martes, 5 de mayo de 2009

Conquistar la Madre Patria

Gerónimo Rauch, superestrella. El otrora integrante de Mambrú cosecha aplausos en la puesta española Jesucristo Superstar Foto: LA NACION

Los artistas argentinos han conseguido un lugar privilegiado en la escena teatral española, protagonizando varios éxitos

Por Laura Ventura

De la Redacción de LA NACION

Los artistas argentinos conquistaron España. Las marquesinas exhiben sus nombres: Juan Pablo Di Pace, Gerónimo Rauch, Noelia Noto y Daniel Freire son protagonistas de varios éxitos teatrales. Y otros compatriotas pisan fuerte, como Zenón Recalde, Patricia Clark, Silvia Lucchetti, y la lista continúa. A continuación, hablan los protagonistas de esta fiebre teatral.

"Gracias a Dios", repite el protagonista de la versión española de Jesucristo Superstar. Pero no fue la intervención divina la que arrojó a Gerónimo Rauch sobre el escenario para cargar sobre sus hombros un musical con algunas de las composiciones más complejas del género.

Devoto de su trabajo, Rauch profesa los preceptos que lo definen. Uno, participó religiosamente en la movida y fiestas de guardar de los musicales vernáculos durante diez años. Dos, confiesa que el baile es su punto

débil, a pesar de que brille en el canto y la actuación. Tres, habla inglés a la perfección, y por eso ya hizo varias audiciones en Londres.

Cuatro, ayunó y perdió 12 kilos para poder interpretar la ópera rock de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber. Cinco, contribuye al mantenimiento de la buena reputación internacional de los actores argentinos.

Como Judas, la salida primera fue negar. Pero, finalmente, Rauch le hizo caso a su llamado y comenzó a estudiar canto a los 17 años; integró el elenco de Los miserables y el quinteto pop Mambrú.

Hubo sacrificios. En 2007, renunció a protagonizar Rent cuando una voz lo llamó desde la tierra prometida de los musicales en nuestro idioma: Madrid. Los productores españoles de Jesucristo Superstar vieron por YouTube a un argentino que cumplía con todos los requisitos que necesitaban. "Durante un año, habían buscado al protagonista y, al poco tiempo de encontrarlo, se desvinculó del proyecto. Mi amigo Zenón Recalde les sugirió que vieran mi trabajo en la versión argentina de la obra. Me llamaron un fin de semana y en 11 días debía estar en España listo para salir a escena", cuenta Rauch, de paso por Buenos Aires.

Un profeta en otra tierra

"Nos quieren bastante y los divertimos. Les encanta cómo hablamos -dice sobre los argentinos en España-. Pero, sobre las tablas, debemos pronunciar como ellos. Son muy cuidadosos con su lenguaje." A la hora de ensayar una explicación sobre el gen artístico argentino, Rauch considera: "A los argentinos nos cuesta todo mucho más, en especial, llegar a fin de mes haciendo lo que nos gusta, y por eso nos esforzamos tanto".

A los 31 años, cree que hay papeles que no podrá interpretar, aunque existen otros que lo esperan, como Jean Valjean. Mientras tanto, recorre el país con su interpretación y admite que todas las noches lleva a cabo un gran desgaste emocional. "A mí, literalmente, me pegan. Y muchas veces le erraron al palo que ataja los latigazos y los recibí yo." Pero no se queja. En el camino del esfuerzo, Rauch pone la otra mejilla.

La productora estrella

Julia Gómez Cora es la directora de Stage Entertainment de España, la productora que actualmente tiene cinco musicales en cartel: Jesucristo Superstar, La bella y la bestia, Cabaret, Mamma mia! y High School Musical , y prepara El rey león . CIE, la empresa en la que trabajaba en nuestro país, la envío en 1999 para montar La bella y la bestia en Madrid. Gracias al éxito de aquella producción, Gómez Cora debió extender su residencia y aquella oficina fue creciendo, e incluso se creó otra en Barcelona. "Al principio, creían que estaba loca, que la gente no pagaría 50 o 60 euros por ver un musical, ya que hasta ese momento nadie había cobrado más de 30", recuerda, y lamenta que en la Argentina no haya un mercado para poder montar estas producciones, pese al excelente nivel artístico.

