Desde el Teatro Español de Magdalena
El Argentino de La Plata debutó con sus transmisiones a teatros bonaerenses, una prueba con puntos para mejorar
Con el flamante Romeo y Julieta creado por Maximiliano Guerra sobre la obra literaria de Shakespeare, el Teatro Argentino echó a andar un proyecto que a priori es muy interesante: transmitir una función de sus programas de ópera, ballet y conciertos, en directo y vía satélite desde su magnífica sala a una docena y media de ciudades del interior de la provincia, Magdalena -a 110 kilómetros de Buenos Aires- entre ellas. La iniciativa se basa en la experiencia ideada por la Metropolitan Opera House neoyorquina, que no sólo cruza los límites de los estados norteamericanos, sino también que llega al resto del mundo, como al porteño Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza, sin ir más lejos.
Lo cierto es que mientras una llovizna fría regaba el satélite que estará plantado en el patio del Teatro Español por siete meses, unas 120 almas en el interior de la sala cantaban el Himno Nacional Argentino. Frente a la pantalla, también, aplaudieron la "Canción a la Bandera" de la ópera Aurora que interpretó el tenor Darío Volonté. Y algo extraordinario ocurría entonces, porque si nadie en su casa se pondría de pie frente al televisor aunque fuera 20 de junio, aquí todos estaban parados, tratando de entonar. De un lado, grandes palcos embanderados, como el del gobernador, presente con los suyos; del otro, varias familias, muchos niños inquietos provistos de crujientes caramelos, y algunas parejas con la escarapela recién prendida, que llegaron tras escuchar la promo por autoparlante. Unos y otros, a 50 kilómetros de distancia, pero de alguna forma reunidos. "Que esto sea una excusa para una gala o un encuentro cultural con las comunidades de estas ciudades", deseaba días atrás el director del Argentino, Leandro Iglesias, sobre esta movida llamada "El Teatro Argentino es tuyo".
Como éste fue el debut de la modalidad a distancia, habría en lo sucesivo una serie de cuestiones importantes que resolver para superar la prueba y lograr, así, que la calidad de las transmisiones esté al nivel de las producciones artísticas. Al contrario de lo esperado, las flaquezas no estuvieron ni en el satélite ni en la emisión-recepción de la señal, sino en el interior mismo del Teatro Argentino. Desde el inicio de la gala, ya fue muy difícil comprender las locuciones de la presentación, por una especie de reverberancia del audio. Entonces, seguir la partitura de Romeo y Julieta fue una tarea más dura que difícil; como encontrarse con un Prokofiev de otra galaxia... En verdad, como diría un sonidista, "no es que se escuche mal: se escucha con reverb ". En el equipo de operación técnica de Magdalena todos tenían la misma sensación: que los micrófonos estaban tomando el ambiente de la sala, un tipo de captura apropiada para otro tipo de transmisiones, pero no para una ópera ni un ballet ni un concierto.
El segundo punto a recuperar está en las cámaras. Considerando que se ha de exhibir un ballet, con gran despliegue, conocer su dinámica es fundamental. Los planos generales dieron, en buena medida, referencia de la magnitud de esta puesta, pero los planos medios y cortos no pudieron, por lo menos durante el primer acto y parte del segundo, seguir la acción de forma apropiada. Por eso es que no sería atinado hacer una apreciación sobre la coreografía de Guerra. En cambio sí hay que adjudicarles a sus protagonistas, los bailarines Bautista Parada y la bellísima Elizabeth Antúnez, la emoción que durante el tercer acto llegó a la sala.
Constanza Bertolini
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