martes, 23 de junio de 2009

Presentan en La Plata la película sobre el escritor Haroldo Conti

“Me revelo contra la injusticia que se cometió con Conti, es un escritor olvidado”, dice Miguel Mato

En el centro cultural islas malvinas

El director Miguel Mato habló de Homo Viator antes con Diagonales

La vida del escritor Haroldo Conti, desaparecido por la dictadura militar en mayo de 1976, fue documentada con pinceladas de ficción en la película Homo viator (hombre viajero), que –aunque ya fue estrenada–, será presentada mañana en La Plata por su director: Miguel Mato.
Recién llegado de España, donde la película participó de varios festivales y se trajo el premio al mejor documental de la sección Tiempo de Historia, del Festival de Valladolid, Mato conversó con Diagonales sobre su trabajo cinematográfico y el escritor Haroldo Conti, autor de libros inolvidables como La balada del álamo Carolina, Sudeste y Mascaró, el cazador Americano, además de maestro rural, actor, director teatral aficionado, seminarista, empresario de transportes, piloto civil, profesor de filosofía y de –como lo indica el nombre del filme–, de latín.

La película cuenta con el protagónico de Dario Grandinetti, en su papel de Conti, y su final fue filmado en la zona de Río Santiago con la participación de la goleta Gringo, el segundo velero de su tipo más antiguo del mundo que aún navega.

–Llama la atención el parecido físico entre Grandinetti y Conti.

–La familia se quedó pasmada cuando lo vio. Pero no sólo ellos, también algunos amigos. De todas maneras, me negué a caracterizarlo. Construimos el Conti que nos salió y sin embargo la hija me decía ‘mirá, hasta agarra el cigarro igual que mi viejo’.

–¿Cómo surgió la idea de utilizar la ficción en el documental?

–Intenté usar la ficción para llegar al documental.

–Pero la película tiene un final feliz…

–Es una mirada… yo estaba medio enojado con la idea de la muerte como un acto heroico, pero creo que el secuestro y la desaparición de Conti están claros en la primera caminata de la película, que es igual a la caminata que Conti tuvo con su mujer la noche en que lo secuestraron, después de ver El Padrino II en el cine. En el final de la película, en cambio, esa caminata interrumpida por los secuestradores sigue en la ficción y Conti se va a la mierda, se caga en la muerte.

–¿Un final onírico?

–Absolutamente.

–¿Por qué eligió contar la vida de Conti?

–Me revelo contra una injusticia que se cometió con Conti, que es un escritor olvidado. Es absurdo, pero yo presenté la película en la última Feria del Libro, cuando Conti tendría que estar cumpliendo los 84 años y estar presentando él mismo un libro. Además, adhiero a su forma de ver la vida, una forma no dogmática que se ve en su prosa sencilla y de mirada profunda.

–¿El cine es una buena manera de acercar el pasado?

–Creo que tenemos que vincular el pasado y el presente, para recomponer los vasos comunicantes entre las generaciones.Como dice Rogelio García Lupo, es más difícil subir una escalera a la que le faltan peldaños que una que está completa, pero hacer desaparecer a un sector de la población es suficiente para atrasar las rebeldías por 20 ó 30 años.

–¿Cómo estamos hoy que ya pasaron 30 años?

–Hay una gran cantidad de contradicciones en Argentina y en América Latina, pero empieza a haber un movimiento interesante contra el neoliberalismo, que entró de la mano del terrorismo de estado en países dominados. Los hijos directos de la dictadura quedaron marcados por el individualismo exacerbado y es muy difícil encontrar gente de más de 30 años comprometida, se nota hasta en lo afectivo, lo sentimental. No los condeno, porque son las víctimas de la dictadura: qué cagada lo que les tocó vivir. Nosotros como generación elegimos nuestro destino. Además, el mundo te decía que era posible. Yo pensaba que todos queríamos la revolución. Ahora puedo hacer autocrítica, pero no me arrepiento de nada y todavía quiero cambiar el mundo.

Fuente: Diagonales

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