Por Fernanda Longo:
Guillermo Arengo debe sus oficios a una enciclopedia de grandes temas de tapa dura de Salvat. A los 16 años descubrió en casa de una amiga un tomo sobre psicoanálisis. "Lo agarré, me lo leí y me flasheó", cuenta. Se empezó a analizar y se anotó en la UBA. "Al tiempo conseguí el tomo de cine". Ya estaba cursando Psicología (hizo cuatro años) cuando comenzó unos talleres de fotografía. Y de ahí pasó a la escuela de cine de Avellaneda. Antes había estudiado música, tocaba la guitarra, componía, tenía una banda. "Soy un obeso ansioso, muy ansioso... un compulsivo rescatado", se presenta.
A los 44 años, el actor —director, dramaturgo, videasta, fotógrafo— acaba de debutar en TV con Tratame bien (El Trece, miércoles a las 22.30), el unitario de Pol-ka protagonizado por Julio Chávez y Cecilia Roth. Allí interpreta a Hernán, el hermano de José (Chávez). "Algunos nos dicen que nos parecemos... El sería la versión genéticamente buena", bromea.
Aunque es su primera experiencia televisiva, su carrera como actor empezó hace ocho años en el teatro, el lugar que reunió las distintas disciplinas en las que se había formado. En ese entonces él hacía fotografía y video para El Periférico de Objetos, y lo invitaron a Berlín con la obra Monteverdi Método Bélico. Armó una puesta de video con cámaras en vivo para el espectáculo, y terminó componiendo un personaje. "Desde ahí, no paré", dice. Participó en media docena de películas (La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel; La sangre brota, de Pablo Fendrik), y, hasta hace unos días, se lo podía ver en Sucio, la obra por la que lo conoció Adrián Suar y, por sugerencia de Chávez, lo convocó para el unitario.
"Me entusiasma hacer televisión", confiesa. "Recién estoy llegando, muy respetuoso, medio timidón... Siento que todavía veo pasar la pelota, me pasan a mil kilómetros por hora, me hacen caños... Verlo a Julio (Chávez) cómo procesa y comprende las escenas, con una velocidad y una profundidad, a Daniel Barone (el director), hace que me pregunte ¿qué hago yo acá?".
En la ficción, Arengo le da vida a un gordo que quiere adelgazar pero no puede, el tío impresentable y amoroso de una familia a punto de desintegrarse. "La gordura está buenísima para narrar un montón de cosas que no tienen que ver con la gordura", reflexiona. "Desde los 13 años tuve muchas épocas de flaco, pero era muy adicto al tabaco, y cuando dejé de fumar aumenté 35 kilos. Mi fantasía es adelgazar cuando termine el unitario. Me gustaría poder seguir laburando en la tele sin que me pongan el sellito".
Hijo de un matrimonio de bancarios de clase media con "mucha sensibilidad artística", siempre vivió en Caballito. Desde hace siete años está en pareja con la actriz Julieta Vallina (que el año pasado también debutó en TV con Vidas robadas: era Belén, la abogada amiga del personaje de Soledad Silveyra). Y tienen una hija, Adela, de tres años.
"Una actriz muy conocida me dijo mirá, vos entraste en lo más alto de la TV, de ahora en más, es para abajo. Yo lo comprendo, pero estoy en desacuerdo", sostiene. "Es una definición que no me conviene. Ser actor de TV tiene un valor agregado para la gente".
Y cuenta una anécdota. "En el verano con mi mujer fuimos a Las Gaviotas, un balneario cerca de Mar de las Pampas. A la noche nos íbamos en remís a Villa Gesell. En una de esas subimos a un auto y el conductor, un correntino, tipo duro, empieza a hablar. Nos cuenta que la temporada está floja, que él se había venido a Gesell hace unos cuantos años, que se compró un terrenito, construyó su casa, y arriba de la casa construyó otra casa, para alquilar la de abajo en el verano, pero que se quiere volver a Corrientes a estudiar odontología, porque en Corrientes no hay odontólogos. Y ¿sabés cuánto sale un perno? 500 pesos. ¿Y una extracción? 100 pesos. Y bla, bla. No paraba de hablar del diseño económico de su vida. De pronto mira por el espejito, la ve a mi mujer y la reconoce, por Vidas robadas. Ahí se olvida de los pernos y empieza a contar que en Corrientes se paraba todo para ver la novela. Fue el único momento en que el tipo hizo contacto. Es fuerte, ¿no? Uno puede decir una tira es una mierda, pero..."
