Caricias más allá de los oídos
Los beneficios de la música y su aplicación terapéutica han sido motivo de curiosidad desde hace años. El primero en adentrarse en el estudio de su influencia sobre los estados de ánimo fue Aristóteles con su teoría del Ethos. La íntima relación que el filósofo encontraba entre la música y el estado anímico daba lugar a la influencia de las armonías, el ritmo y la melodía en la predisposición del individuo de maneras diferentes.
En la actualidad, y tras muchos años de investigación, la musicoterapia pasó a ser una disciplina utilizada para tratar diferentes patologías y para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.
“La teoría musicoterapéutica se basa en un postulado denominado principio de analogía, es decir que toda producción musical es análoga a los procesos psicológicos del sujeto. Esto refiere a que en todas las producciones musicales que el paciente haga en un encuadre musicoterapéutico nos está hablando de su personalidad, de su manera de estar en el mundo, del sujeto mismo”, comenta Josefina Taylor, musicoterapeuta de la Asociación Musicoterapéutica La Plata. “Las experiencias musicales que se utilizan son las improvisaciones musicales, experiencias con canciones, técnicas receptivas y el uso de música editada”.
Para realizar una terapia de este tipo no se requiere saber tocar un instrumento o cantar bien. Lo importante es poder abrirse a un tratamiento en que la base de la comunicación está marcada por otro lenguaje, el lenguaje musical.
“Los primeros campos fuertes de aplicación fueron niños con diversas discapacidades o TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo, como autismo y psicosis infantil), geriatría, psiquiatría. El trabajo con música permitía abrir canales de comunicación novedosos, sin tantos mecanismos de defensa como sucede con la palabra, y lograba llegar hasta el nivel comunicacional de la que esa persona era capaz”, asegura Silvia Bralo, integrante de la misma asociación.
“Luego, los campos de aplicación se fueron expandiendo infinitamente. No todos los modelos son para todas las personas y todas las patologías. Hoy hay musicoterapeutas trabajando en Alzheimer, coma, accidentes cerebrovasculares, discapacidad mental, psicosis, autismo, neurosis, depresión, cuidados paliativos, educación, integración, proyectos comunitarios, vulnerabilidad psicosocial, cárceles, geriatría, en centros de día, hospitales, y particulares”.
Para la musicoterapia, el paciente es un individuo bio-psico-socio-cultural en quien la enfermedad no se considera simplemente como la ausencia de salud física, sino que está determinada por las condiciones y alteraciones tanto de su mundo interno como social.
“La música utilizada en sesión es la que el paciente trae, la que tiene que ver con su historia, su pasado y presente. No hay recetas musicales para cada patología ya que la música se encuentra cargada de significado y ese significante musical es otorgado por cada persona de manera particular. Por lo que una misma música no tendrá los mismos resultados en personas diferentes”, cuenta Taylor.
“Para la mayoría de nosotros no hay música como pastillas ya que cada uno es un ser complejo”, afirma Bralo.
Por supuesto, hay universales como, por ejemplo, poner una música más bien lenta, tranquila, para entrar en intimidad, auto observación, relajación. O lo contrario, cuando hay pacientes abúlicos, desmotivados, el intentar inyectarles energía a través de músicas dinámicas, potentes. Pero siempre partiendo de la base de un mutuo conocimiento entre paciente-terapeuta.
La percepción de la música es un hecho subjetivo, una construcción individual a lo largo de la propia vida. Esto, en patologías graves no se llega a consolidar, y el trabajo justamente es lograr delinear un “yo sonoro” segurizante, que permita al sujeto diferenciarse de la masa sonora que lo envuelve", continúa. En la búsqueda por mejorar la calidad de vida, esta terapia se ha difundido con excelente receptividad en gran parte del mundo y se conformó, inclusive, como carreras de grado y posgrado, dentro del ámbito de la salud.
Fuente: Hoy
Los beneficios de la música y su aplicación terapéutica han sido motivo de curiosidad desde hace años. El primero en adentrarse en el estudio de su influencia sobre los estados de ánimo fue Aristóteles con su teoría del Ethos. La íntima relación que el filósofo encontraba entre la música y el estado anímico daba lugar a la influencia de las armonías, el ritmo y la melodía en la predisposición del individuo de maneras diferentes.
En la actualidad, y tras muchos años de investigación, la musicoterapia pasó a ser una disciplina utilizada para tratar diferentes patologías y para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.
“La teoría musicoterapéutica se basa en un postulado denominado principio de analogía, es decir que toda producción musical es análoga a los procesos psicológicos del sujeto. Esto refiere a que en todas las producciones musicales que el paciente haga en un encuadre musicoterapéutico nos está hablando de su personalidad, de su manera de estar en el mundo, del sujeto mismo”, comenta Josefina Taylor, musicoterapeuta de la Asociación Musicoterapéutica La Plata. “Las experiencias musicales que se utilizan son las improvisaciones musicales, experiencias con canciones, técnicas receptivas y el uso de música editada”.
Para realizar una terapia de este tipo no se requiere saber tocar un instrumento o cantar bien. Lo importante es poder abrirse a un tratamiento en que la base de la comunicación está marcada por otro lenguaje, el lenguaje musical.
“Los primeros campos fuertes de aplicación fueron niños con diversas discapacidades o TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo, como autismo y psicosis infantil), geriatría, psiquiatría. El trabajo con música permitía abrir canales de comunicación novedosos, sin tantos mecanismos de defensa como sucede con la palabra, y lograba llegar hasta el nivel comunicacional de la que esa persona era capaz”, asegura Silvia Bralo, integrante de la misma asociación.
“Luego, los campos de aplicación se fueron expandiendo infinitamente. No todos los modelos son para todas las personas y todas las patologías. Hoy hay musicoterapeutas trabajando en Alzheimer, coma, accidentes cerebrovasculares, discapacidad mental, psicosis, autismo, neurosis, depresión, cuidados paliativos, educación, integración, proyectos comunitarios, vulnerabilidad psicosocial, cárceles, geriatría, en centros de día, hospitales, y particulares”.
Para la musicoterapia, el paciente es un individuo bio-psico-socio-cultural en quien la enfermedad no se considera simplemente como la ausencia de salud física, sino que está determinada por las condiciones y alteraciones tanto de su mundo interno como social.
“La música utilizada en sesión es la que el paciente trae, la que tiene que ver con su historia, su pasado y presente. No hay recetas musicales para cada patología ya que la música se encuentra cargada de significado y ese significante musical es otorgado por cada persona de manera particular. Por lo que una misma música no tendrá los mismos resultados en personas diferentes”, cuenta Taylor.
“Para la mayoría de nosotros no hay música como pastillas ya que cada uno es un ser complejo”, afirma Bralo.
Por supuesto, hay universales como, por ejemplo, poner una música más bien lenta, tranquila, para entrar en intimidad, auto observación, relajación. O lo contrario, cuando hay pacientes abúlicos, desmotivados, el intentar inyectarles energía a través de músicas dinámicas, potentes. Pero siempre partiendo de la base de un mutuo conocimiento entre paciente-terapeuta.
La percepción de la música es un hecho subjetivo, una construcción individual a lo largo de la propia vida. Esto, en patologías graves no se llega a consolidar, y el trabajo justamente es lograr delinear un “yo sonoro” segurizante, que permita al sujeto diferenciarse de la masa sonora que lo envuelve", continúa. En la búsqueda por mejorar la calidad de vida, esta terapia se ha difundido con excelente receptividad en gran parte del mundo y se conformó, inclusive, como carreras de grado y posgrado, dentro del ámbito de la salud.
Fuente: Hoy
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