lunes, 21 de diciembre de 2009

Un muy potente cruce generacional

Circunduce una reunión. Idea, coreografía y dirección general: Mariano Pattin. Intérpretes: A. Amantea, A. Nocito, R. Diemitrievich, S. Kaehler, J. Martínez Dors, S. M. Isoldi, C. Gesualdo, R. Pedroli, M. Pattin. Músicos: P. Bursztyn, G. Flichman, N. García Médici, J. M. Costa, G. Moiguer. Música original: J. Herrera. Esc. y vest.: M. Pattin. Asist. coreografía: V. Molins. Luces: A. Le Roux. En el Camarín de las musas (Mario Bravo 960). Funciones: hoy y mañana a las 20.30.
Nuestra opinión: muy buena

Cruce de edades, historias, capacidades artísticas, de conceptos acerca del arte. Tres generaciones construyen en escena una experiencia común y cada uno está muy dispuesto a aportarle lo suyo al otro para generar un momento único, poético. En todo el trabajo, la danza, el teatro, la música y la performance se dan la mano. Es que cada una de esas artes atraviesa el cuerpo de esos artistas y las ponen en juego, cada uno de acuerdo con su experiencia. Resulta muy atractivo observar cómo ellos - más allá de las edades- construyen un espacio de creación de mucha riqueza.

El germen de la propuesta ha sido realizar una investigación con referentes de la danza mayores de 60 años. Y ellos en solos, dúos o secuencias grupales van dejando observar unas huellas muy claras que portan en sus cuerpos y que pondrán en relación con los otros para fortalecer esas huellas, permitirles expandirse en este tiempo; de esa manera, se potenciarán, demostrando que están muy vivas.

El grupo de músicos -todos muy jóvenes- aporta un marco verdaderamente inquietante. Más allá de que la música de Jimmy Herrera resulte profundamente provocadora para la escena, ellos construyen con sus instrumentos (bajo, guitarra, saxo, violonchelo y batería) un real entramado de sonidos que los cuerpos de los bailarines/actores reinterpretarán de maneras muy diferentes. Cada cual siguiendo una línea de trabajo que ha mantenido durante años y que continúa trasmitiendo una entrañable verdad. Algunas intervenciones de esos músicos con los bailarines son verdaderamente interesantes.

El director Mariano Pattin (la generación intermedia) ha logrado construir en escena una experiencia singular demostrando que tres generaciones pueden darse la mano, manteniendo cada una sus búsquedas, construyendo con sensibilidad unos mundos que contienen a todos por igual. El cuerpo siempre será expuesto al máximo. Ese riesgo estará presente continuamente y es lo que más reconocerá la platea.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

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