Lector del filósofo francés Gilles Deleuze, cita uno de sus ensayos sobre pintura cuando dice que le gusta pensar a la TV como un cuadro barroco, en el que la belleza puede surgir de lo más oscuro. Que el año pasado se animó y se presentó por primera vez a un casting, para la tira Herencia de amor. Pero no quedó. "Narcisista como soy, pensé vamos a llevarnos todo por delante... A arrancar la vía y los durmientes". En eso anda. Y bla, bla. No paraba de hablar del diseño económico de su vida. De pronto mira por el espejito, la ve a mi mujer y la reconoce, por -
Fuente: Clarín
Guillermo Arengo debe sus oficios a una enciclopedia de grandes temas de tapa dura de Salvat. A los 16 años descubrió en casa de una amiga un tomo sobre psicoanálisis. "Lo agarré, me lo leí y me flasheó", cuenta. Se empezó a analizar y se anotó en la UBA. "Al tiempo conseguí el tomo de cine". Ya estaba cursando Psicología (hizo cuatro años) cuando comenzó unos talleres de fotografía. Y de ahí pasó a la escuela de cine de Avellaneda. Antes había estudiado música, tocaba la guitarra, componía, tenía una banda. "Soy un obeso ansioso, muy ansioso... un compulsivo rescatado", se presenta.
A los 44 años, el actor —director, dramaturgo, videasta, fotógrafo— acaba de debutar en TV con Tratame bien (El Trece, miércoles a las 22.30), el unitario de Pol-ka protagonizado por Julio Chávez y Cecilia Roth. Allí interpreta a Hernán, el hermano de José (Chávez). "Algunos nos dicen que nos parecemos... El sería la versión genéticamente buena", bromea.
Aunque es su primera experiencia televisiva, su carrera como actor empezó hace ocho años en el teatro, el lugar que reunió las distintas disciplinas en las que se había formado. En ese entonces él hacía fotografía y video para El Periférico de Objetos, y lo invitaron a Berlín con la obra Monteverdi Método Bélico. Armó una puesta de video con cámaras en vivo para el espectáculo, y terminó componiendo un personaje. "Desde ahí, no paré", dice. Participó en media docena de películas (La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel; La sangre brota, de Pablo Fendrik), y, hasta hace unos días, se lo podía ver en Sucio, la obra por la que lo conoció Adrián Suar y, por sugerencia de Chávez, lo convocó para el unitario.
"Me entusiasma hacer televisión", confiesa. "Recién estoy llegando, muy respetuoso, medio timidón... Siento que todavía veo pasar la pelota, me pasan a mil kilómetros por hora, me hacen caños... Verlo a Julio (Chávez) cómo procesa y comprende las escenas, con una velocidad y una profundidad, a Daniel Barone (el director), hace que me pregunte ¿qué hago yo acá?".
En la ficción, Arengo le da vida a un gordo que quiere adelgazar pero no puede, el tío impresentable y amoroso de una familia a punto de desintegrarse. "La gordura está buenísima para narrar un montón de cosas que no tienen que ver con la gordura", reflexiona. "Desde los 13 años tuve muchas épocas de flaco, pero era muy adicto al tabaco, y cuando dejé de fumar aumenté 35 kilos. Mi fantasía es adelgazar cuando termine el unitario. Me gustaría poder seguir laburando en la tele sin que me pongan el sellito".
Hijo de un matrimonio de bancarios de clase media con "mucha sensibilidad artística", siempre vivió en Caballito. Desde hace siete años está en pareja con la actriz Julieta Vallina (que el año pasado también debutó en TV con Vidas robadas: era Belén, la abogada amiga del personaje de Soledad Silveyra). Y tienen una hija, Adela, de tres años.
"Una actriz muy conocida me dijo mirá, vos entraste en lo más alto de la TV, de ahora en más, es para abajo. Yo lo comprendo, pero estoy en desacuerdo", sostiene. "Es una definición que no me conviene. Ser actor de TV tiene un valor agregado para la gente".
Y cuenta una anécdota. "En el verano con mi mujer fuimos a Las Gaviotas, un balneario cerca de Mar de las Pampas. A la noche nos íbamos en remís a Villa Gesell. En una de esas subimos a un auto y el conductor, un correntino, tipo duro, empieza a hablar. Nos cuenta que la temporada está floja, que él se había venido a Gesell hace unos cuantos años, que se compró un terrenito, construyó su casa, y arriba de la casa construyó otra casa, para alquilar la de abajo en el verano, pero que se quiere volver a Corrientes a estudiar odontología, porque en Corrientes no hay odontólogos. Y ¿sabés cuánto sale un perno? 500 pesos. ¿Y una extracción? 100 pesos. Y bla, bla. No paraba de hablar del diseño económico de su vida. De pronto mira por el espejito, la ve a mi mujer y la reconoce, por Vidas robadas. Ahí se olvida de los pernos y empieza a contar que en Corrientes se paraba todo para ver la novela. Fue el único momento en que el tipo hizo contacto. Es fuerte, ¿no? Uno puede decir una tira es una mierda, pero..."
Lector del filósofo francés Gilles Deleuze, cita uno de sus ensayos sobre pintura cuando dice que le gusta pensar a la TV como un cuadro barroco, en el que la belleza puede surgir de lo más oscuro. Que el año pasado se animó y se presentó por primera vez a un casting, para la tira Herencia de amor. Pero no quedó. "Narcisista como soy, pensé vamos a llevarnos todo por delante... A arrancar la vía y los durmientes". En eso anda. Y bla, bla. No paraba de hablar del diseño económico de su vida. De pronto mira por el espejito, la ve a mi mujer y la reconoce, por -
Fuente: Clarín
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