A pesar de la generalizada caída en las ventas de discos, en Argentina la entidad que nuclea a músicos independientes editó en los últimos treinta días 90 producciones en CD y sumó casi un centenar de socios.
El comienzo de esta historia se remonta a la gestación de los tiempos de convulsión y crisis nacional en el país del “que se vayan todos”. El propicio contexto de asociación de fuerzas para requerir objetivos comunes también llegaba al gremio de los intérpretes musicales: “A fines de 2000 comenzamos a reunirnos un grupo de músicos independientes con la idea de generar una herramienta para facilitar nuestra actividad”, cuenta a Hoy Diego Boris, que además de músico es cofundador de la Unión de Músicos Independientes (UMI), y encabeza la lucha por instituir la ley de Música en el país.
¿Qué tipo de herramientas gestionaron? Ni más ni menos que unos cuantos convenios facilitadores que apuntaron a abaratar costos en la cadena de producción de un disco. “Formalmente se constituyó el 7 de septiembre siguiente, cuando nos dimos cuenta que era bueno compartir estos beneficios para todos los músicos”, apuntó Boris. Su leitmotiv se constituyó en generar herramientas con respuestas colectivas a los problemas de los músicos, pero sin ser invasivos, esto es: sin entrometerse en la intimidad de cada banda.
En tren de reivindicación musical, conquistaron convenios con fábricas para producir discos de manera más económica, llegaron a arreglos para imprimir láminas o packaging más barato y gestionaron horas de grabación en estudios profesionales. En diez años, la UMI se hizo fuerte gracias a la sumatoria de bandas que fueron asociándose a su estructura, “sin castings en el medio, aceptamos a cualquier músico”, aclara Boris. Con casi cuatro mil socios al día de hoy, entre bandas y solistas asociados, y más de tres mil títulos producidos, la aparición de la UMI en la escena musical facilitó sin dudas la llegada de las bandas independientes al circuito comercial.
“Si bien la venta de discos cayó notablemente, el último mes marcó récord para UMI: fue
la época con mayor cantidad de asociados (se acercaron 90 músicos) y con más cantidad de producción, con el lanzamiento de alrededor de 90 discos”, señaló Boris. La explicación que encuentran tanto él como el actual presidente de la Unión, Cristian Aldana, es “la increíble necesidad de expresión que tienen los músicos argentinos”.
Esto es más llamativo es aún teniendo en cuenta la falta de políticas en el país destinadas a favorecer las expresiones musicales. En ese tren, miles de músicos se reunieron en el último tiempo trabajando para que se instituya la ley de Música. Una legislación que contemple la creación de un Instituto Nacional de la Música, otorgando subsidios tradicionales y también herramientas para que los propios músicos puedan financiar sus producciones. También para que insista en la creación de circuitos estables de música en vivo y se acerque la cultura a sectores de menor acceso. “Es una iniciativa que pretende ser mixta, ni toda del Gobierno ni independiente, sino que el Estado brinde las herramientas a la sociedad, y a los músicos puntualmente, para que podamos hacer nuestra política”.
La propuesta, que conquistó el apoyo y la adhesión de numerosos músicos de renombre, desde Luis Alberto Spinetta hasta la recientemente fallecida Negra Sosa, podría ser discutida en el ámbito gubernamental a partir de marzo.
Dentro de la UMI hay muchos representantes platenses que adhieren a esta nueva voluntad de darle aire a las bandas independientes. Entre los grupos que ya editaron su disco con el acompañamiento de la UMI, están El mató a un policía Motorizado, 107 faunos, Reno y los castores cósmicos, Don Lunfardo y el Señor Otario y Villelisa.
Somos músicos queremos tocar
Una de las conquistas legales alcanzadas por la UMI más rememorada fue la del 15 de febrero de 2007, cuando la UMI presentó una demanda al Tribunal superior de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires destinada a mejorar las condiciones en que se realiza música en vivo.
Luego de una carta documento jamás contestada, el presidente, patrocinado por el abogado Esteban Agatiello (cantante de Ritcher y gran cuadro de la Unión), pidió que se declare la inconstitucionalidad de toda normativa que exija o regule la necesidad de permisos, habilitaciones y autorizaciones exigidos especialmente para la ejecución de música en vivo.
“Si un lugar está habilitado, cumpliendo con todas las condiciones de seguridad requeridas, con capacidad para 50 personas y quiere contar con un pintor que dibuje mientras el público lo observa, o un actor actúe una pieza de una obra de teatro, o un pastelero realice postres a la vista de los concurrentes (...), puede realizarlo sin la necesidad de algún permiso, habilitación o autorización propia de esa actividad. Sin embargo, si ese lugar quiere contar con una persona que tome su guitarra y quiera ejercer su derecho a trabajar requiere de un permiso particular, llevando la situación a un extremo insólito, como si fuera el instrumento el que cambiara las condiciones”, aseguraba la parte central de la demanda.
Fuente: Hoy
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