domingo, 13 de diciembre de 2009

Verdi, bailado de punta a punta

ALFREDO Y VIOLETA POR LOS BAILARINES IÑAKI URLEZAGA Y ELIANA FIGUEROA.

La traviata. La ópera subió en el Coliseo en una producción de Urlezaga.
Por: Laura Falcoff
Especial para Clarín

Con un espectáculo suntuoso y muy generoso en recursos escenográficos y de vestuario, Iñaki Urlezaga dio forma coreográfica a la célebre ópera La traviata. La creación de Giuseppe Verdi está basada en la igualmente célebre novela La dama de las camelias, de Alexandre Dumas hijo. Su trama recorre el romance apasionado entre Violeta, una cortesana -en otras palabras, una prostituta que se mueve en los círculos más altos de la sociedad- y el joven Alfredo Germont; el romance se ve interrumpido cuando el padre del muchacho, a espaldas de su hijo, logra convencer a Violeta de que lo abandone con una excusa falaz; sobre el final los amantes superan el malentendido pero ya es demasiado tarde (aunque conmovedor, también será tardío el arrepentimiento de Germont padre): Violeta muere vencida por la tuberculosis.

En la ópera, esta trama se vuelve perfectamente inteligible por las palabras del libreto. La danza no tiene el poder de "explicar" de una manera literal y, por lo tanto, Urlezaga recurrió a la estructura y el vocabulario del ballet tradicional para organizar el relato: solos, dúos, conjuntos, divertimentos sostienen especialmente las escenas de las dos fiestas, del primero y del segundo acto, que reúnen y dividen a los protagonistas. Proporciona de este modo un contexto vivaz y dinámico a la historia.

En cuanto a las escenas íntimas, le resultó más difícil resolver el encuentro entre Violeta y el padre de Alfredo: los movimientos parecían limitados para explicitar los argumentos que pone en juego el señor Germont.

En cambio, la escena final en la habitación de Violeta da pie a una expansión amorosa que Urlezaga pudo desarrollar coreográficamente en plenitud. Fue muy acertada la idea de hacer desfilar frente a los ojos de Violeta, ya casi moribunda, los personajes de su turbulento pasado.

Eliana Figueroa tuvo a su cargo el rol de Violeta; lo realizó estupendamente, con una técnica excelente y muy buenas

herramientas interpretativas. Iñaki Urlezaga sorteó un comienzo expresivamente más indeciso -que podría atribuirse a una función de estreno en el doble rol de intérprete y autor- para dirigirse luego con más aplomo a las instancias que siguieron, hasta culminar con potencia en el dramático final.

Fue muy bueno el trabajo del elenco en general, y no habría que dejar de destacar la ajustada labor de la Sinfónica de Salta bajo la dirección de Luis Gorelik.

Fuente: Clarín

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