sábado, 20 de junio de 2009

Juegos con aires clownescos

Un elenco impecable se hace cargo de poner en escena una obra en la que el protagonista es intangible

Se destaca, en un buen conjunto, un fino trabajo de dirección de Marcelo Katz

Aires. Idea: Marcelo Katz y Javier Pomposiello. Dirección: M. Katz. Con: Julieta Carrera, Erica Ynoub, Cecile Caillon, Pablo Fusco, Javier Pomposiello, Demian Candal, Martín López, Lisandro Penelas y Lucía Baya Casal. Escenografía: Gabriel Díaz. Utilería: Analía Gaguin. Vestuario: Brigida Lozzi. Iluminación: Fernando Berreta. Coreografía: Diego Bros y M. Katz. Música: Pablo Bronzini. En Ciudad Cultural Konex. Sab 20:00 hs. /Dom 19:30 hs. Entradas $25.- Sala C Duración: 75 minutos.

Nuestra opinión: muy buena

Después de su propuesta de Aguas , Marcelo Katz y su grupo de clown pergeñó Aires , un espectáculo en el que nueve personajes juegan, inventan, investigan, se asombran, descubren un mundo nuevo en el que, precisamente, el aire es el elemento fundante y fundamental. Y, lo mejor, hacen que la gente juegue, invente y se asombre con ese universo que de tan simple se percibe como nuevo. Pura poesía que, por momentos, muta en un humor abierto, delirante y absurdo que ayuda a construir un equilibrio de ritmos preciosos y precisos.

Llenas de detalles pequeños están cada una de las viñetas que integran ese todo que es Aires , pero que poco serían sin el trabajo de un elenco impecable integrado por estos actores -varios con talento musical- que parecen haber nacido clown. Con un lenguaje físico y gestual asombroso que recorre todo un inmenso abanico de posibilidades, van creando historias en las que el aire es protagonista o antagonista. Y para que el aire viva, estos personajes con nombres desopilantes (Sagitario, Marambio, Acetato y demás) echan mano a humo, a livianos papeles higiénicos, pajitas, bolsa de nylon (imposible no recordar la película Belleza americana ), secadores de pelo, aspiradoras, ventiladores, globos, bombitas y burbujeros. Elementos sencillos que se transforman en virtuosas máquinas de hacer poesía, de generar sonrisas.

Aires combina una tenue delicadeza con el humor más frontal en el que caben y se sienten contenidos los grandes y los chicos (quizá desde cinco años en adelante). De verdad. Puede ir una familia completa y todos y cada uno va a encontrar de dónde agarrarse para subirse a la danza que Aires propone. La luz, la utilería y la música terminan de cerrar un espectáculo más que recomendable que conviene verlo con el ánimo sereno y dispuesto al juego.

Katz, sus clown y un indispensable equipo técnico logran que el espectador se anime a sacar a la luz esa mirada de niño que muy probablemente ya olvidó.

Verónica Pagés

Fuente: La Nación

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