sábado, 9 de mayo de 2009

Un Midón que vuelve a sus orígenes

Por Juan Garff

Playa bonita. Libro y dirección: Hugo Midón. Con Magalí Antonowicz, Valentina Corbella, Sofía Germino, Cecilia Gigena, Guadalupe Halfon, Federico Justo, Sheila Saslavsky, Marian Vieyra y Michelle Wiernik. Música: Carlos Gianni. Coreografía: Vivi Wlosko. Vestuario: Mónica Toschi. Escenografía: Silvia Bonel. En La Comedia, R. Peña 1062, sábados y domingos a las 15 y 17. $ 35.
Nuestra opinión: muy buena

La arena junto al mar es escenario de historias sin fin, de cruces de personajes, de libertad para jugar. Para admirar al bañero y tomar clases de natación, para encontrarse con una sirena o bien con una promotora de champú. Todo es posible en esa frontera de la fantasía del verano, y mucho más si la pone en escena Hugo Midón.

Después del resumen brillante de gran parte de su trayectoria que fue La Trup Sin Fin en el Cervantes, la temporada pasada, Midón vuelve con Playa Bonita a un punto de partida con reminiscencias de la estructura de su obra primigenia, la legendaria La vuelta manzana , con un elenco vital, y monta una secuencia de ocurrencias sin pausa, que tal vez requeriría algún remanso para generar un contrapunto más infantil al ímpetu juvenil.

Los actores, muy jóvenes, muy prometedores, provienen del semillero dirigido por el mismo Midón. En torno al único intérprete masculino, Federico Justo, se arman y desarman las escenas de las chicas y señoras en la playa. Hasta que ingresa el prepotente Peter Pum, que adquirió la franja costera en exclusividad y pasa revista al inventario de peces y sombrillas, en el que no admitirá niños ni castillos de arena.

La sucinta trama argumental plantea, así, un conflicto, cuya resolución -la recuperación de la playa a través de la música multitudinaria- resulta un tanto débil, en tanto evita la confrontación de los antagonistas.

El vestuario de Mónica Toschi juega eficazmente con variaciones de los años 50, de modo que la coreografía de Vivi Wlosko puede recrear figuras propias de la estética de las películas de Esther Williams, pero en clave de humor constante. Las canciones de Carlos Gianni, como siempre, sostienen el ritmo y el clima que generan los gags, creados con el aporte del recordado Héctor Malamud, maestro de la comicidad chaplinesca en el teatro.

Fuente: La Nación

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