Circo: comenzó el Festival Internacional de Buenos Aires
Con Omnia Palace, de la compañía francesa Le Nadir, empezó la primera edición porteña del encuentro circense
Los hechos nunca son aislados y el arte circense no es ajeno a esta sentencia. Mucho más a partir del impecable engranaje estético y marketinero del Cirque du Soleil, que lavó la cara del tradicional circo y lo convirtió en un impecable show acorde a los tiempos que vivimos. Por ejemplo, el sábado de la semana pasada, el Festival Grec, el encuentro escénico más importante de Barcelona, se inauguró con un espectáculo de circo llamado El jardín de las estrellas. Que el encuentro escénico más importante de la vanguardista ciudad catalana haya sido inaugurado por un espectáculo de este tipo no es un dato menor. De hecho, el director del festival, el argentino Ricardo Szwarcer, salió a decir que abrir el encuentro escénico con un espectáculo de circo se trata de "darle un lugar al espectáculo que mejor comunica e integra al teatro, la danza, la música y la poesía". A juzgar por los relatos periodísticos, la movida de este espectáculo que bebe de la Commedia dell arte y del teatro acrobático africano funcionó.
En concordancia con esta tendencia, este año la Universidad Nacional de Tres de Febrero abrió la carrera de Artes de Circo ampliando así su oferta de carreras universitarias y siguiendo la tendencia de varios países centrales. Lo mismo hizo la Universidad Nacional de San Martín, con una carrera de dos años y medio.
En ese proceso de revalorización de un género de alcance popular, el gobierno porteño inaugura hoy el Festival Internacional de Circo de Buenos Aires que, en términos de la escena local, intenta establecer un puente entre las 45 viejas compañías circense que circulan por el interior del país y las 10 escuelas de circo que hay en la ciudad.
La historia del circo en estas tierras viene de larga data. Cuando la Argentina todavía no era la Argentina llegaron de Europa los primeros artistas. En el libro Historia del circo se sostiene que ya en 1775 arribó a estas costas un acróbata llamado Arganda. Ya en 1881, Pepe Podestá creó el personaje Pepino 88 e hizo capote. Tanto que, cuando en la lotería familiar salía el 88, se cantaba: "El gran Pepino".
Claro que de aquellas experiencias a los espectáculos extranjeros y nacionales que se verán en la carpa que levantó el gobierno porteño hay muchas diferencias, pero un punto en común: esa posibilidad de que públicos de todas las edades se asombre de una misma experiencia. Claro que lo que hasta el domingo se podrá ver son todas propuestas ligadas a lo que, desde la década del ochenta, se llamó Nuevo Circo.
Quien hizo la curación de esta movida es Gabriela Ricardes. Gabriela pertenece a la generación que, en plena ebullición de aquel período democrático, revisó los géneros menores y generó una mirada propia sobre propuestas un tanto bastardeadas. Ella forma parte de esa camada que pasaba por los talleres de Cristina Moreira, que se reía con las obras del Clu del claun (sic), que se maravillaba con los espectáculos de Philippe Genty y que veía en los ya viejos VHS los primeros espectáculos del Cirque du Soleil cuando el Cirque no movía los millones de euros que mueve desde hace años.
De cierta manera, parte de esa decantación forma parte del núcleo central de esta encuentro escénico que comienza hoy. Para Ricardes, el punto en común entre los distintos elencos internacionales que visitarán las tres carpas "es que son compañías pequeñas, pero que tienen una identidad muy fuerte. Por eso, en vez de ver un espectáculo con una sucesión de números y técnicas, veremos espectáculos que desarrollan una dramaturgia específica para esas técnicas. En esa línea tenés a los franceses Jérôme Thomas, el padre del malabar moderno, y a Philippe Ménard, que también usa los malabares, pero que su objeto de manipulación es el hielo".
Y así sigue enumerando las virtudes de cada una de las compañías de Francia, España, Brasil e Israel que trae el Ministerio de Cultura. "Espero que todo esto sea inspirador tanto para los artistas locales como para el público", agrega mientras las carpas ubicadas en Combate de los Pozos y Garay van tomando forma.
Allí convivirán contorsionistas, músicos, actores, acróbatas, artistas plásticos, domadores de animales imaginarios, manipuladores de objetos extraños, señores de nariz roja, coreógrafos y dramaturgistas de sensaciones efímeras. Todos ellos serán parte de espectáculos formados por artistas representativos de distintas disciplinas, espectáculos conformados por artistas de diversas nacionalidades y espectáculos con objetivos inclusivos en términos sociales y políticos. En realidad, no sólo espectáculos porque habrá galas (shows compuestos por números de diferentes escuelas locales) y formas cortas (creaciones que se desarrollan con una duración mayor que un número y menor que un espectáculo).
Para muchos de los artistas que están en Buenos Aires por estos días, el circo forma parte de todo un desafío artístico. De hecho, el francés Georges Lavaudant, que aquí ofrecerá el sábado y el domingo 20/PrEMIère, presentará en el marco del Festival Grec una versión de Edipo protagonizada por Eusebio Poncela. 20/PrEMIère es una producción del Centre National des Arts du Cirque, toda una joyita europea. O sea, una buena demostración de cómo el arte circense puede abrirse a nuevos horizontes y de cómo directores de peso pueden animarse a una expresión que, según cierta línea de pensamiento, les es ajena.
Para los creadores locales, el desafío de confrontarse con estas creaciones está planteado. "Nosotros estamos entre la tradición y la renovación. Necesitamos ser rigurosos y para eso se requieren recursos -que no siempre tiene que ver con lo económico- y tiempo y capacitación para investigar", destaca Gabriela Ricardes.
Desde otra perspectiva, el público parece que dará la mejor de las bienvenidas a un género constitutivo de nuestra escena. Por lo pronto, las 5000 entradas gratuitas que se entregaron la semana pasada se evaporaron en pocas horas.
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