domingo, 10 de mayo de 2009

Telémaco o el padre ausente, en el Cervantes

Nicolás Mateo, Patricia Palmer y Joselo Bella, en una de las escenas de la obra de Marco Antonio de la Parra

Inquietante pintura de la sociedad

Telémaco o el padre ausente. Autor: Marco Antonio de la Parra. Con: Patricio Contreras, Patricia Palmer, Nicolás Mateo, Joselo Bella, Mariana Giovine, Marcelo Martínez, Roxana Berco y Ricardo Díaz Mourelle. Banda de sonido: Nicolás Diab. Luces: Leandra Rodríguez. Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Dirección: Dora Milea. Teatro Nacional Cervantes. 90 minutos.
Nuestra opinión: buena

Como Telémaco, el hijo de Ulises, Teo sale a buscar a su padre. Una profunda necesidad de encontrarlo y reconocerlo moviliza al joven. Europa es un continente amplio pero, en algún lugar, alguien podrá aportar un dato sobre su paradero. La inmensidad de Europa no amedrenta a Teo en la seguridad de que, encontrando su historia, entenderá su presente.

El texto de Marco Antonio de la Parra, sale de la tragedia y, es tan vital su origen, que las resonancias son muchas. Telémaco y el padre ausente es una pintura muy inquietante de la sociedad contemporánea. El autor se concentra en el mundo familiar, en el poder político, en la desventurada existencia de una juventud huérfana; en una sociedad devastada en la que los reclamos de los mayores parecerían tener un peso mayor. ¿Y por qué, si nadie encuentra en su vida el centro correcto desde donde proyectarse?

Escenas breves, textos precisos, cargados de una dolorosa poesía, van construyendo personajes fuertes, de una singular entereza dramática. Como en otros textos del chileno De la Parra asoman seres extremadamente vulnerables tratando, no de hacer la historia, sino de transcurrir en ella con una paciencia que pareciera querer estallar, pero no lo hace, y eso promueve una fuerte sensación de desgarro.

La directora Dora Milea busca en esas criaturas ese momento de intensidad que golpee al espectador y lo mueva a reencontrarse con su más profundo interior. No siempre los intérpretes llegan a ese instante con la severidad necesaria. Pero hay escenas clave en las que texto, interpretación y hasta iluminación se cruzan para que aquel golpe sea certero: el encuentro entre Teo y el Cónsul; el monólogo de la Madre en un supuesto bar; el diálogo entre Teo y el Detective; los encuentros entre los hermanos. Allí, el drama provoca una segura conmoción.

Son muy destacadas las interpretaciones de Patricio Contreras (Cónsul), Patricia Palmer (Madre) y Ricardo Díaz Mourelle (Detective). Los jóvenes Nicolás Mateo (Teo) y Mariana Giovine (Hermana) consiguen momentos muy significativos, aunque sus personajes necesitan una mayor definición. Se mueven con corrección Joselo Bella, en su rol de amante, y Marcelo Martínez, como el Policía y el Enfermero; mientras que cierta falta de sensualidad hace que el personaje de Roxana Berco pierda el desparpajo y la intensidad que necesita para adquirir verdadera trascendencia.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

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