Noelia Noto

A los 11 años, Noelia Noto se resistía a ser actriz. Su única ambición era ser una nena normal. Sin embargo, de la mano de su madre, se presentó a una audición en la que debía interpretar a una huérfana. Raúl Lavié y la productora de la obra, Pinky, quedaron fascinados con aquella pelirroja y no dudaron en asignarle el rol protagónico en Annie . Hoy, en su casa del barrio La Latina, en Madrid, atesora entre otras cosas el telegrama del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en el que la felicitaba por el premio Max a la mejor actriz de reparto que otorga la crítica de la Madre Patria a los artistas escénicos.

Otra mano, la de quien por entonces era su pareja, la condujo a cruzar el Atlántico en 2006, cuando su carrera no tenía un rumbo demasiado certero. "Sólo me importaba disfrutar de mi nueva vida. Quería seguir aprendiendo y conocer nuevas escuelas", dice esta actriz, cuyo rostro fue emblema de la TV argentina de los 80 y los 90 ( Clave de sol, Alta comedia, Princesa, Gasoleros, El garante , etc.). Noto estaba alejada del medio. "A los productores no les interesaba. Creo que no estaba ni en el circuito ni con la actitud que ellos buscaban. Y, en esos momentos, una debe plantearse qué estás haciendo con su vida, con la esperanza de que en algún momento las piezas vuelvan a encajar", reflexiona la actriz, que estudió con Julio Chávez y Augusto Fernandes.

En Madrid, comenzó un seminario de monólogos que dictaba Tamzin Townsend, prestigiosa directora inglesa que desconocía el currículum de su alumna y su trabajo en musicales, como My Fair Lady y Grease . La realizadora había pensado en ella para la obra Carnaval , de Jordi Galcerán (el autor de El método Grö nholm). Pero Townsend no fue la única que reparó en Noto. Juan Martínez Moreno la convocó para su película Un buen hombre , con Tristán Ulloa. "Los artistas argentinos tenemos una gran organicidad, una ductilidad y una verdad que a los españoles les impacta", ensaya así una explicación sobre el espacio que ocupan nuestros actores y profesores de teatro, como Juan Carlos Corazza, Jorge Eines, Cristina Rota y Eduardo Recabarren, en España.

Daniel Freire

Daniel Freire extraña ese país "tan grande y tan doloroso". A mediados de marzo, estrenó Mercado libre en Madrid, junto con la actriz Yoima Valdés. "Tengo ganas de volver y trabajar en la Argentina, pero sé que ya no sería lo mismo; aquí he generado un espacio que echo de menos cuando voy a Buenos Aires", admite el actor.

Hace un par de años, Freire viajó a España para acompañar a su pareja, quien había conseguido un trabajo allí. A los 20 días de haber cruzado el océano, consiguió un papel en un aviso publicitario, y a los cuatro meses, había filmado 25 anuncios. Allí apareció la oportunidad de volver al teatro con una gira por la península ibérica con El cuarto del recuerdo , de Mario Cura, dirigida por Rubens Correa. Y en una de esas funciones, un productor lo vio y lo convocó para participar en Sagitario , el film de Vicente Molina Foix, con Angela Molina, Eusebio Poncela y Héctor Alterio. Y luego vino Lucía y el sexo , de Julio Medem, e Impulsos , de Miguel Alcantud, en el que debutó como protagonista.

"Aquí me he encontrado con muchísima generosidad, he podido trabajar en todos los medios. Sé que tengo un espacio en el cine y en la televisión, y estoy ganando un espacio en el teatro", reflexiona. Desde hace ocho años, integra y promueve Almadan, una compañía de teatro con la que desarrolló varios proyectos, entre ellos Bent , de Martin Sherman, por la que obtuvo el premio al mejor actor protagonista de teatro otorgado por la Unión de Actores de España. El idioma es el mismo, pero hay muchas diferencias entre España y Buenos Aires. "Los actores en la Argentina trabajamos mucho, pero no siempre cobramos por nuestro trabajo; aquí es más bien al revés. Técnicamente no hay demasiadas diferencias, aunque la formación del actor no tiene el recorrido que sí tiene en la Argentina", opina. Por el momento, Freire permanecerá en España, aunque planea para algún momento "saltar" entre ambos países" porque se sigue sintiendo argentino y, a veces, siente melancolía de este terruño, "su actividad y, sobre todo, su improvisado perfil".

Fuente. La Nación

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