El escritor estadunidense Ray Bradbury se presentará en la FIL en videoconferencia
Ericka Montaño Garfias/Enviada
Periódico La Jornada
Guadalajara, Jal., 29 de noviembre.
Sin la habilidad de leer no se puede ser parte de una civilización, ni de una democracia. Muchos líderes en el mundo temen a los libros porque enseñan lo que no quieren que sea enseñado. Pero si sabes leer, tienes una educación completa acerca de la vida, sabes cómo votar en una democracia; pero si no sabes leer, no sabes cómo decidir, dice el escritor estadunidense Ray Bradbury en un video en el que habla de su acercamiento a la literatura y de su obra, realizado por el Fondo Nacional para las Artes, institución estadunidense dedicada al apoyo y financiamiento de las artes.
Bradbury, de 89 años, será hoy la figura central de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2009, no obstante que no acudirá (físicamente) al homenaje que se le rendirá aquí. Su participación es parte de las actividades especiales que ofrece Los Ángeles como ciudad invitada de este encuentro.
Pero para sus cientos de seguidores estos testimonios están disponibles en la página de Internet www.nea.gov/av/video/bradbury/bradbury.html, pues hasta el momento el escritor no ha ofrecido entrevistas a la prensa mexicana.
El autor de la ya emblemática novela Fahrenheit 451 asiste a esta fiesta de los libros de manera particular: a través de una videoconferencia en la que dialogará con su biógrafo Spencer Weller.
En un principio, se contemplaba que Weller entrevistara desde Guadalajara al creador de Las crónicas marcianas, quien estaría en Los Ángeles, pero no será así: ninguno de los dos acude en persona.
Ray Bradbury nació el 22 de agosto de 1920, y se enamoró de los libros desde que aprendió a leer, a los tres años: “amaba las tiras cómicas, las caricaturas del domingo; a los cinco años tuve un libro de cuentos de hadas y me enamoré de la lectura con historias como La Bella y la Bestia o Jack y las habichuelas mágicas”, dice en el video que es parte del proyecto The Big Read.
Después de los libros llegaron las películas: El jorobado de Notre Dame lo hizo querer ser un jorobado, además de que, desde los seis años, los dinosaurios marcaron su vida.
Así es como funciona esto: algo que comienza cuando tienes tres, seis, 10, 12 años, se encontrará después en tus ficciones. Me hice escritor a los 12, y desde entonces no he dejado de escribir, porque pensé que de esa manera podría vivir para siempre.
Mientras las fotografías, las portadas de sus libros y uno que otro gato aparecen en la pantalla, Bradbury mira a la cámara desde atrás de sus característicos armazones y cuenta sus inicios en la literatura, primero como lector, después como visitante asiduo de bibliotecas, donde obtuvo su educación, porque su familia no tenía dinero para enviarlo a la universidad.
Los profesores te inspiran, pero las bibliotecas siempre satisfacen.
En ese video están también las semillas que dieron origen a sus novelas y algunas de sus grandes influencias.
Una de ellas, John Steinbeck y su libro Las uvas de la ira, “con la que aprendí a estructurar una novela. Las crónicas marcianas tiene la estructura de Las uvas de la ira (…) Después, solo, en la noche, cuando tenía 12 años, miré el planeta Marte, y dije: ‘llévame a casa’. Y el planeta Marte me llevó a casa y nunca regresé”.
Diálogos internos
Después “obtuve un trabajo vendiendo peródicos en la esquina de una calle; ganaba 10 dólares a la semana. Cada mañana, cuando me levantaba, escribía historias, y en la tarde iba a la biblioteca. Cuando tenía 19 años me hablaba a mí mismo acerca de mi amor por la vida, y lo puse en mis libros.
Ése es el secreto de mi vida; gracias a Dios seguí mi propio camino y no el que otras personas decían que siguiera. Son las ideas lo que cuentan; una biblioteca te puede ayudar con las ideas, porque todos esos grandes maestros, todos esos grandes escritores, te enseñan cuando te sientas en la mitad de una biblioteca y los dejas irradiarte.
El homenaje a Ray Bradbury se realizará hoy a las 17 horas en el salón 4 de la Expo Guadalajara.
Fuente: La Jornada
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