En un programa heterogéneo, las tres obras tienen, en su lenguaje, un estilo propio y una búsqueda.
Por: Laura Falcoff
El Ballet del San Martín abrió su temporada con un programa de tres obras: Desde lejos, de su director Mauricio Wainrot; Rotonda, de Edgardo Mercado; y Descubierto, de Gustavo Lesgart. Es un programa curiosamente heterogéneo: entre la obra de Wainrot -en una línea cara a este coreógrafo; pura expansión de movimientos de gran exigencia técnica y al mismo tiempo comunicativos-, la de Lesgart, dúos íntimos en una atmósfera nocturna, y la de Mercado, que obedece a una lógica constructiva, hay casi nulos puntos de contacto.
La función comienza con Rotonda, la creación de Mercado, un artista que se dedicó inicialmente a las ciencias exactas. Quizás la estructura de Rotonda obedece a cierta manera "exacta" de pensar la danza por parte de Mercado: un espacio insistentemente circular que recorren los bailarines con distintas velocidades. Este recorrido se interrumpe con series coreográficas que alteran el concepto espacial, pero son más interesantes las variaciones que Mercado imprime al material básico del círculo que a las rupturas más "danzadas".
Lesgart trabajó sobre un relato sostenido primordialmente sobre dúos amorosos. Una cierta languidez invade estos vínculos, sin duda intencional en relación al clima que el coreógrafo quiso crear. Algo desconcertante resultó un personaje (bien interpretado por Diego Poblete), que en dos escenas lleva en la cabeza una osamenta de ciervo. La asociación con la idea de "hombre engañado" resulta inevitable y este toque grotesco afecta el registro de la obra. El programa cerró con la coreografía de Wainrot, series para grupos, dúos, cuartetos y otras combinaciones que sostienen una obra sin historia pero intencionalmente comunicativa en el modo en que los bailarines presentan sus variaciones al público. Por otra parte, Wainrot incorporó en su coreografía varios elementos reconocibles del folclore universal, elementos de gran dinamismo y encanto. Para subrayar: dos dúos bellamente interpretados por Sol Rourich (fenomenal bailarina) e Ivana Santaella, bien acompañadas por sus respectivos partenaires. El Ballet del San Martín cuenta hoy con una gran proporción de figuras nuevas y visiblemente jóve nes. No es poco mérito la manera entusiasta y afinada con que asumen lo que es, ya a esta altura, una tradición consolidada.
Fuente: Clarín
La función comienza con Rotonda, la creación de Mercado, un artista que se dedicó inicialmente a las ciencias exactas. Quizás la estructura de Rotonda obedece a cierta manera "exacta" de pensar la danza por parte de Mercado: un espacio insistentemente circular que recorren los bailarines con distintas velocidades. Este recorrido se interrumpe con series coreográficas que alteran el concepto espacial, pero son más interesantes las variaciones que Mercado imprime al material básico del círculo que a las rupturas más "danzadas".
Lesgart trabajó sobre un relato sostenido primordialmente sobre dúos amorosos. Una cierta languidez invade estos vínculos, sin duda intencional en relación al clima que el coreógrafo quiso crear. Algo desconcertante resultó un personaje (bien interpretado por Diego Poblete), que en dos escenas lleva en la cabeza una osamenta de ciervo. La asociación con la idea de "hombre engañado" resulta inevitable y este toque grotesco afecta el registro de la obra. El programa cerró con la coreografía de Wainrot, series para grupos, dúos, cuartetos y otras combinaciones que sostienen una obra sin historia pero intencionalmente comunicativa en el modo en que los bailarines presentan sus variaciones al público. Por otra parte, Wainrot incorporó en su coreografía varios elementos reconocibles del folclore universal, elementos de gran dinamismo y encanto. Para subrayar: dos dúos bellamente interpretados por Sol Rourich (fenomenal bailarina) e Ivana Santaella, bien acompañadas por sus respectivos partenaires. El Ballet del San Martín cuenta hoy con una gran proporción de figuras nuevas y visiblemente jóve nes. No es poco mérito la manera entusiasta y afinada con que asumen lo que es, ya a esta altura, una tradición consolidada.
Fuente: Clarín
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