La mujer fatal no necesita una belleza perfecta o una maldad genética
María Pérez | Madrid
Marta Sanz aborda la personalidad y los orígenes de la 'femme fatale' a través de textos literarios que han construido su mito.
Es sexual, ambiciosa, femenina hasta el extremo o ambiguamente viril, ávida de dinero y poder en ocasiones, ansiosa por disfrutar de su cuerpo, libre hasta la amoralidad casi siempre. La mujer fatal cautiva a hombres y mujeres porque lleva la perdición -la del hombre o la suya propia- en el carácter, porque rompe los tabúes e infunde un temor que acaba seduciendo a los hombres y fascinando a las mujeres.
Éste es uno de los retratos posibles que la escritora Marta Sanz traza de la 'femme fatale', el icono de seducción femenino que la autora aborda en 'Libro de la mujer fatal' (451) a través de textos literarios que han construido el mito a lo largo de la Historia.
"Me preguntaba cómo mujeres como yo pueden resultar fascinadas por una mujer fatal y me daba cuenta de que cuando somos niñas, vamos configurando un canon de belleza femenina que tiene menos que ver con nuestras percepciones que con la visión de los hombres", señala la escritora, finalista del premio Nadal 2006.
La explicación está muy relacionada con eso de que la historia la cuentan quienes tienen el poder: "Es fruto de una mirada cultural fundamentalmente masculina. En la mujer fatal, los hombres reflejan sus miedos frente a lo femenino, que a ellos les resultan fascinantes y misteriosos, una visión que nosotras asumimos pacíficamente", prosigue.
La mujer fatal no tiene por qué tener una belleza perfecta o una maldad genética. "Pueden no ser responsables de su maldad, causada por la presión social, porque viven en un mundo claustrofóbico", cuenta la autora, "algunas ni siquiera pretenden hacer daño".
Su erotismo puede venir de su hiperfeminindad o de su ambigua virilidad. Y para destrozar vidas, es tan buen arma un carácter ambicioso y fuerte como una fragilidad límite.
Entre la Eva bíblica y la Carmen instintiva y salvaje
Pero todas las mujeres fatales, desde la exuberante Salomé hasta las protagonistas más seductoras del cine negro estadounidense tienen en común "reberlarse contra lo establecido y pretender reivindicarse a sí mismas, pase lo que pase", cuenta la Sanz.
A partir de ahí, la gama es variada. El libro recoge en dieciséis extractos literarios que dibujan diferentes rasgos de las féminas fatales a través de iconos como la Eva bíblica, la salvaje e instintiva Carmen de Mérimée o la voluptuosa esposa de un anciano y amante del whisky que protagoniza 'Adiós, muñeca' de Raymond Chandler.
"He querido plasmar tanto las mujeres fatales totalmente tópicas, como la de Chandler, como otras que seguramente no han estado nunca totalmente dentro del arquetipo, pero que a mí me parecen fatalísimas", afirma la autora.
Otros personajes que rescata no serían considerados hoy 'femmes fatales'. Como la ilustrada marquesa de Mertueil, de Pierre Choderlos de Laclos, cuyo mayor peligro era su instrucción: "Si una mujer sabía demasiado, era sospechosa",afirma la autora.
"Rasgos que en un hombre se valoran positivamente, como la curiosidad, las ganas de poder, o el ingenio, en literatura son el estigma de la mujer fatal. Eva lleva a Adán a la perdición porque tiene curiosidad", denuncia Sanz.
Algunos aspectos de este icono podrían incluso tener hoy sentido, y deberían reivindicarse, como la lucha por el saber y por readueñarse de su propio cuerpo, defiende la autora. Otros, como la utilización de su sexualidad para conseguir determinados fines, claramente, no.
Sin embargo, el icono masculino de mujer fatal sigue fascinando y las mujeres han aportado pocos matices, cree la autora. "Hemos avanzado mucho, pero la igualdad de los géneros no es un logro todavía conseguido".
Fuente: El Mundo
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