Por: Hernán Firpo
Para que se entienda: estaba la JP, Juventud Puaner, (porque Malena Pichot estudia Letras en la calle Puán), aunque se registraron menos anteojitos que en el BAFICI y muchísimos menos que en una master class de Lucrecia Martel. Para que se entienda mejor: estamos hablando de la nueva gran cosa de ese cuatro pulgadas que es YouTube, patroncito de cualquier existencia posible y matriz del origen estelar de Peter Capusotto.
Para que se entienda muchísimo mejor: acá, en un rato, va a estar la minita que inventó a La loca de mierda, esa colección de progesterona esquizofrénica y de alta rotación en Internet: diez o doce capítulos, algunos con casi 20.000 entradas en un mes. Y entonces, sí, por supuesto, se adivinan estudiantes de Letras y se ven pibes que eh, eh, la loca de m.... También acaba de llegar cierta base genética del stand up local que quiere saber qué dice y cómo se la ve a Malena Pichot en vivo y en directo.
El ciclo Stand Up VIP (Varios Impresentables Parados) va los miércoles a la noche y ahora se genera un mini suspenso con la mini figura. Malena, se anuncia, irá al final. Si el ruido de época nos habla de cierta pasión por la personalidad, el blog y el stand up podrían ser dos buenos exponentes del posmodernismo. Y en este acto de emitir, por sobre todas las cosas emitir, la chica sabrá mezclar sofisticación y espontaneidad logrando pasar de la escatología intimista a la supresión informal de referentes de su tribu (dice barbaridades de Cortázar, se mete con La Ilíada, por ejemplo.)
Malena Pichot se ríe de su complexión de alfiler y pivotea cínicamente con su próxima anorexia, así como el judío standapero se harta de su idishe mame y el gordo standapero dice que es gordo y sostiene su peso, y su rutina. Primera impresión desde la mesa de especialistas del rubro: qué frescura, es desenvuelta, está buena. Es cierto que Pichot avanza sobre ciertos tópicos del género, pero da la sensación de que con un poco más de recorrido podría renovar los aires algo trillados del monologuismo local, un boom medio anárquico pese al trato académico que se le da. Si no, escuchen a Peto Menahem. "El auge del stand up tiene que ver con que no necesitás nada. Ni ser actor, ni autor, ni director".
Sobre ese pantano, Pichot se ríe de sus colegas, dice que el stand up "da grasa" y se pregunta qué está haciendo essha, tan concheta, ahí. O quiere saber por qué (¡¿por qué?!) los actores del género posan para los afiches con cara de nabos. Segunda impresión: los de la mesa de standaperos observan sus propios volantitos y sacan conclusiones.
Y da concheta Pichot. Pi-yot. Y la (in)corrección avanza con ciertos manierismos medio casposos, pero cuando imprime observación, biología y desborde intelectual puede llegar a un grado de lucidez que despabila la actidud más ramplona del género. O sea, menos estímulo/respuesta y más creatividad. ¿Un alto momento? Ella explicando la psicología masculina aplicada al sexo, pero utilizando argumentos que un hombre no se animaría ni con su propia sombra. Es ahí cuando esta piantada se toma un tren bala y viaja de Midachi a ¿Bernard Shaw?
Al final hay fotos, hay besos, hay "me gustó mucho" y acá habría que echarle la culpa al televisorcito de tu pecé: uno comentó que se sentía como si un fan de Antonio Gasalla pudiera respirar un rato de su mismo oxígeno. Atenti, nace una estrella.
Fuente: Clarín
Para que se entienda: estaba la JP, Juventud Puaner, (porque Malena Pichot estudia Letras en la calle Puán), aunque se registraron menos anteojitos que en el BAFICI y muchísimos menos que en una master class de Lucrecia Martel. Para que se entienda mejor: estamos hablando de la nueva gran cosa de ese cuatro pulgadas que es YouTube, patroncito de cualquier existencia posible y matriz del origen estelar de Peter Capusotto.
Para que se entienda muchísimo mejor: acá, en un rato, va a estar la minita que inventó a La loca de mierda, esa colección de progesterona esquizofrénica y de alta rotación en Internet: diez o doce capítulos, algunos con casi 20.000 entradas en un mes. Y entonces, sí, por supuesto, se adivinan estudiantes de Letras y se ven pibes que eh, eh, la loca de m.... También acaba de llegar cierta base genética del stand up local que quiere saber qué dice y cómo se la ve a Malena Pichot en vivo y en directo.
El ciclo Stand Up VIP (Varios Impresentables Parados) va los miércoles a la noche y ahora se genera un mini suspenso con la mini figura. Malena, se anuncia, irá al final. Si el ruido de época nos habla de cierta pasión por la personalidad, el blog y el stand up podrían ser dos buenos exponentes del posmodernismo. Y en este acto de emitir, por sobre todas las cosas emitir, la chica sabrá mezclar sofisticación y espontaneidad logrando pasar de la escatología intimista a la supresión informal de referentes de su tribu (dice barbaridades de Cortázar, se mete con La Ilíada, por ejemplo.)
Malena Pichot se ríe de su complexión de alfiler y pivotea cínicamente con su próxima anorexia, así como el judío standapero se harta de su idishe mame y el gordo standapero dice que es gordo y sostiene su peso, y su rutina. Primera impresión desde la mesa de especialistas del rubro: qué frescura, es desenvuelta, está buena. Es cierto que Pichot avanza sobre ciertos tópicos del género, pero da la sensación de que con un poco más de recorrido podría renovar los aires algo trillados del monologuismo local, un boom medio anárquico pese al trato académico que se le da. Si no, escuchen a Peto Menahem. "El auge del stand up tiene que ver con que no necesitás nada. Ni ser actor, ni autor, ni director".
Sobre ese pantano, Pichot se ríe de sus colegas, dice que el stand up "da grasa" y se pregunta qué está haciendo essha, tan concheta, ahí. O quiere saber por qué (¡¿por qué?!) los actores del género posan para los afiches con cara de nabos. Segunda impresión: los de la mesa de standaperos observan sus propios volantitos y sacan conclusiones.
Y da concheta Pichot. Pi-yot. Y la (in)corrección avanza con ciertos manierismos medio casposos, pero cuando imprime observación, biología y desborde intelectual puede llegar a un grado de lucidez que despabila la actidud más ramplona del género. O sea, menos estímulo/respuesta y más creatividad. ¿Un alto momento? Ella explicando la psicología masculina aplicada al sexo, pero utilizando argumentos que un hombre no se animaría ni con su propia sombra. Es ahí cuando esta piantada se toma un tren bala y viaja de Midachi a ¿Bernard Shaw?
Al final hay fotos, hay besos, hay "me gustó mucho" y acá habría que echarle la culpa al televisorcito de tu pecé: uno comentó que se sentía como si un fan de Antonio Gasalla pudiera respirar un rato de su mismo oxígeno. Atenti, nace una estrella.
Fuente: Clarín
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