Mucho antes de que las historias se plasmaran en libros recorrían el mundo y el tiempo a partir de ese encanto particular que posee la oralidad. Esa tradición permaneció y se propagó luego en el ámbito doméstico, con esos relatos que muchas veces padres y abuelos narraban a hijos y nietos. A diferencia del texto escrito, la oralidad permite modificar la historia e incorporar nuevos personajes para adaptarla a situaciones particulares.
En los últimos años, nuevas generaciones de padres y docentes comenzaron a tener un particular interés por el “aprender” a relatar desde la oralidad. Y en noviembre de 2000, mucho antes de que apareciera esta suerte de “buena” moda, un grupo de mujeres -que además eran abuelas- decidieron aunar fuerzas en la Biblioteca Euforión y llevar sus voces e historias a jardines de infantes, escuelas y establecimientos como el Hospital de Niños de La Plata.
Al año siguiente comenzaron a acompañar al Bibliomóvil de esa biblioteca platense en las visitas a las distintas escuelas, en su mayoría rurales. Buscando que los chicos “aprendan a disfrutar de la lectura y encuentren en el libro un compañero para toda la vida”, aseguran que “a leer también se aprende escuchando”.
Palabras sabias
Así como popularmente se utiliza para remarcar que un plato de comida cuenta con un plus que “es la receta de la abuela”, algo similar ocurre con las historias en las que estas mujeres ponen además de sus voces el alma toda.
Al grupo de Abuelas Cuentacuentos fundacional se le sumó en 2003 Mabel Cosentino, que además de ser la única no abuela tiene una historia de vida particular. “Yo fui como oyente a la escuela de lectura con el grupo de ciegos de la Biblioteca Braile y me quedé enganchada. Ese día Beba (Santillán) se acercó y me preguntó si me animaba a sumarme al grupo y me dio un casete con cuentos grabados y así fue como empecé. Muchas veces remarcan mi caso y lo ponen como ejemplo. Ahora tengo 70 años y me quedé ciega en 1996. Hay que aprender que la queja le hace mal a tu entorno, no sirve, y yo quiero ayudar todo lo que se puede”, explicó a Hoy Mabel.
“Todos los miércoles a la tarde nos reunimos en la Biblioteca y por suerte este es un grupo muy bueno, conformado por docentes, profesoras y abogadas, pero en el que todas tenemos el mismo fin: dar. Vamos mucho a la periferia y sabemos que debemos adaptarnos a distintas realidades, en lo que es una experiencia maravillosa”, agregó.
El único
Como una suerte de isla entre tantas abuelas, aparece la figura de Hugo Petró, el único hombre del grupo. Actualmente los cuentacuentos de la Biblioteca Euforión trabajan en un proyecto denominado “Construimos la Feria del Libro”, que involucra a la EPB nº 20 del paraje La Hermosura (ruta 11, kilómetro 13). El proyecto se enmarca en los festejos por el centenario de la institución educativa y tuvo su mojón el 4 de junio cuando, acompañadas por el Bibliomóvil, estas juglares del siglo XXI regalaron sus historias a los alumnos, docentes y directivos.
También donaron textos de literatura infantil para propagar la semilla que plantaron a partir de las aventuras nacidas desde sus voces. En septiembre, el proyecto culminará con una muestra de trabajos realizados por los chicos.
El arte de la narración oral no se limita a la mera lectura o relato de un texto. En estos cuentos el cuerpo juega un rol preponderante y el alma de las cuentacuentos aparece con cada palabra. “A mí me gustan más los más chiquitos y soy medio monigote, me gusta utilizar todo el cuerpo. Yo quiero contar cuentos, no ser narradora”, concluyó una de ellas.
Un mundo fascinante
En su sitio web, las abuelas de la Biblioteca Euforión especifican la búsqueda que tiene el grupo: “Nuestro principal objetivo es que los niños aprendan a disfrutar de la lectura y encuentren en el libro un compañero para toda la vida. Por eso recorremos escuelas, comedores, bibliotecas y otras instituciones desplegando una alfombra mágica donde compartimos con los niños historias, cuentos y leyendas para que, narradas o leídas, los transporten a un mundo de magia e imaginación. Porque a leer también se aprende escuchando”.
Por eso persiguen, a partir de la estimulación que generan sus relatos, que descubran “un mundo fascinante y lleno de magia y que entiendan que esa magia sale de las páginas de esos libros”.
Las voces
Integran Abuelas Cuentacuentos de la Biblioteca Euforión: Elvira Santillán de Dillon, Ester Dolian, Lucía Tironi, Mabel Cosentino, Mirta Santoro, Marta Reclusa, Hugo Petró, Liliana Benítez, María Rosa Rodríguez, Marta Santillán de Macri y Perla Malnati Cuqui Chouza.
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