España, y ni bien regreso veo el primer espectáculo de circo que hacía la compañía de Gerardo Hochman. En esa época los maestros de pintura, cerámica o escultura con los que estudié, me pedían que me definiera. Finalmente, entro a la compañía de Hochman -donde estuve durante seis años- y al mismo tiempo a la escuela de Bellas Artes. Terminé haciendo una instalación, que llamé Instalacción, en un natatorio abandonado del Parque Avellaneda. Un auspiciante me armó una inmensa estructura de andamios en la que me movía. Seguí en esa tendencia, estudiando el tema del espacio y jugando a unirlo con la performance. Estudiaba Historia del Arte y, a la vez, me enloquecían los dadaístas.
¿Y tu relación con la danza?
Tengo una formación de acróbata y ya de niña estudiaba gimnasia deportiva. Pero después de pasar mucho tiempo con el circo y la acrobacia, que exigen mucho al cuerpo, comencé con la danza. Ya había pasado la adolescencia, pero me metí intensamente.
Es tu tercera puesta en esta línea. ¿Cómo es la nueva obra?
Fue el resultado de una búsqueda muy exhaustiva. Compré todos los tipos de elásticos que pude conseguir y armé en la sala de ensayo cinco instalaciones diferentes. Iba probando y jugando con cada uno y después filmaba.
Tus obras no conforman relatos, ¿no?
No, eso aparece solo. Cuando desarrollás la calidad del movimiento y el cuerpo como materia, finalmente se arma una historia; voy dando nombres a las distintas escenas y luego descubro que tienen una relación entre sí.
Fuente: Clarín
¿Qué te llevó a este encuentro de la danza con las artes plásticas?
Podría decir que todo. En la infancia no sabía por qué cosa iba a decidirme. A los 18, me incliné por las artes plásticas, tuve una beca de un año en España, y ni bien regreso veo el primer espectáculo de circo que hacía la compañía de Gerardo Hochman. En esa época los maestros de pintura, cerámica o escultura con los que estudié, me pedían que me definiera. Finalmente, entro a la compañía de Hochman -donde estuve durante seis años- y al mismo tiempo a la escuela de Bellas Artes. Terminé haciendo una instalación, que llamé Instalacción, en un natatorio abandonado del Parque Avellaneda. Un auspiciante me armó una inmensa estructura de andamios en la que me movía. Seguí en esa tendencia, estudiando el tema del espacio y jugando a unirlo con la performance. Estudiaba Historia del Arte y, a la vez, me enloquecían los dadaístas.
¿Y tu relación con la danza?
Tengo una formación de acróbata y ya de niña estudiaba gimnasia deportiva. Pero después de pasar mucho tiempo con el circo y la acrobacia, que exigen mucho al cuerpo, comencé con la danza. Ya había pasado la adolescencia, pero me metí intensamente.
Es tu tercera puesta en esta línea. ¿Cómo es la nueva obra?
Fue el resultado de una búsqueda muy exhaustiva. Compré todos los tipos de elásticos que pude conseguir y armé en la sala de ensayo cinco instalaciones diferentes. Iba probando y jugando con cada uno y después filmaba.
Tus obras no conforman relatos, ¿no?
No, eso aparece solo. Cuando desarrollás la calidad del movimiento y el cuerpo como materia, finalmente se arma una historia; voy dando nombres a las distintas escenas y luego descubro que tienen una relación entre sí.
Fuente: Clarín
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